Sacrificio

Capítulo 5

“Si un hombre hiere a su prójimo, entonces deben hacerle a él lo que él le hizo al otro. Fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente; deben causarle la misma lesión que él causó. El que hiera y mate a un animal debe dar una compensación, pero el que hiera y mate a un hombre debe morir".
Levítico 24:19-21

11 días atrás

¿Cómo podría un asesino matar a alguien si no domina algún arma? ¿Cómo podría alguien matar a otra persona en primer lugar? Alana no sabía mucho sobre armas. Mejor dicho: no sabía nada.

Se vio frente a una navaja, una pistola, cinta adhesiva, tijeras... Toda una serie de 'artefactos' que había visto en las películas del televisor. No sabía que haría con todo aquello pero obviamente tendría que aprender tarde o temprano. Tampoco sabía cómo ella mataría a una persona cuando ni siquiera podía acabar con la vida de un simple insecto pero algo era seguro: no iba a parar hasta vengar a su madre.

Se acomodó en el sofá de su casa y abrió YouTube. No supo bien que poner en el buscador. 'Cómo aprender a disparar' le pareció bien. Le sorprendió encontrar toda una gama de videos sobre el tema, muchos explicados por chicas. Escogió el que más la convenció y se centró en ello.

No fue conciente de cuánto tiempo había pasado sino hasta que su teléfono dió la alerta de que estaba sin carga y se apagaría en poco tiempo.
Miró la hora: 3:00AM.
—Otro día sin mamá —pensó, antes de levantarse. Fue al baño a echarse un poco de agua en la cara, metió todo lo que podría necesitar dentro de una mochila, también tomó el teléfono y las llaves del auto. Fue a la nevera, cogió un pomo de agua y dudó si llevaba uno de los potes de helado que le había preparado su madre. Comer uno de ellos le supondría volver a llorar con aquel sabor, volver a recordarla.
—¿Por qué debería olvidarla? —se dijo.

Montó en el auto rumbo al bosque. Allí permitían cazar algunos animales. Llegó a la intersección y justo antes de cambiar la luz del semáforo se metió una cucharada de helado en la boca. Su corazón se encogió al recordar la risa de su madre al prepararlo, la alegría que suponía para ella ver a su pequeña disfrutando al tomárselo. Una lágrima fugaz se escapó de sus ojos. Con odio la limpió y se juró a sí misma que haría lo que fuera necesario para llevar a cabo su objetivo. La policía aún no tenía al asesino en sus manos pero ella sí lo encontraría. No sabía cómo pero lo haría. Digamos que les ahorraría tiempo. A ellos y a la muerte.