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31 de julio, 2018
Canberra, Australia

    Había llegado el día. Cole no quería irse de Canberra, quería quedarse un poco más, pero él sabía que ya no era posible. Ashton se había ido de la casa de los Collins hace un día, peor habían acordado verse en el aeropuerto para regresar juntos a Brisbane.

    Blake se sentía algo triste por despedirse de su hermano, no iba a negarlo, pero tampoco iba a aceptarlo frente a Cole, ella lo echaría mucho de menos.

    Pero tampoco se iba a atrever a decirle que se quedará un poco más, ella sabía que su hermano ya estaba comenzando su propia vida y no era aquí. Ella no iba a culparlo por querer irse.

    La chica le ayudó a bajar su última maleta del auto de su madre para comenzar a caminar a la entrada del aeropuerto. A ninguno de los Collins le gustaba las despedidas. Tenían memorias muy amargas sobre las despedidas.

    La más nostálgica era su madre, antes de salir de casa ya había llorado. Cole y Blake presentían que lo volvería hacer cuando fuese hora de abordar el avión.

—Estaré bien mamá —le aseguró Cole—. He sobrevivido casi tres años solo, no tienes porque seguir preocupándote por mí.

—¿Qué dices? Yo siempre me preocuparé por ti, eres mi hijo.

    Mientras más se adentraban al aeropuerto las emociones eran más fuertes, era cómo la primera vez que Cole dejó Canberra para mudarse a Brisbane junto a Ashton.

    El año pasado, Blake y su madre habían ido a visitar a los chicos en su departamento en la ciudad por el cumpleaños de Cole. Su madre después de eso se sintió más aliviada.

Blake sería capaz de aceptarlo en voz alta, pero la primera persona que divisó entre todos esos desconocidos fue al castaño.

Cuando lo vió parado a unos metros de ellos, le dolió el pecho al verlo solo. Nadie lo había ido a acompañar. Blake era sabedora de la relación de Ashton con su familia, la cual no era muy buena.

Esa fue una de las razones por las que prefirió pasar el verano en casa de los Collins en lugar de su hogar.

—¿Dónde demonios se ha metido Ashton? —farfulló Cole dándole un recorrido a todo el lugar con la vista.

La chica se sorprendió al saber que su hermano no había dado con su mejor amigo, eso hizo que tampoco quisiera mencionar una sola palabra. Antes de que Cole se mudara con Ashton a Brisbane, él solía hacer bromas que no eran tan ajenas a la realidad acerca de los sentimientos de Blake por el castaño.

Ella siempre se negó ante esas bromas por parte de su hermano, pero siempre con las mejillas rojas por saber que eso en realidad era verdad.

Ashton era el primer amor de Blake.

—¿Qué tan ciego estás Cole? —mencionó ella llamado la atención de su madre y hermano.

Se vio en la necesidad de contribuir en la "búsqueda" del chico al ver que su hermano no lograba dar con él.

—Ashton esta justamente allí —señaló al chico que llevaba una camisa verde militar puesta—. Está a unos cinco metros de nosotros —bufó.

Cole no le dio las gracias o algo parecido a su hermana, tan sólo tomó sus maletas y se dirigió al chico. Su madre y hermana se vieron en la necesidad de hacer lo mismo.

Cuando ambas llegaron, Cole y Ashton ya se encontraban conversando tranquilamente. Estaban hablando como si no se hubiesen visto desde hace décadas, cuando en realidad tan sólo pasó un día.

—¡Hola Blake! —saludó con una sonrisa—. Buenas tardes señora Collins —saludó amable a la mamá de los chicos.

—Buenas tardes Ashton —la señora Collins le devolvió el saludo.

—Hola —Blake se limitó a darle u pequeña sonrisa.

—Gracias por las fotos, en verdad son asombrosas.

—No es nada —susurró.

Después de la visita de los Hemmings y antes de su conversación nocturna con Luke. Ashton habían ido a la habitación de Blake para poder ver las fotos que ella había tomado de la luna de sangre.

Ashton habían quedado hipnotizado, tanto que después de verla y hablar acerca de ello con Blake, le pidió a la chica que le obsequiara una copia de esas.

Una petición a la que Blake no pudo negarse.

En ocasiones se sentía algo avergonzada por su actitud al estar cerca de Ashton y peor aún estando a solas. Su sola presencia la hacía sentir nerviosa.

Para Blake, Ashton era un amor realmente imposible. Y no solamente por ser el mejor amigo de su hermano, aunque eso no tiene mucho que ver. Era imposible por ser mayor que ella, sí. Blake cree con firmeza que eso tres años hacen una gran diferencia entre los dos.

Y ella no es el tipo de Ashton. Lo sabía por las novias que él había tenido en el pasado. Ella no encajaba con el tipo ideal del chico.

Sabía que no estaba bien comparase con otras chicas, pero le era imposible hacerlo. Le era imposible ignorar que ella nunca sería su tipo. Porque no tenía el cabello rubio o los ojos brillantes con sonrisas estéticas o cuerpos de infarto.

Blake sabía que Ashton jamás dejaría de verla cómo la hermanita de su mejor amigo.

A pesar de que la pubertad le hizo bastante justicia, sabía que no estaba en los estándares del chico y saber eso le dolía.

—¿No le darás un abrazo de despedida a tu hermano Blake? —canturreó Cole mientras tenía los brazos extendidos en espera de un abrazo por parte de la chica.

Blake se había hundido tanto en sus pensamientos que después de saludar al chico se desconectó de la realidad y se concentró sus propios pensamientos. No escuchaba más que a ella misma.

Esa vez no dijo nada antes de darle a su hermano un abrazo. Eso le sorprendió un a Cole, pero no quiso hacérselo saber a su hermana.

Tenían que subir a su vuelo, así que se apresuraron con las despedidas. Antes de darse cuenta Ashton estaba abrazándola.

—Gracias por el verano —susurró—. Espero verte pronto y disfruta de tu último año, de seguro te la pasarás bien.

Blake estaba estática por el contacto físico del chico y casi se desmayaba al sentir sus labios sobre su mejilla. Fue un beso fugaz y apenas parecía real.

Esa fue la primera vez que Ashton hacía algo igual. Blake parecía estar flotando entre las nubes, sin poder creer lo que estaba pasando.

Parpadeó un par de veces tratando de asimilarlo y cuando al fin lo hizo, Cole y Ashton ya se habían ido.

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