—¿A dónde iremos? Ya no eres una sultana y tampoco soy una favorita, pero aún así tuvimos suerte al salir con vida —dijo Zayan.
—No lo sé —respondí.
Al cruzar las puertas del palacio, me inundó una sensación de tristeza. Hasta hace unos meses habría hecho lo que fuera para salir pero ahora que estoy afuera, quería regresar.
Zayan y yo caminamos por el pueblo, hasta llegar a la casa de la hechicera.
—Pensé que tardaría más en volver y como no escuché noticias de la muerte del sultán o de que estuviera enfermo, supongo que no ha tomado una decisión aún —dijo la anciana en cuanto me vio ingresar a su casa.
—Se equivoca, sí tomé una decisión, no mataré a nadie para tener un hijo, sí mi destino es no ser madre entonces que así sea.
—Oh... Pero ya es un poco tarde para eso ¿no cree? — la anciana hizo una reverencia —Felicidades por su embarazo, sultana. Usted le dará a la dinastía un príncipe, un fuerte y muy saludable príncipe.
—Eso no es cierto, no estoy embarazada y no lo estaré.
—¿Por qué negarlo? Ambas sabemos que es verdad.
—Bien, lo admito. Ahora dígame ¿cómo puedo tener a mi hijo sin que alguien muera?
La anciana empezó a rebuscar entre sus cosas mientras murmuraba, sacó algunas hierbas y frascos, cualquiera pensaría que la bruja está haciendo alguna poción o hechizo.
—¿Sabía usted que el Sultán Ibrahim, el abuelo de su madre, murió después de que naciera la Sultana Beyhan?
—¿Qué está tratando de decir? Por favor, explíquese.
—Ahora mismo le voy a contar un secreto. La abuela de su madre era una mujer hermosa y se decía que era una hechicera, su nombre era Azahara. Ella tenía conocimientos sobre la hechicera pero no lo suficiente y cuando ella se embarazó por primera vez la Sultana Turhan la hizo abortar, no sólo eso, le extirpó el vientre y así Azahara no podría dar a luz a un príncipe. Azahara vino a mi en busca de ayuda y yo la ayudé justo como ella quería, quedó embarazada nuevamente y logró dar a luz a una sultana.
—No entiendo a dónde quiere llegar al decirme todo eso, sólo quiero saber si hay forma de tener este bebé sin que alguien muera.
—¿Acaso no entiendes, niña? Azahara murió durante el parto y el Sultán Ibrahim murió después de que la niña naciera.
—¿Quiere decir qué ella dio su vida para que naciera su hija?
—Exacto, porque para recibir algo hay que dar algo a cambio y ese algo debe ser de igual valor que lo que estás recibiendo. Si quiere una vida, tendrá que dar una vida a cambio —la anciana me ofreció un frasco extraño y me pidió que lo bebiera.
No quise preguntarle sobre lo que me estaba ofreciendo, así que decidí confiar y beberlo.
—Debe haber otra forma para que nazca este bebé y que nadie tenga que morir, ni siquiera yo. ¿Por qué tengo que pasar por esto? Lo que le sucedió a Azahara no fue culpa mía, no tengo porque sufrir consecuencias por lo que pasó.
—No es culpa suya, es verdad, pero ese es el precio que debe pagar por existir, ya que no debería estar aquí. Y debería estar feliz por eso, porque solo debe dar una vida para que pueda procrear, sería más difícil si tuviera que matar a varias personas para que tenga varios hijos.
—Esto no me ayuda en nada, necesito otra forma sin que nadie muera, ni siquiera yo.
—Puede hablar con su madre y preguntarle qué fue lo que hizo para que nacieras.
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La Mujer del Sultán
Historical FictionTodos queremos tomar nuestras propias decisiones sobre nuestra vida, lo mismo quería yo, pero el destino me hizo una mala jugada e hizo que alguien más decidiera mi futuro por mi. Fui obligada a pagar por un error que cometió mi padre y me entregaro...