Capítulo 7

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Sangre Pura.

Yan_skyblue.

Capítulo 7.

No diré no llores, porque no todas las lágrimas son malas.

-J. R. R. Tolkien.

Silencio que contrasta con el clamor desesperado que dura eternamente en un corazón destrozado, gritos de angustia y desgarradores. Los pobladores tratan de sofocar las llamas mientras todo cuanto han conocido se esfuma, incluso seres queridos.

Ruxandra escuchó a su interior hasta ahora dormido, le gritaba rendirse, buscar deshacerse de ese dolor punzante en el corazón. La vida se le había ido, su mundo entero ardía en llamas, ardía junto a la imagen eterna de quienes amó, morir. Quería perecer también, morir para ir con ellos, para que dejara de doler, para ya no escuchar nada y sentirse culpable del sufrimiento ageno.

Notó la espada del desconocido colocada en su cinto, con un rápido movimiento le despojó del arma, se alejó y apuntó la hoja filosa directamente a su vientre cortandose las palmas por tomarla directamente del filo de la hoja.

Dejaría este maldito mundo donde las penas le han golpeado tan despiadadamente. Sin nana ya no había más, ni mañana, ni esperanza. Estaba tan cansada del mundo y de la vida, del dolor, de sufrir por un error.

Artur observó en silencio analizando si ella en realidad lo haría; esos ojos otoñales simplemente callaban en su dolor, no había una palabra de aliento, no había nada más que silencio y el silencio le dolía más que los gritos. Permanecía inmutable y ella flaqueó ante el miedo de ese frío otoño pensando en no acabar con su vida, sin embargo, decidió que el mundo no tenía nada más para ofrecer. Introdujo la hoja en su vientre. El dolor fue instantáneo, sintió ardor, sintió calor, sintió tantas cosas y tanto miedo. Cayó de rodilla observándolo, él se acercó y le tomó el rostro entre sus cayos as manos.

—No creo que tu destino sea morir así, mujer.

—Yo no tengo destino, ni futuro.

—Si sobrevive, lo veremos.

Ella cerró sus ojos, tenía frío y mucho sueño.

****

Iorghu, un descendiente del clan de los santos y compañero desde hacía un año del cazador caminaba entre los escombros de una parte del pueblo que ya simplemente era brazas calientes, pocas eran las llamas. Vio algunos cadáveres calcinados, era horrible y sin embargo no le impactó, él y Artur sabían lo que era el dolor y la muerte, ambos sabían como lucia un vampiro, qué huellas dejaba atrás y en esta ocasión el olor que llegaba a sus fosas nasales se lo gritaba.

—Vampiro— susurra el hombre al ver las marcas de quemaduras en el suelo, aparentemente algún valiente logro asesinar a la criatura. La iglesia fue reducida a cenizas y escombros, pero la marca del suelo era obvia, la quemadura que deja una bestia de las tinieblas junto a ese olor repugnante, aunque si lo pensaba bien que fueran tan fuerte el olor significaba que...

Sus ojos se movieron entre los escombros y escuchó atentamente, se concentró en aislar el ruido de los aldeanos para tratar de escuchar algo más, necesitaba estar seguro nada lo acechaba. ¡Allí!, a la izquierda, detrás de las llamas estaba aquello que buscaba; con un instinto asesino y quemaduras en todo el cuerpo apareció uno de esos seres demoníacos. Se abalanzó directamente sobre él.

Iorghu desenvainó su espada, recibió a la bestia con un zarpazo en el pecho desnudo. Era una mujer, una mujer desnuda con quemaduras graves casi en todo su cuerpo. La sangre pútrida de la bestia le salpicó el rostro antes de comenzar a rebalarse por las quemaduras hasta el suelo.

Sangre Pura (historia Original Corta) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora