—Traigan frutas y agua para la sultana —le ordenó Zayan a los aghas, pero ellos no le hicieron caso —¿No oyeron? Dije que le traigan algo de comer a nuestra sultana —dijo Zayan con voz amenazante y esta vez los aghas le hicieron caso.—Ayse, pensé que ya no saldrías de tus aposentos —dijo Nurhan mientras se acercaba a mi.
—¿Ayse? ¿Acaso tienes piedras en la cabeza? Ella es una sultana y no puedes llamarla por su nombre, le debes respeto —le respondió Zayan antes de que yo pudiera decirle algo.
—¿Sultana? Esa mujer olvidada no tiene más poder que la futura madre del príncipe de la corona —le respondió Nurhan con una sonrisa maliciosa.
—¿Mujer olvidada? ¿Cómo te atreves a llamar así a nuestra sultana? —le dijo Zayan y se disponía a darle una bofetada a Nurhan cuando esta la detuvo rápidamente.
—A mi no me vas a golpear, ahora sirvo a Hatem Kadin, ella será la próxima madre sultana, yo seré tesorera del harem y no voy a permitir que nadie se atreva a menospreciarme —espetó Nurhan antes de soltar a Zayan con fuerza.
Al ver la muñeca lastimada de Zayan supe que era hora de que haga algo o Zayan será lastimada aún más.
El sonido de una fuerte bofetada se oyó en todo el harem y la mejilla de Nurhan estaba tan roja por el fuerte golpe que le había dado.
Ella volteó a verme con furia mientras se tocaba la mejilla, intentó golpearme pero la detuve y le di otra bofetada tan fuerte que se notaba la marca de mi mano en su rostro.
—¿Dices que una concubina tiene más poder que yo? Les recuerdo a todos que pertenezco a esta noble dinastía y ninguna esclava tiene más poder o autoridad que yo. Y tu querida Hatem es solo una esclava que tuvo suerte y nada más.
Me di la vuelta para salir del harem e ir a un lugar más tranquilo, pero alguien más bloqueó mi camino.
Una esclava de rostro familiar se posó frente a mi, hizo una reverencia algo torpe y parecía querer decirme algo, también se le veía muy nerviosa.
—¿Quién eres tú para bloquear el camino de una sultana? —dijo Zayan con enfado.
—Lo siento ... —dijo con una voz no tan audible —es que... quisiera hablar con... usted —aquella muchacha movía sus manos con nerviosismo y temor.
—Este no es el lugar para tener una conversación, me dirijo al jardín en este momento, allí podemos hablar con más tranquilidad —le dije a la muchacha y ella asintió —Aghas, lleven la comida al jardín, al mismo lugar de siempre —los aghas asintieron a mi pedido y yo seguí mi camino hasta el jardín.
Caminé tranquilamente hasta el jardín, mientras Zayan y la otra muchacha caminaban detrás de mi.
Hoy el clima era tan agradable, el cielo estaba despejado y sentir la cálida luz del sol en mi rostro era muy agradable.
Estábamos en plena primavera y las flores eran muy hermosas, era una bella vista.
Nos acomodamos en la pequeña tienda en el jardín, los aghas trajeron comida y cuando aquella muchacha dejó de moverse con nerviosismo la observé detenidamente, era aquella joven que se había aferrado a mi para que la liberara.
—¿Sobre qué quieres hablar conmigo? —le pregunté a la joven.
—Tal vez no me recuerde, mi nombre es Nadia. Usted me había dicho que ahora formaba parte del harem del Sultán pero yo no quiero ser una concubina, aunque en poco tiempo ya me he resignado a vivir en el palacio y me acostumbré a la vida en el harem...
—¿A dónde quieres llegar con eso? Sé clara, por favor —la interrumpí.
—Quiero que me tome como su criada, prefiero estar bajo su mando y no ser enviada a los aposentos privados del Sultán.
—¿Dices que prefieres seguir siendo una esclava antes que ser una sultana? Si alguien más te oyera podría malinterpretar tus palabras y pensar que ser una esclava es mucho mejor que ser una sultana.
—No, no es eso. Lo que trato de decir es que estaré con usted hasta que se convierta en la sultana más poderosa del imperio y me gustaría que cuando eso pasara usted me concediera mi libertad.
—Eso podría tomar años ¿puedes esperar el tiempo necesario? —ella dudó un poco antes de responder mi pregunta.
—No me importa si son 10 años o 100 años, lo único que deseo es volver a mi tierra y ver de nuevo a mi familia.
—¿Extrañas mucho a tu familia?
—Sí, mis padres, mi hermanos y hermanas lo son todo para mi, puede que seamos una familia humilde pero nos amamos mucho —al hablar de su familia una ligera lágrima cayó por su mejilla —Deben estar muy preocupados por mi, me deben extrañar mucho y seguramente me están buscando.
Más lágrimas caían por sus mejillas, Zayan le ofreció un pañuelo y ella se secó las lágrimas.
Volteé a ver a Zayan y ella parecía estar por llorar, también debe extrañar a su familia, si yo hubiese tenido una vida como ellas la tuvieron, seguramente también extrañaría mi hogar pero ese no es el caso y si logro sslir del palacio será para irme muy lejos en donde nadie me pueda encontrar.
—Muy bien, dejaré que me sirvas. Zayan te enseñará lo que debes saber y también te dará mejores vestidos.
—Muchas gracias, en verdad se lo agradezco tanto —dijo ella con una gran sonrisa en el rostro, ahora parecía llorar de felicidad —Le prometo que no la voy a defraudar.
—Puede que tu historia sea lamentable y que nuestra sultana te haya tenido lastima, pero si te atreves a traicionar a la Sultana no habrá piedad para ti ¿entiendes? —le dijo Zayan a la joven.
—Sí, entiendo —respondió ella con la cabeza baja, se le veía un poco nerviosa otra vez, parece que las palabras de Zayan la asustaron.
—Yo me encargo de convertirla al Islam, usted no se preocupe por eso y déjemelo a mi —me dijo Zayan.
—¿Convertirme al Islam? —preguntó Nadia.
—Si no deseas está bien, no se te puede obligar si no quieres —le dije.
—No, yo deseo hacerlo y también deseo que usted me pueda dar un nuevo nombre.
—Está bien, te daré otro nombre —pensé un poco antes de hablar —A partir de ahora tu nombre será... Habibe, que significa amada. Según lo que me contaste eres muy amada por tu familia, es por eso que elegí ese nombre para ti.
—Me gusta mi nombre, muchas gracias —ella se arrodilló frente a mi y besó el dobladillo de mi vestido.
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Perdón la demora, estoy en periodo de exámenes :( espero no tardar mucho en actualizar.
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La Mujer del Sultán
Historical FictionTodos queremos tomar nuestras propias decisiones sobre nuestra vida, lo mismo quería yo, pero el destino me hizo una mala jugada e hizo que alguien más decidiera mi futuro por mi. Fui obligada a pagar por un error que cometió mi padre y me entregaro...