Corría y corría divisando al pobre Phillipe a lo lejos quien continuaba e el jardín de aquel castillo, al ver a Freya le invadió una pura sensación de alegría que desapareció cuando vio su rostro encharcado en lágrimas.
-Vamos Phillipe.- Se montó agilmente sobre su lomo.- Vamos a casa...
El caballo trotaba por el bosque, todo lo rápido que sus patas le permitían, pero eso no sirvió de mucho, los aullidos de los lobos comenzaron a llenar el ambiente y Freya, abrió sus ojos de par en par cuando a su lateral izquierdo vio a unos cuantos lobos acechándoles.
Pero tuvo que haberse fijado a su otro lado, pues cuando quiso mirar ya era demasiado tarde, uno de los lobos se avalanzaba sobre ella y la tiraba al suelo.
Un gemido de dolor se escapó de entre sus labios, Phillipe relinchaba y se levantaba sobre sus patas traseras aterrorizado, moviéndose de un lado a otro sin saber que hacer.
Los lobos les rodeaban sin dejarles ni un solo hueco para huir, gruñona y babeaban hambrientos, en cualquier momento se volverían a lanzar y Freys no fallaba en sus obvias deducciones.
Tomó un palo que se encontraba a su lado y antes de que uno de ellos la alcanzase le atestó un golpe.
-¡Atrás!- Su mano temblaba, pero aún así golpeaba a cualquiera que intentase tocarla, uno tras otro, tras otro, no se daba cuenta de que uno de ellos, el más grande de aquella manada la acechaba por detrás, Phillipe intentaba avisarla desesperado pero Freya no podía estar al tanto de todo.
Cuando quiso lanzarse no pudo llegar ni tan siquiera a rozarla, pues una horrible bestia se interpuso en su camino propinándole un manotazo en la cara.
El lobo gimió adolorido ahora postrado en el suelo, mostraba sus afilados dientes y gruñía mientras intentaba levantarse.
Freya no daba crédito a lo que veían sus ojos, los lobos frente a ella comenzaron a ignorarla acercándose con cautela a ma bestia, pero eso significaba su perdición, siendo esta cien veces más fuerte
Bakugou golpeaba a cada uno con una fuerza brutal, lo impactante era que ninguno llegase a morir por el golpe.
Cuando el que parecía el líder de la manada recibió una fuerte dentelladas en el cuello todos los lobos vinieron aterrados, Bakugou lo tiró a un lado como su fuese basura y ahora observaba al resto con una mirada aterradora, incitándoles a que se acercasen su se atrevían, pero no, al estar su líder muriéndose desangrado les había quedado claro que no podían enfrentarle, así que sin más salieron huyendo de allí despavoridos dejando a su líder solo, ya al borde de la muerte.
