Regresé al harem rápidamente, no quería toparme con alguien más.
El harem siempre estaba tan lleno de vida, las risas y la música nunca faltan.
En medio del pasillo me crucé con Fehime, hicimos contacto visual unos instantesy luego ella rompió el silencio incómodo que se había formado.
—Ya sabes lo que dicen, mientras más alto subas peor será la caída. Estabas subiendo muy rápido y llegó tu hora de caer.
—¿Crees que estoy fuera? ¿Qué solo me tengo que resignar porque perdí?
—¿Y es no es verdad? Sólo acéptalo, tu momento ya terminó, sólo fuiste algo pasajero y aunque su majestad te siga llamando a sus aposentos, nunca serás competencia para nosotras porque no eres más que una mujer seca que nunca le podrá dar hijos a nuestro Sultán.
—Si su majestad te quisiera o al menos quisiera que le des algún hijo, entonces ya lo habrías tenido ¿no crees? Pero él solo te mantiene aquí por lástima, porque eres perdiste a tu hija y deberías agradecee por esa lástima que te tiene, de lo contrario no seguirías en el palacio.
—Eso no es verdad, porque su majestad me quiere y me lo ha demostrado todas las noches que me llamó. Sólo estás dolida porque te dejó esperando afuera y ni siquiera due a verte después.
Estaba tan furiosa que le di una bofetada, ni siquiera due tan fuerte pero le había quedado la mejilla enrojecida. Y como siempre, ella no dudó en relucir sus habilidades como actriz, luego intentó golpearme pero no sé lo permití.
—A mí nadie puede tocarme ¿Entendiste? Yo soy una sultana, no una simple esclava como tú. Si crees que puedes pasar sobre mi sólo por los rumores infundados que escuchaste, estás muy equivocada.
Decidida a irme, caminé cerca a Fehime y en dirección hacia mis aposentos, pero ella aprovechó mi descuido. Me sostuvo fuertemente del cabello y luego me lanzó hacia atrás.
—¿Una sultana dices? ¿De qué te sirve serlo si nunca darás a luz a un príncipe? Sólo eres el nuevo juguete de su majestad, sólo estás para complacerlo hasta que se canse de ti.
Fehime era fuerte, no me podía soltar de su agarre, intenté soltarme como pude pero no hubo resultados, me sentía tan débil y sin fuerzas, en esta condición me era imposible hacer algo para defenderme.
No sé cómo pero ella logró darme un golpe en la mejilla, luego otro golpe más y luego otro. Mi nariz estaba sangrando y mi labio también, esto era humillante, no tenía suficiente fuerza para defenderme y ella se aprovechó de eso.
Zayan me ayudó a soltarme, no sé dónde había estado pero que bueno que apareció. En cuanto Fehime me soltó caí al piso, no tenía fuerza para mantenerme de pie y uno de los aghas me cargó hasta mis aposentos.
Zayan llamó a las doctoras y ellas me revisaron, dijeron que hay una sustancia extraña en mi cuerpo pero que no era veneno y eso es lo que está causando mi debilitamiento. Al parecer alquel líquido que mi madre me hizo beber ya estaba haciendo efecto.
Les pagué lo suficiente a las doctores para que mantengan la boca cerrada y después de escuchar a las doctoras, noté a Zayan algo pensativa.
—Lamemto no haber llegado a tiempo, mi sultana. Usted dijo que iría a ver a su madre, así que aproveché para ir a ver si su comida estaba lista, no pensé que esto podría pasar —Zayan se puso de rodillas e imploraba perdón.
—No es culpa tuya, nadie pude imaginar que esto pasaría —dije para calmarla. Zayan se puso nuevamente de pie e hizo una reverencia.
—Disculpe que me entrometa, pero ¿Aquel extraño líquido en su cuerpo es lo que le dio la hechicera?
—Así es, ella me dio algo para cambiar mi cuerpo y poder concebir.
—Esa es una buena noticia, debería ir con su majestad en cuanto se encuentre mejor. Afortunadamente Fehime Kadin no la lastimó tanto, sólo hay unos pocos moretones que desaparecerán pronto.
—Su majestad no va a llamarme pronto, así que estaremos tranquilas mientras me recupero, díselo a Habibe también.
Y así pasaron 4 días, mantuve un perfil bajo y no llamé la atención. Los moretones habían desaparecido rápidamente y mi cuerpo ya no estaba débil.
Esta noche, Fehime iba a ver a su majestad nuevamente pero esta vez yo me iba a adelantar.
Los guardias no quisieron dejarme entrar, pero debido a mi insistencia, si majestad accedió a dejarme ingresar a sus aposentos.
Él se mostraba bastante distante conmigo y no quiso voltear a verme, mantenía la mirada fija en un papel de su escritorio.
Me enojé y fui directo a quitarle el papel que tanto miraba, era un decreto de mi liberación y tenía el sello puesto de su majestad, ya era una mujer libre.
Eso no me servía ahora, si me iba a liberar debió haberlo hecho antes. Me enojé aún más y lancé el maldito papel a otro lado, ahí fue cuando él volteó a verme.
—¿Qué estás haciendo? Eso es un decreto y no puedes arrojarlo a dónde se te antoje.
—¿En serio? Pero ya lo hice y si lo quiere de vuelta, entonces vaya y recójalo usted mismo.
—Ayse —dijo mientras se levantaba y caminaba hacia mi —No agotes mi paciencia, no estoy de humor.
—Entiendo, usted se entera de que no podré darle hijos y decide expulsarme porque no le soy de utilidad. Pensé que me amaba de verdad y que eso no le iba a importar, pero veo que me equivoqué.
—Eso no es cierto —dijo tomándome por los hombros —Yo sí te amo y si te estoy enviando lejos es para salvarte, todos en el palacio serán crueles contigo y no quiero que te pase nada.
—Si usted no suelta mi mano, entonces nadie será cruel conmigo —me alejé un poco de él y le extendí mi mano —Mahmud, por favor no sueltes mi mano.
Él solo me miraba sin saber qué hacer o qué decir, mi brazo se cansó de esperar y lo bajé. Al no tomar mi mano, él me estaba abandonando y sentí que se me rompía el corazón. Yo estaba dispuesta a todo por él y él me hace esto.
—Perdón —dijo antes de abrazarme —En verdad te amo y si hago esto es por ti, quiero que sigas siendo la misma y no me importa si debes estar lejos de mi, sólo quiero salvarte.
—Lo amo, Mahmud —cuando levanté la mirada hacia él, pude notar que le caían lágrimas y se las limpié. Lo tomé de las mejillas y me acerqué a besarlo.
Él no me alejó y en cambio me correspondió, me tomó de la cintura y me apegó más a él, tomó el nudo de mi corset y lo desató.
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Disculpen la demora, estoy en un mal momento ahora pero trataré de no atrasarme mucho.
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La Mujer del Sultán
Historical FictionTodos queremos tomar nuestras propias decisiones sobre nuestra vida, lo mismo quería yo, pero el destino me hizo una mala jugada e hizo que alguien más decidiera mi futuro por mi. Fui obligada a pagar por un error que cometió mi padre y me entregaro...