Capítulo 24

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Me quedé inmóvil, estaba parada en la entrada del harem mientras todos me veían.

—No hay nada que ver aquí, sigan con lo suyo o las castigaré —les dijo Reyhan a las concubinas —Sultana, por favor regrese a sus aposentos y prepárese para ver a su majestad esta noche.

Miré a Reyhan y ella me señaló el camino hacia a mis aposentos, no quería irme sin antes saber lo que Hatem quería decirme, pero no podía seguir aquí humillándome frente a todos.

Asentí con la cabeza a la petición de Reyhan y estaba por ir hacia mis aposentos, pero sentí como alguien se aferraba a mis pies y me impedía el pase.

—Por favor ayúdeme, usted parece una mujer poderosa y le pido que me ayude a salir de aquí, yo no soy una esclava, esas personas me sacaron de mi casa y me separaron de mi familia —dijo la mujer que se aferraba a mis pies.

—Levántate de ahí y discúlpate con la sultana ¿Acaso no sabes como comportarte? —le dijo Reyhan a aquella muchacha.

—Dime ¿Cuál es tu nombre? —le pregunté a la joven.

—Mi nombre es Nadia y soy de Rumania, por favor ayúdeme a regresar a mi tierra, mi señora.

—Muy bien, Nadia, ahora te encuentras en el Palacio de Topkapi del Imperio Otomano. Aquí vive su majestad el Sultán y este es su harem, tu ahora formas parte del harem de su majestad quieras o no, solo el Sultán puede liberarte.

Nadia me miró desconcertada, entonces aproveché para salirme de su agarre y continuar mi camino hacia mis aposentos.

Jamás pensé que le diría esas palabras a alguien más, esas mismas palabras que la Sultana Saliha me dijo la única vez que intenté huir.

El día en que intenté huir fue un día en el que se me dio la oportunidad y yo simplemente decidí tomarla.

El palacio era un caos por la llegada de nuevos aghas y nuevas concubinas, su majestad había ido al palacio de caza, la Sultana Saliha había salido del palacio junto a Vuslat y Hatem Kadin, naturalmente Haluk agha las acompañó y Reyhan estaba muy ocupada como para prestarme atención.

En una habitación encontré ropa de una Kalfa, me la puse y con una capucha cubrí parte de mi rostro, sin que nadie me viera logré salir del palacio, no sé como pasó, encontré una puerta abierta y solo salí.

Caminé sin rumbo alguno por los alrededores del palacio, este era un lugar en el que no había estado antes y me era difícil orientarme, de tanto caminar encontré un mercado lleno de personas.

Estaba observando los productos que allí vendían, no solo había telas, comida o joyas, también estaban vendiendo personas, era un mercado de esclavos.

Los esclavos estaban en muy mal estado, tenían heridas y golpes, se les veía muy delgados y cargaban una gran tristeza, una tristeza más pesada que las cadenas atadas a sus manos y pies.

Seguí mi camino cuando un carruaje se detuvo frente a mí, era bastantes lujoso para ser de alguien de por aquí, cuando la puerta se abrió pude ver claramente a Haluk agha.

Mi único instinto fue correr, corrí lo más que pude para alejarme y evitar que me regresaran al palacio, cuando sentí que nadie me estaba siguiendo me detuve a tomar aire, pero de pronto alguien me tapó la boca y me dejaron inconsciente.

Cuando abrí los ojos estaba en los aposentos de la Sultana Madre, Reyhan estaba a mi lado y Haluk del otro lado, cuando me levanté me topé con la mirada seria de la sultana Saliha.

—"Tu nombre ahora es Ayse y este es el harem de su majestad el Sultán del poderoso Imperio Otomano, debes olvidar quien fuiste antes y aceptar que ahora eres una mujer otomana que sirve a nuestro Sultán. Quieras o no ahora formas parte de este harem y solo su majestad puede liberarte o una sultana muy poderosa, como yo, pero es claro que no lo haré" —fueron las palabras de la Sultana Saliha que me hicieron desistir de más intentos de huida, si me seguía arriesgando no iba a salir viva de este palacio.

—No volveré a hacerlo, no volveré a intentar huir. Por favor perdóneme —dije mientras me arrodillaba ante ella.

—"No se lo diré a su majestad porque confiaré en ti, nadie hablará sobre esto y si lo hacen serán decapitados, pero si faltas a tu palabra y huyes nuevamente, no tendré más opción que ordenar tu ejecución ¿entiendes?".

Yo solo asentía a lo que decía y bajaba la mirada, ahora ella me tenía en sus manos y no había manera de huir.

Dejé a un lado los recuerdos y seguí el camino hasta mis aposentos, al llegar encontré a mi madre ahí, parecía que esos eran sus aposentos y no los míos.

—Oí de tu pequeño alboroto en el harem, sabes que no debes acercarte a esa concubina, si pierde al bebé te culparán a ti y solo a ti —dijo mi madre en cuanto me vio.

—Ella dijo que hay algo que usted no me dijo, madre. Así que quiero saber a qué se refería ella ¿qué es lo que usted no me ha dicho?

—No me digas que vas a creer en las palabras de una simple concubina, ¿qué puede saber ella de nosotras? Es solo una esclava con suerte.

—¿Está segura de que no me oculta nada, madre? Si hay algo que no me ha dicho, es mejor que lo haga saber ahora y no cuando todo el mundo lo esté hablando a mis espaldas.

—Rami, cuida la forma en que le hablas a tu madre, no sólo soy tu madre sino que también soy una sultana de la dinastía y no permitiré que nadie, ni siquiera tú me hable de esa manera.

—No le estoy faltando al respeto ni nada parecido, solo quiero saber si me oculta algo. Y le recuerdo que mi nombre ahora es Ayse, debe olvidarse de Rami así como yo lo hice.

Mi madre me miró fijamente unos instantes antes de salir de mis aposentos con una cara de pocos amigos. La conocía muy bien como para saber que me está ocultando algo.

La Mujer del Sultán Donde viven las historias. Descúbrelo ahora