Los entrenamientos iniciaron, era día tras día, Katsuki les hacía realizar trabajos duros y para Freya, que jamás había hecho nada como aquello, estaba siendo una auténtica tortura.
Lo que la motivaba a continuar sin detenerse era su familia, proteger a su padre por encima de todo.
En uno de los entrenamientos se dirigieron a un bosque, allí había filas de árboles con tres dianas de pequeño tamaño pintadas en vertical en el tronco de los árboles, Katsuki estaba ante todos sus hombres, dispuesto a realizar una demostración de lo que quería que hicieran.
Como de costumbre su torso estaba al desnudo, dejando a la vista su vigoroso cuerpo, a muchos de los allí presentes parecían molestarle demasiado que luciera sus músculos, sobre todo a aquellos que eran delgados y parecía que podían partirse como ramitas frágiles, todo era por celos, y estaba segura de que muchos también envidiaban su fuerza y su ingenio, por lo visto era un auténtico prodigio.
— Bien, prestad atención. —Inició mientras tomaba un arco y tres flechas.— Las armas de proyectil son útiles en batalla, y creo que no hace falta que os diga que solo son útiles si sabes apuntar y lanzar con precisión. Me imagino que alguno de vosotros lo habrá intentado alguna vez y si no es así ya estáis tardando en pillarlo.
Shindo torció su nariz e hizo un gesto de burla en el momento en que Katsuki se volteó para lanzar.
A sus pies había una tabla de madera cuya parte central permanecía apoyada en una roca, de manera que quedaba inclinada, sobre ella habían posicionados tres tomates. Para sorpresa de todos los presentes Katsuki colocó las tres flechas en el arco, tensó la cuerda y le dio un pisotón a la parte que sobresalía de la tabla lanzando al aire los tomates, apuntó y cuando tuvo sus objetivos en la mira destensó la cuerda, atravesó cada uno de los frutos y los envió al centro de las dianas a cada uno sin fallar.
Todos se quedaron boquiabiertos, incluso Shindo se mordió la lengua por la rabia que sentía fluir de sus adentros.
El capitán se giró hacia ellos y con un movimiento de cabeza señaló a sus espaldas.
— En marcha.
No tardaron nada en ir a por sus respectivos arcos y prepararse para el entrenamiento, Freya también se apresuró, por algún motivo se sentía más observada por el capitán que el resto y es que cuando dirigía su atención hacia él le estaba echando alguna mirada de reojo o justo volteaba hacia su dirección para repasarle con la mirada de arriba a abajo y es que a Katsuki había algo que se le hacía muy raro en ese tal Pin pero no sabía decir el qué.
Freya se posicionó frente a uno de los árboles, jamás había realizado tiro con arco pero observó a su padre practicarlo en numerosas ocasiones.
Colocó bien los tomates sobre la tabla de madera y se preparó para intentarlo.
