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Adam, el menor de la familia Weetbix, le había pedido a su madre que le enseñase a montar en bici como los mayores, había llegado un momento que le daba vergüenza salir a la calle con los ruedines.

Nadia aprovechó su tarde libre para irse con su hermano pequeño al parque y ayudarle, ya que su madre tenia mucho trabajo .

̶ Nos quedamos aquí. Ven, monta.

Había encontrado un lugar totalmente llano, apropiado para darle las primeras lecciones.

̶ ¿Me vas a soltar?

̶ Puede que no, puede que sí.

̶ Nad, no me sueltes.
     
̶ Ya veremos.

̶ Entonces no me monto.

̶ Tú verás, nunca aprenderás.

̶ Tenía que haber venido mamá. Llévame a casa, quiero que me enseñe mamá. ̶ lloriqueó el pequeño.

̶ Vale, vale enano. No te voy a soltar, te sujetaré - mintió Nadia.

El pequeño montó con inseguridad, no se fiaba del todo de su hermana, el miedo hacía que la bici se tambalease peligrosamente.

̶ Adam, si miras hacia atrás jamás vas a mantener el equilibrio.

̶ No puedo hacerlo, jamás aprenderé a montar en bici.

̶ Claro que lo harás, los Weetbix conseguimos todo.

̶ A lo mejor no soy un Weetbix, siempre me habéis dicho que me encontraron en la basura.

̶ ¡Jajaja es verdad! Pero al llevar tanto tiempo con nosotros ya eres de los nuestros. Vamos
a intentarlo otra vez.

Después de una hora dando vueltas por el mismo sitio, Adam dejó de vigilar a su hermana y es ahí cuando ella aprovechó para soltarle.

̶ ¡Muy bien Adam!

Al escuchar la voz de su hermana tan lejos se puso nervioso, perdió el equilibrio y cayó al suelo. Nadia corrió a su rescate.

̶ ¡Has ido mucho tiempo solo enano! Eres un campeón, lo has conseguido.

̶ Dijiste que no me ibas a soltar.

̶ Si no te suelto no lo hubieras conseguido,
intentarlo otra vez.

Para celebrarlo su hermana le llevó a tomar un helado, a una heladería, al parecer una de las mejores de la ciudad, quería recompensar al pequeño por su esfuerzo.

Se sentaron en la terraza y disfrutaron de sus helados mientras hablaban sin parar.

̶ Nadia. ̶ escuchó que le llamaban.

Era Nick. ¿Otra vez? La ciudad era demasiado grande para encontrarse con él. No se lo había encontrado en meses y ahora se estaba volviendo una costumbre. ¿Se estaba riendo el destino de ella?

̶ ¡Anda! De todas las personas que hay, me he tenido que encontrar contigo. ̶ contestó sarcástica.

- Te estuve esperando después del partido.

- ¿Te cansaste?

- No. ¿Sabes que seguramente fuiste la única que no fue a ver el partido?

- Soy un poco rara, lo tengo asumido. Soy a la única de Riverplace a la que no le gusta el rugby.

̶ ¿Cómo sabes que no te gusta si nunca has ido a verlo?

̶ Son intuiciones y me guío mucho por ellas.

El chico se quedó mirando a Adam y le sonrió. El niño sin dejar de comer, le observaba fijamente.

̶ Parece que no le caes bien a mi hermana. ̶ comentó inocentemente.

̶ ¡Adam!

̶ Creo que yo también lo he notado, menos mal que no soy el único. Oye me gusta mucho tu nombre.

̶ Gracias. ̶ contestó tímido el pequeño.

̶ ¿A ti te gusta el rugby?

̶ Si, es divertido.

̶ ¿A que si? Tu hermana piensa que es aburrido.

̶ No tiene ni idea de deporte, es una chica.

̶ ¿Tú crees que es por ser una chica o porque es simplemente una aburrida?

̶ Aburrida no es, me ha enseñado a montar en bici y eso mola.

̶ ¿En serio?

̶ ¿Quieres que te lo enseñe?

̶ Adam, no creo que tenga tiempo. ̶ interrumpió Nadia que no quería para nada que Nick pasase más tiempo con ellos.

̶ Claro que tengo tiempo.

Adam miró a su hermana para que aceptase la compañía de Nick, al final no tuvo otra opción que suspirar y asentir con la cabeza.

Nick la miró con ojos perversos y en su cara asomó una medio mueca, había conseguido su propósito.

El niño engulló lo más rápido que pudo y los tres volvieron al parque.
El primer intento con los nervios se cayó al suelo, eso no le frenó, se levantó con determinación y volvió a intentarlo.

Esta vez lo logró y consiguió avanzar mucho más que las anteriores. Nick corría detrás de él animándole.

Después, decidió enseñarle técnicas de rugby y estuvieron durante un buen rato tirándose en el césped mientras Nadia les miraba sentada en un banco.

Tal vez Nick no fuese como ella pensaba y debía darle otra oportunidad. Mientras les miraba, una sonrisa de ternura se le escapó.

̶ ¿Sabes sonreír?- preguntó Nick al descubrirla.

-  ¡Qué gracioso! Adam, es tarde, nos vamos.

̶ Un ratito más...

̶ No, es tarde. Tienes que ducharte y cenar.

̶ ¿Se puede venir Nick?

̶ Tiene que irse a su casa también.

̶ Es cierto, sino mi madre se preocupa. Otro día te enseño lo que quieras.

̶ ¿Me enseñas a tirar la pelota?

̶ Por supuesto. ̶ contestó Nick chocándole la mano.

Nadia cogió la bici de su hermano y comenzó a andar con él.

̶ ¡Ey Sosa! Sigue en pie lo de ir a tomar algo.

̶ No voy a ir contigo a ningún sitio Nick Benson. No pierdas el tiempo.

̶ No te estoy pidiendo una cita. Solo que me conozcas y seamos amigos.

̶ ¿Qué pasa necesitas caerle bien a todo el mundo?

Bailando bajo las estrellas ( tituló temporal )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora