Capítulo 17

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Alana escuchaba muchas voces.
Todas se amontonaban a su alrededor.
Ser consciente de tanto la tomó por sorpresa.

Abrió los ojos y miró a su alrededor.
Estaba en un hospital.
¿La habían salvado?
Miró sus muñecas y las marcas de haber sido atada continuaban allí. No había estado soñando. Tenía que buscar a alguien para preguntar dónde estaba. Miró a su alrededor y cientos de personas caminaban de un lugar a otro por aquel salón. Algunas con batas médicas, otros sin ellas. Intentó sentarse en la camilla pero su cuerpo obviamente no respondía. Una persona conocida apareció ante sus ojos. Aquel rostro le parecía muy familiar. ¿Quién era?

El extraño la miró y sonrió. Una sonrisa...
Era él.
Lo supo al momento.

Mientras se acercaba ella deseó poder salir de allí rápidamente. Irse lejos. Él tomó asiento a su lado.
–¿Cómo te sientes? –preguntó.
Ella no pudo responder. No sabía qué sentía. La visión de verlo usando el vestuario característico de los médicos la dejó en shock. Él continuó examinándola como si realmente ese fuera su papel: cuidar del paciente. Una chica se acercó a ellos sonriente, tendría la misma edad de Alana, tal vez un poco menos. Abrazó al desconocido por la espalda dejándola aún más desconcertada.
–¡Hola papá! ¿Cómo va tu día? –Alana no pudo ocultar su sorpresa. ¿Papá? Miró al hombre que tenía frente a ella y su mirada bien le dijo que si abría la boca aquella calma acabaría. Se estremeció cuando vio al doctor suavizar su rostro para hablar con su hija. ¿Acaso estaba sonriendo tiernamente? No podía dar crédito a lo que ocurría ante sus ojos.
–Ya te he dicho que no vengas al hospital. ¿Cuántas veces tengo que repetirlo? Tampoco me llames papá cuando esté en el trabajo. Vamos –intentó tomarla por el brazo para alejarla pero la chica fue más rápida. Lo esquivó y se acercó a Alana quien retrocedió lo más que pudo en el colchón. Al ver su reacción, la chica tomó su mano suavemente.
–Tranquila, mi papá es muy bueno en lo que hace. Él te mantendrá a salvo. Mi nombre es Cristal espero que seamos amigas en el futuro. Ah! Mi papá se llama Julian Evans y...
–Suficiente. Vámonos. –dijo él tomándola por el brazo.

Los ojos de Alana se llenaron de lágrimas mientras los veía alejarse. Si lo que había dicho aquella chica era cierto...

No, no podía ser.
Sólo una coincidencia.
Sólo casualidad.
Sólo...
No.
Era imposible que aquel hombre fuera su padre.

SacrificioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora