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Lentamente abrió sus ojos adaptándose a la poca luz que atravesaba las ventanas elaboradas con varias capas de cristal ; recordando a los segundos que hacía allí trató lo más que pudo de enfocarse y no distraerse por la somnolencia que le causaban los restos de anestesia en su organismo .
Se levanta dando pequeños pasos y observando el paisaje verde que rodeaba aquel abandonado hospital.
Deseaba fervientemente huir de ahí.
Hong Joshua maldijo una y otra vez el día en que se mudó a Corea para culminar sus estudios en la Universidad de medicina de Seúl alegando necesitar un cambio de aires .
Cada vez que abría los ojos y se hallaba a si mismo en aquella habitación se sentía lo suficientemente enfermo como para caer en un ataque de pánico.
Intentó regular su errática respiración y recorrió cinco veces la hermética habitación .
¿ Cómo paró en aquella descabellada situación? No tenía nadie quien le buscara , de seguro sus padres pensaron que estaría demasiado ocupado con sus estudios.
Nadie le extrañaría su repentina desaparición. Se reclamó a si mismo por no conseguir un compañero de piso como muchos le sugirieron .
Desde que pisó aquel continente su destino parecía trazado por irregulares líneas que lo conducían a la locura .
Estaba al borde del precipicio y no podía saltar porque unas cuerdas le ataban a aquella enferma realidad .
Su madre de seguro no pararía de enviarle rosas para aliviar su soledad y su padre de seguro le miraría con pena si estuviese "hospitalizado" como afirmaba aquel hombre de cabellos rubios que lo mantenía en aquella jaula plateada.
Deseaba bajarse de ese carrusel, pero ni de eso era capaz .
En ese juego del gato y ratón siempre salía perdiendo y aunque por más que deseara huir , ya había perdido la esperanza , la cual yacía fragmentada en miles de piezas en su aterrado corazón .
Amárdose de valor y centrándose en su único anhelo, recordó donde ocultó la llave para salir de aquel blanco y pulcro habitáculo.
Al salir rezó por quien sea que fuere aquel chico que estaba en un esquina moribundo pidiendo algo de ayuda , sabía que era inhumano el irse corriendo como un cobarde pero prefería que fuera cualquier otra persona con la que Jeong Han descargara la furia tras los intentos fallidos de clonar a su fallecido prometido.
Apenas podía conservar un poco la cordura en aquel abandonado manicomio en las afueras de Seúl.
Los recuerdos de cada una de sus citas con el apuesto médico de angelicales rasgos, con un título en genética y otro de psiquiatría atacaron su mente , se dejó deslumbrar por todo lo que Jeong Han le mostró, cayendo como un iluso en las garras de ese psicópata .