2)1.1. COPA AMÉRICA

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Nota de la autora: Capítulo bastante AU para lo que suelen ser, y van a ser, los demás de esta historia. Contiene una especie de infidelidad; no lo es del todo, pero la protagonista la va a sentir como tal. Entonces, consideren esto como una advertencia si estas cosas no son de su agrado o hacen que se sientan mal. Nació como una forma de descargarme cuando surgió todo el drama de Rodrigo De Paul y, lamentablemente, me envenenó el personaje lo suficiente como para que en una de las ramas de esta historia aparezca este capítulo. 




NO EDITADO


Habíamos ganado la Copa América y todavía no podía creerlo. En realidad, sí que podía porque dentro de mí estaba convencida de que iban a ganar; simplemente me costaba sentir que era real.

Era el cierre de oro para todo lo que había sido esta experiencia para mí. Había disfrutado como nunca cada partido, cada previa y cada momento posterior también. Esto ya iba más allá de mis almas gemelas y si se merecían como personas vivir algo así; esto era para nosotros los argentinos, que en su mayoría disfrutábamos estas cosas como pocos, y era muy especial para toda una generación que nunca había visto campeón a la Selección y que se sentían representados por la Scaloneta.

Cuando mi familia me preguntaba, yo respondía que lo importante era disfrutar el partido sin importar el resultado, pero obviamente que estaba desesperada porque ganen y, de paso, les cierren el culo a todos...especialmente a esos putos periodistas, la puta que los parió; no había parado de cantar eso desde que los había escuchado gritándolo cuando terminó la tanda de penales, y no podía estar más de acuerdo.

Mientras miraba mi celular y al mismo tiempo prestaba atención a lo que estaba pasando con la cobertura postpartido en TyC Sports, no dejaba de sonreír como una estúpida y cada vez que aparecían videos de ellos festejando me ponía a cantar a la par. Recién pude dormirme después de almorzar por lo pasada de revoluciones que estaba y dormí hasta que se puso el sol.

Hacía tan solo unos minutos que había abierto los ojos cuando se abrió la puerta de mi casa y escuché la voz de una de mis amigas, que me soportaba desde que tenía memoria. No me había avisado que iba a venir, lo cual era raro, pero no imposible teniendo en cuenta que nuestras mamás eran súper unidas desde que se habían conocido cuando nosotras íbamos al jardín.

Corrí a lavarme los dientes y la cara para despejarme un poco y no tener tanta cara de dormida; normalmente no me gustaba que la gente apareciese así de la nada, sin previo aviso, así que entre eso y lo poco que había dormido se podría decir que no estaba del mejor humor.

-¡Hola, amiga! –gritó Jazmine al verme, claramente en una onda totalmente opuesta a la mía, todavía en parte dormida.

-Jaz –contesté abrazándola y dándole un beso en la mejilla-. No sabía que venían, mamá no me avisó nada.

-Surgió ahora –me aclaró tirándose en la cama-. Arréglate lo más rápido que puedas que vamos a una joda juntas –me ordenó.

-¿Ahora? –pregunté incrédula-. ¿A dónde? Estamos en plena pandemia –me quejé.

-Me dijiste que necesitabas que yo te obligue a salir porque sola no lo vas a hacer y te hace bien –me recordó y era verdad; digamos que no me había tomado demasiado bien el terminar mi relación con Nahuel y era una lucha conmigo misma, el mantenme alejada, que comenzaba desde el momento en que me despertaba hasta que finalmente me dormía.

Había pasado casi un año, pero yo seguía recordando cada detalle de él como si hubiese sido ayer. Cada pequeña actividad que hacía durante mi día me recordaba su ausencia en mi vida; después de todo, nos habíamos acompañado por videollamada en nuestras actividades diarias y ahora el silencio tenía otro peso para mí. Ya no podía levantar la mirada de mis ejercicios de matemática y encontrarme a Nahuel del otro lado de la pantalla haciendo otra cosa; todavía recordaba perfectamente las veces que me lo había encontrado mirándome estudiar con corazones saliéndole de los ojos y cómo me había sonrojado, a pesar de que él rápidamente había intentado disimular lo obsesionado que estaba conmigo mirando para otro lado.

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