Al anochecer, Zayan y yo empezamos a empacar algunas cosas, así no tendríamos mucho para empacar mañana.
A primera hora de la mañana, fui llamada a los aposentos de la Sultana Madre Saliha.
—¿Me llamó, sultana? —dije haciendo una reverencia.
—Así es, oí que te vas y quise despedirme.
—Se lo agradezco, sultana.
—Me alegra mucho saber que mi hijo al fin volvió a obedecerme y las cosas volverán a ser como antes.
—¿Qué quiere decir?
—¿Crees que mi hijo te echó por qué quiso? Desde que llegaste me empezó a desobedecer, ya no podía controlar a mi hijo, él incluso pensó en quitarme la regencia y enviarme al antiguo palacio, sólo por ti. Pero eso no sucedió y ere tú quien se va.
—Si me está diciendo esto sólo para que no le guarde rencor a su majestad, entonces no lo haga porque no guardo rencor.
—Sólo quería que supieras la verdad antes de que te marches, también para que no le guardes rencor a mi hijo y que no busques venganza —respondió ella con una mirada seria —Cuando te vi por primera vez, sabía quién eras o al menos sabía quién era tu madre. Eres igual a tu madre cuando era joven, por eso pensé que serías igual que ella y traté de mantenerte bajo control. Me sorprendió mucho ver que no tenías la misma codicia que tu madre.
—Soy muy diferente a mi madre, espero que en este tiempo lo haya podido notar.
—Lo noté, pero supuse que estabas fingiendo y por eso aún te mantenía muy bien vigilada. Si fueras igual de codiciosa que tu madre, ya habrías tenido a todo el imperio en tus pies pero antes de eso te habría matado.
—Jamás quise tener al imperio a mis pies, quería irme pero luego me enamoré de su majestad y quería quedarme, sólo quería permanecer a lado del hombre que amo.
—Es por eso que ahora me recuerdas a mi cuando era joven, no querías estar aquí pero luego el amor te hizo cambiar, eso mismo me pasó. Cuando era joven fui traída a la fuerza y sólo quería regresar a mi tierra con mi familia, pero cuando vi al difunto Sultán Mustafá me enamoré perdidamente de él. Lo conocí cuando aún era un príncipe y sabía que la sultana Gülnuş no me permitiría acercarme a él, así que estaba a la espera de una oportunidad.
—Supongo que mi madre tampoco le iba a dejar el camino fácil.
—Claro que no, ella se había ganado la confianza de la Sultana Gülnuş, eran prácticamente madre e hija. Pero Allah oyó mis súplicas y me dio una oportunidad, sólo un encuentro bastó para que Mustafá me notara y cuando se convirtió en Sultán, me llamó a sus aposentos. Caminé muchas veces por el camino dorado y quedé embarazada en muy poco tiempo. Ni a tu madre ni a la Sultana Gülnuş les gustó la idea de que fuera una favorita de Mustafá y mucho menos de que me embarazara, cuando nació mi hijo fui aún más feliz porque él se convertiría en Sultán y yo en Sultana Madre.
—Estoy segura de que mi madre no se quedó de brazos cruzados.
—Ella intentó matarme mientras estaba embarazada y luego a mi hijo, pero Mustafá no se lo permitió y aprovechó la primera oportunidad para deshacerse de ella. La casó con el hijo de Rami Pashá y así obtener más poder e influencia, es por eso que tu madre me guarda rencor porque yo sí me convertí en Sultana Madre y ella no.
—Mi madre también amó al difunto Sultán, dice que usted lo sedujo y se lo quitó.
—Odio a tu madre, tú te pareces a ella y por eso te odio a ti también, pero me alegra poder deshacerme de ustedes dos. Cuando te vayas, tu madre no tendrá otra opción más que irse y regresar con su marido.
—Mi madre quiere divorciarse de mi padre y le pedirá permiso a su majestad, cuando eso pase ella vivirá en el palacio.
—Puede que no me libre de tu madre, pero sin ti no será una amenaza.
—Se olvida que mi madre tiene otra hija a la que puede usar, mi hermana Atike.
—Escuché que es una niña de 10 años.
—Recuerde que el príncipe Mustafá hijo del difunto Sultán Ahmed III, tiene 15 años.
—Mi hijo y varios príncipes más tendrían que morir para que él llegue al trono, tu madre no sería capaz.
—Después de tantos años, usted ya debería conocer a mi madre —dije antes de hacer una reverencia y salir de sus aposentos.
Era descabellado pensar que mi madre podría usar a mi pequeña hermana pero con ella nada es imposible. Ya la había escuchado preguntar sobre el príncipe Mustafá antes y supuse que tendría algún plan de respaldo sí yo fracasaba.
No me importa si tengo que secuestrar a mi propia hermana, pero no dejaré que mi madre la use en sus planes codiciosos.
Cuando llegué a mis aposentos, Zayan ya había terminado de empacar todo junto con Habibe.
—¿Por qué no me dijo que se iba, sultana? —preguntó Habibe.
—Fue algo inesperado, no pensé que su majestad me pediría que me fuera. Zayan puede venir conmigo, pero tú eres esclava del palacio y como ya no soy una sultana no puedo ordenar que vengas conmigo, lo siento pero tendrás que quedarte.
—Lo entiendo, no te preocupes que cuidaré muy bien del palacio y de su majestad en tu ausencia. Yo me encargaré de lograr lo que no pudiste hacer y más.
—¿Qué es esta insolencia, Habibe? Discúlpate con la sultana y ruega por su perdón —le dijo Zayan.
—Ya no es una sultana, tanto tú como ella son esclavas igual que yo, ya no tengo porqué fingir nada. Admito que al principio sí quería irme, pero en cuanto vi a su majestad me enamoré y decidí quedarme en el palacio. Iba a esperar la mejor oportunidad para atacar pero todo funcionó a mi favor, tú eras mi mayor amenaza Ayse, pero fue el mismo Sultán quién te echó.
—Puede que no tenga el título de sultana, pero mi madre es una sultana y mi padre es un Pashá, la misma sangre que corre por las venas de su majestad corre también por mis venas. Aún estamos en el palacio y mientras no salga de aquí sigo siendo la favorita de su majestad, así que piensa dos veces antes de actuar frente a mi —ante mis palabras, ella bajó la mirada y no dijo nada más.
Salí de mis aposentos con la frente en alto, Zayan iba detrás de mí y los aghas llevaban nuestras cosas. Las miradas de todos se posaron en mi, algunos sonreían y otros sólo me miraban, pero los ignoré y seguí caminando con dignidad.
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La Mujer del Sultán
Historical FictionTodos queremos tomar nuestras propias decisiones sobre nuestra vida, lo mismo quería yo, pero el destino me hizo una mala jugada e hizo que alguien más decidiera mi futuro por mi. Fui obligada a pagar por un error que cometió mi padre y me entregaro...