8 días atrás
Alana se revolvió en la cama. Sabía que era otra de esas ocasiones en las que despertaba antes de hora. Aún con los ojos cerrados estiró su mano intentando alcanzar el teléfono. En su camino tiró algo al piso. Resopló. Ya tendría que levantarse a recogerlo y una vez en pie no volvería a dormir. Encendió la pequeña luz de su mesita y encontró su móvil: 12:00 am. No había dormido ni cuatro horas.
—Menudo lío. —exclamó antes de activar la linterna de su teléfono y fijar la luz en el piso. ¿Qué era lo que se había caído? Buscó algo inusual. Ni siquiera sabía que buscaba pero bueno...Pensó que sería buena idea levantarse y ver si estaba bajo su cama pero la idea no le gustó nada. Mejor se esforzaba por agarrar el sueño que ya se estaba convirtiendo en costumbre despertar por esas horas. Cerró sus ojos y en apenas unos minutos dormía tranquilamente.
El objeto permaneció en la oscuridad. Bajo su cama. Como si de un monstruo se tratase.
Apenas las 12 del día y Alana ya estaba cansada. Le dolían las manos, el hombro, la espalda y la cabeza. Parecía que de un momento a otro sus huesos se quebrarían. Se sentó en aquel tronco que se había convertido en su silla desde que iba a practicar, bebió un poco de agua y secó el sudor de su frente con la manga de su camisa. Observó cómo no había dado en el blanco ni una vez. Esto se estaba convirtiendo en todo un desafío.
Comenzó a guardar todas las cosas pero algo la inquietaba. ¿Qué era?
Miró a su alrededor. El sonido del aire y las hojas sólo la asustó más. Intentó buscar entre la espesura del bosque algo fuera de lo normal pero no detectó nada. Negó con la cabeza. Ya volvía a estar paranoica.Continuó recogiendo sus cosas lo más calmada posible pero su corazón se negaba a dejar de latir tan apresuradamente. Cada vez sentía más aquella presencia, como si caminara hacía ella. Sintió un escalofrío. Quería salir de ahí lo antes posible. Para su mala suerte el pomo de agua se le cayó. Rodó hacia el bosque. Vio como se alejaba rápidamente y se detenía a unos metros del lugar donde ella se encontraba. Aquel pomo le encantaba.
Ella misma le había puesto algunas pegatinas de adorno. Quiso ir a buscarlo pero su cabeza le decía que no lo hiciera.Tomó su mochila y marcó en su teléfono el número de aquel policía que se había ofrecido a ayudarla en cualquier momento. No sabía por qué hacía aquello pero algo dentro de ella la instaba. Tal vez aquella era la emergencia de la que había hablado el oficial ¿verdad? Muy a su pesar dió la espalda a todos aquellos tenebrosos árboles y se puso en marcha. A los seis tonos levantaron el teléfono.
–Oficial Ramírez ¿qué se le ofrece?– la chica suspiró, aliviada. Aún tenía un poco de temor pero con esa voz del otro lado se sentía un poco más segura.
–Hola, señor Ramírez. Soy la... la señorita Evans de... del caso... –el oficial la interrumpió antes de que terminara.
–Señorita Evans, que sorpresa. ¿Cómo puedo servirle?
–Bueno yo... verá... yo sólo... deseaba... saludar. –pensó que nunca había mentido de una manera tan descarada.
–¿Saludar...? ¿Acaso... sucede algo? ¿Debería pasar más tarde por su casa?
–No, no se preocupe. Todo está bien. –lo último que necesitaba era quinientos policías dentro de su casa. Bien difícil había sido ocultar las armas la última vez.
–¿Puedo hacerle una pregunta?
–Claro, señor Ramírez.
–¿Por qué se escucha agitada?– Alana se percató que se había alejado del lugar casi corriendo y por ello apenas podía hablar.
–Eso... Sólo me ejercitaba.
–Hmm... Está bien. Si no sucede nada, colgaré.– Alana observó que casi llegaba a su auto. No pasaría nada tan cerca de la meta ¿o si?
–¿Señorita Evans?– la voz del oficial la sacó de sus pensamientos.
–Ah, si... ¿Qué me decía...?
–Le decía que esta noche pasaré a hacerle una visita.
–No hay necesidad, señor Ramírez.
–En eso no estoy de acuerdo con usted. Es obvio que me ha llamado para hacer tiempo. ¿No está usted huyendo?– El corazón de Alana se aceleró al escuchar esas palabras pero no sólo por ello. Al montarse en su auto observó que efectivamente, alguien la estaba siguiendo. El extraño la saludó con la mano donde llevaba su pomo de agua.Su sangre se heló. Arrancó el carro a toda velocidad antes de que el hombre lograra alcanzarla. Alana lloró. Ese hombre estaba hablando por teléfono. No, no podía ser. Aterrorizada miró la pantalla de su teléfono. Oficial Ramírez. Aunque no tenía el teléfono en altavoz pudo escuchar claramente lo que decían desde el otro lado.
–¿No va a recoger su pomo de agua, señorita Evans?
Su corazón se detuvo por un segundo. Sintió que se ahogaba. Colgó la llamada. ¿Acaso ese hombre había matado al policía? ¿Qué se suponía que hiciera ahora? No podía ir a su casa.
¿A dónde iría? Golpeó el timón una y otra vez.–¡¿Qué he hecho para merecer esto, Dios mío?!– gritó.
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Sacrificio
Mistério / SuspenseAlana es una joven como cualquier otra. O tal vez no. Tal vez es más solitaria, más callada, más fuerte. Alana tiene una historia, un pasado oscuro, unas sombras que amenazan con absorberla, una decisión que la persigue en sus días, en sus noches, e...