Capítulo 12

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Regresar a la universidad era como empezar de nuevo, justo en el punto de partida, regresar a unos días en los que nada más que los exámenes y la renta, atormentaban su cabeza. Extrañaba preocuparse por no llegar tarde a un trabajo, o haberse olvidado de una entrega final. Y sobretodo, extrañaba ser él mismo, pues aún estando en la misma mesa de siempre de la cafetería, con el viejo uniforme manchado de su facultad, riéndose de los mismos chistes de sus amigos; él ya era otra persona. Otro Pete,  y este Pete no dejaba de pensar en Vegas.

── Tengo hambre. ¿Quién va a invitar la comida hoy? ──preguntó Pol, posando sus brazos, cada uno, sobre Pete y Arm. Ambos se lo sacaron de encima con una expresión de asco.
── ¡Estás todo sudado!
── ¡Quita, quita!

El más alto de los tres muchachos, los miró con fingido dolor, haciendo un corazón sus manos que lentamente se rompía. Era un poco dramático, pero al menos eso hacía sonreír a Pete, aunque la sonrisa no tardara en desvanecerse.

── Pero, bueno, sí hay que comer algo. ¿Comeremos aquí o quieren ir a algún otro lado? ──preguntó Arm, limpiando sus lentes para ponérselos ahora que habían acabado su entrenamiento. Al igual que Pete, los otros dos muchachos practicaban kickboxing en la universidad. Eran muy buenos, aunque unos más que otros. Pete, particularmente, se destacaba entre todos.

── Cualquier cosa mientras sea picante. ──respondió Pete, no muy interesado en los planes que proponían, él iría a donde fuese que sus amigos lo llevaran.

── Oh, saliendo del campus hay un lugar, es pequeño, pero tienen comida casera muy rica. ¿Qué dicen? ──Preguntó Pol, pero solo miraba a Pete, igual que Arm. Los dos parecían muy prestos a complacer a su amigo, lo trataban como si fuese un convaleciente, así que procuraban que él siempre estuviese de buen humor.

── Está bien ──acordó──, pero yo sí que me iré a dar una ducha antes. No como ustedes, cochinos. ──Terminó de guardar su uniforme formal en el bolso y se despidió de la pareja, prometiendo que se encontrarían después en el restaurante que Pol había sugerido.

Su estado de ánimo no era el mejor, pero durante el día podía mantenerse distraído, realizar sus actividades sin problema y dejar de pensar en Vegas y todo lo ocurrido. El problema era en las noches, o cuando él lo llamaba o escribía. Se había agendado a sí mismo en su celular una de esas noches que estuvo en su casa, así que cada vez que "Khun Vegas 🔥" aparecía en su teléfono, a su mente llegaban todos los recuerdos de los dos.

Pero al menos su estado físico era mejor. Mientras se miraba en el espejo de cuerpo entero que se encontraba en los vestidores, reparó en los viejos moretones de los que no quedaba ya más que una ligera sombra. En su cuello, solo unas muy finas, y ya casi transparentes líneas rojas, se alcanzaban a ver, y aunque su voz todavía estaba un poquito ronca, ya su garganta no dolía y tampoco su cuerpo.

De lo que pasó con Vegas, no le contó nada a sus amigos, ellos sabían que algo malo le había ocurrido a Pete, pero solo podían crear conjeturas, imaginar cosas terribles y otras no tanto, sin embargo no lo presionaban. Si algún día él quería compartirles la verdad, ellos lo escucharían, mientras solo se limitaban a cuidarlo con disimulo y desde lejos. Y es que, aunque Pete hubiese querido contarles, no lo habrían entendido.
Para cualquiera sería incomprensible como una aventura de apenas unos días podía dejar una huella indeleble en el corazón de alguien, pero así había sido. La intensidad de ambos los había consumido casi hasta destruirlos, la pasión con la que sintieron cada beso no se podría volver a sentir con más nadie. Si así habían sido los primeros encuentros, temía lo que pudiera hacerles una relación más larga, fuese o no algo sentimental.

A todo eso, debía sumarle el hecho de que Vegas había sido el primer hombre con el que Pete estuvo y quien abrió las puertas para que una nueva versión de él conociera el mundo.

𝐢𝐢. 𝐁𝐚𝐛𝐲𝐬𝐢𝐭𝐭𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora