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16 de noviembre de 2016
Canberra, Australia.

     


El sol estaba despidiéndose de la ciudad de Canberra una vez más, Blake estaba sentada en el pórtico de su casa, sintiendo las ligeras brisas de despedida de otoño.

     Tenía los ojos cerrados disfrutando de la sensación, su madre había ido a trabajar esta tarde por lo que se encontraba sola en casa y había decidió salir a recibir un poco de aire.

     Era muy tarde y la temperatura en la ciudad había bajado demasiado, debía de entrar a su casa pronto a menos de que quisiera pescar un resfriado nuevamente.

     Fue entonces que vio a Luke salir de su casa con un par de bolsas en la mano, así que supuso que había salido a tirar la basura, por lo que espero a que lo hiciera para después saludarlo.

—Hola —dijo ella.

—Hola —respondió Luke esbozando una ligera sonrisa.

—Hace bastante que no te veía —preguntó ella—. ¿Cómo has estado? ¿Qué tal han ido las cosas con Daisy?

—He dejado las cosas con Daisy —mencionó un poco desanimado—. Creo que funcionamos mejor como amigos.

—Lamento oír eso.

—No tienes que hacerlo, ambos acordamos quedar de esa manera, así que no hay nada que lamentar.

—De acuerdo...

—¿Hace cuánto se fue tu hermano de casa?

—Se fue hace casi dos semanas.

    Luke asintió, estaba por decirle a Blake que tenía que irse porque no sabía de que hablar con ella, debido a la reciente lejanía entre ambos estaba haciendo algo difícil comunicarse como antes lo hacían.

—Kylie últimamente ha preguntado por ti —mencionó algo vacilante.

Cuando Luke mencionó aquello Blake cayó en cuenta que hace mucho que no se cruzaba con la menor de los Hemmings, la última vez fue hace poco más de dos meses.

—¿De verdad? Vivimos justo enfrente pero hace mucho que tampoco la veo.

—Ahora mismo no esta en casa, en las tardes suele ir a clases de baile con otras amigas de ella. No regresa hasta las siete.

—Quizás esa sea una de las razones por las que no la he visto.

—Probablemente así sea.

—¿Donde te has metido? No te he visto en los pasillos.

—He estado haciendo un par de tutorías en la biblioteca —se encogió de hombros.

—Vaya, ¿en qué momento te hiciste tutor?

—No mucho en realidad, aunque personalmente no es algo que me hubiera gustado hacer.

—¿Entonces por qué lo haces?

—Digamos que no tuve elección.

—¿De quién eres tutor?

—Chicos de primero, es bastante complicado lidiar con ellos —suspiró—. Pero es preferible hacer eso a tener que presentar una obra de teatro frente a toda la escuela.

—Tienes razón —ella sonrió—. Hay cosas que son mejor que subirte al escenario y tratar de actuar.

     El rubio de igual manera le devolvió la sonrisa, él movía un poco sus piernas parecía que tener esta conversación de pie no le estaba agrando del todo.

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