Su corazón latía frenético después de lo que acababa de suceder. Ya había perdido de vista a Bakugou que se adentró en el bosque en busca de más leña para el fuego.
Era la primera vez que compartía un momento como aquel con alguien, puesto que al estar tantos años encerrada en aquella torre con su madre como única compañía era difícil haber experimentado mucho más.
Pero su ilusión y sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz que conocía demasiado bien y le produjo cientos de escalofríos.
- Bieeeeen... Creía que no se iría nunca.
- ¿Madre?
Freya se giró sobresaltada y observó como Gothel se echaba su capucha hacia atrás, dejando ver su rostro un poco más aviejado, con su pelo negro y rizado decorado con algunas canas.
- Hola, cielo.
- Yo, yo... -Freya se puso en pie con sus manos temblorosas.- No, esto... No, yo...-Gothel se aproximó y la envolvió en un abrazo.- ¿Cómo me has encontrado?
- Oh... Ha sido muy fácil querida, he seguido el sonido de la traición más mezquina y ruin y he dado contigo.
Le decía con voz cariñosa y maternal mientras acariciaba su espalda de arriba a abajo.
Aquellas palabras hicieron sentir mal a Freya, que frunció lentamente el ceño confusa.
- Madre...
- Nos vamos a casa Freya.- Gothel se separó lentamente de ella, agarrándola de las manos y tirando suavemente de ella.- Ahora.
- Creo que no lo entiendes... -Dijo en un tono desesperado, haciendo fuerza para que no la arrastrase, provocando que Gothel frenase su andar y la mirase con sus ojos abiertos de par en par.- He hecho un increíble viaje, he visto y he aprendido muchísimas cosas... Y... -Sonrió con aire soñador.- Y he conocido a alguien.
- Sí, a un ladrón, que orgullosa estoy. -Soltó con sarcasmo llevándose una mano al pecho mientras mostraba una sonrisa falsa que se borró en un segundo.- Vámonos.
Volvió a tirar de ella, pero Freya se deshizo del agarre intentando hacer que su madre la escuchase.
- Madre pero... Creo que le gusto.
- ¿Que le gustas? Por favor, ¿es que estás loca de atar?
- Pero madre...
- Por eso no te debiste escapar. Toda esta estúpida aventura demuestra que eres muuuuy ingenua. -Le decía en un tono de falsa amabilidad dando vueltas a su alrededor hasta posar ambas manos en sus hombros. -¿Por qué ibas tú a gustarle a él? Mírate. -Sujetó mechones de su largo pelo, dejándolo arrastrar entre sus dedos mientras se alejaba.- ¿Es que crees que le has impresionado? No seas tontita... Y ven con mamita. -Estiró sus brazos hacia ella esperando a que se acercase, pero recibió la respuesta que menos esperaba.
