—Bien. Me iré, ya que; no soy tu hija, no tengo nada que hacer aquí.
—Te crié todos estos años, viviste bajo mi techo y comiste de mi comida, me debes mucho, así que, págame lo que me debes —dijo él mientras sostenía fuertemente mi brazo.
—Yo soy tu hija ¿Acaso no ves el parecido entre nosotros? —le respondí mientras me soltaba de su agarre.
—De acuerdo, supongamos que eres mi hija. Aunque, siento que no es así.
—No me importa lo que sientas. Yo soy tu hija y esa es la verdad —dije antes de salir de su estudio.
Caminé hasta mis aposentos y al llegar, vi a Zayan tirada en el piso. Corrí de inmediato hasta ella y vi las heridas que habían en su cuerpo, tenía sangre en la boca y muchos moretones.
Con ayuda de algunos sirvientes la acostamos en la cama y pedí que llamaran al doctor.
Toqué la frente de Zayan y estaba ardiendo en fiebre, pedí que trajeron agua y paños fríos, pero nadie trajo lo que ordené y el doctor tampoco vino.
—Discúlpeme señorita, pero el doctor no vendrá y tampoco traerán lo que ordenó —dijo la jefa de las sirvientas, ella era quién dirigía a las sirvientas mujeres y el jefe de los sirvientes, se encargaba de los sirvientes varones. Ya que estaban al servicio de un Pashá y una sultana, los sirvientes varones eran castrados desde una edad temprana, sólo los guardias se libraban de la castración; ya que no se les permitía ingresar hacia los aposentos de las mujeres.
—¿Qué dices? ¿Por qué no vendrá el doctor y por qué razón se niegan a obedecer mis órdenes?
—Su señoría, nos ordenó que no siguiéramos ninguna de sus órdenes. Usted ya no tiene ningún tipo de autoridad en esta casa.
—¿Que no tengo ninguna autoridad? Soy la Sultana Ayse.
—Usted ya no es más una sultana y por orden de su señoría, no tiene más autoridad en esta casa. En cambio, sí su alteza el príncipe Rami hiciera esas órdenes, las cumpliríamos de inmediato —dijo esa misma mujer, la jefa de las sirvientas.
—¿El príncipe Rami dices? Bien, su alteza el príncipe Rami ordena que llamen al doctor para que atienda a Zayan.
—Disculpe, pero el doctor está permitido sólo para los miembros de la familia de su señoría. Pero las doctoras se harán cargo de su sirvienta. Ahora nos la llevaremos a otros aposentos en dónde se recuperará más rápido —ella hizo una seña con la cabeza y los sirvientes ingresaron para llevarse a Zayan —En sus aposentos encontrará la ropa de su alteza. Su señoría espera ver a su alteza para la cena.
Se sentía tan extraño volver a usar la ropa de un príncipe. Incluso me habían dejado algunos vendajes de tela para cubrir mi pecho. Odiaba ponerme eso, así como odiaba cortar mi cabello.
Durante el poco tiempo que estuve en palacio, me había acostumbrado a usar vestidos y joyas, excepto aretes, no pude hacerme las perforaciones, supongo que habrá sido porque presentía que este momento llegaría. El momento en el que volvería a ser Rami.
Debo aprovechar este tiempo, porque dentro de poco, me será difícil ocultar mi vientre. Por ahora, haré lo necesario para sobrevivir y que mi hijo nazca sano, sin importar el costo, haré que este niño nazca.
Las sirvientas ingresaron a mi habitación junto con unas tijeras y el turbante.
—¿Qué significa esto? —pregunté al ver las tijeras.
—Hemos venido para cortar su cabello, alteza. Está demasiado largo y parece el cabello de una mujer.
—Fuera de aquí, nadie tocará uno solo de mis cabellos. Sí se atreven a hacerlo, les cortaré la cabeza a todas.
—Como desee, alteza. Pero cúbralo bien con el turbante, así su señoría no se enojará por eso.
—De acuerdo, ahora retírense e infórmenme de inmediato si hay algún cambio en la salud de Zayan.
—No se preocupe, alteza. Le informaré si ocurre algo —respondió la jefa de las sirvientas, ella y las demás hicieron una reverencia antes de retirarse.
Me miré en el espejo durante un largo rato, aún no creía que esto estaba pasando. Había vuelto a ser Rami y está vez estaba embarazada.
La noche cayó y era hora de la cena, me dirigí hacia el comedor para cenar junto a mi padre y mis hermanos.
—¿No puedes hacer nada bien? ¿Cómo puedes ser tan incompetente? —oí decir a mi padre. Cuando me asomé por la puerta ví que estaba hablando con Suleiman.
—Padre, perdóneme. Hago mi mejor esfuerzo pero no logro dominar la espada como lo hizo mi hermano —dijo Suleiman limpiándose las lágrimas.
—Padre —dije mientras me acercaba a ellos —Estoy aquí justo como querías, tu hijo mayor Rami ha vuelto.
Mi padre me miró sorprendido pero luego empezó a reír —Pensé que no volvería a ver a mi hijo mayor, pero creo que me equivoqué.
—¿Ayse? —dijo Suleiman con una mirada desconcertada.
—¿Acaso eres sordo? Dijo que es tu hermano Rami. ¿Aparte de que eres un incompetente también eres estúpido? —le dijo padre a Suleiman.
—Basta, no tienes que hablarle así a Suleiman. Que no se te olvide tu lugar, padre. Tanto Selim como Suleiman son príncipes de la dinastía, la sangre de nuestro sultán corre por sus venas, mientras que tú naciste como esclavo y así morirás, sólo eres un sirviente más de nuestra dinastía.
—Ahora que volviste a ser Rami tienes más confianza, incluso desafías a tu propio padre. Has cambiado mucho, vivir como mujer te ha vuelto más sentimental.
—Tú querías que fuera Rami y aquí me tienes, asume las consecuencias de lo que hiciste.
Me marché de ahí sin mirar atrás y regresé a mis aposentos, no podía soportar estar en presencia de ese hombre. Ese hombre tan cruel y repugnante, que desgraciadamente era mi padre y el padre de mis hermanos.
Al siguiente día en la mañana llegó una criada a informarme que mi padre ordenó que me preparara para viajar, porque ese día íbamos hacia el palacio de Topkapi.
—Este siempre fue tu plan ¿no es así? —querías que fuera Rami para llevarme de regreso al palacio sin levantar sospechas.
—¿Y qué esperabas? Tengo un muy buen haz bajo la manga y pienso aprovecharlo muy bien —respondió mi padre.
—Esta vez será diferente, no voy a dejar que me uses a tu antojo, porque esta vez tengo algo porque luchar.
—Me parece bien que cuides a mi nieto. Debe nacer saludable para que pueda ser un digno príncipe de la corona.
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La Mujer del Sultán
Historical FictionTodos queremos tomar nuestras propias decisiones sobre nuestra vida, lo mismo quería yo, pero el destino me hizo una mala jugada e hizo que alguien más decidiera mi futuro por mi. Fui obligada a pagar por un error que cometió mi padre y me entregaro...