Sangre Pura.
Yan_skyblue.
Capítulo 9.
Y ella tenía una sonrisa enorme, del mismo tamaño de su dolor
-Instagram.com/notastumblr.
—¿Estoy viva?— dijo la mujer antes de centrar su atención en el sujeto a su lado, suspiró ante la imagen de la serenidad hecha persona e inmediatamente la calidez de antes se instaló en su pecho, supo entonces que todo estaría bien...
—Aparentemente — contestó el hombre.
Ruxandra sabía quién era, el cazador de gran fama, él estaba ahora frente a ella con sus enigmáticos ojos brindandole silenciosamente alivio. No pudo evitar suspirar, el dolor en su costado era punzante, pero ése hombre sabía calmar su alma sin usar palabra alguna, era como un día de otoño después de una tormenta, Artur Moldovan...
—Gracias— sonrió ella. Hacía tanto que no sonreía sin sentirse forzada.
Él asintió. Se quedó un rato más contemplando a la desconocida, sus suplicantes ojos nocturnos, eran bálsamo en su alma atribulada como si la nostalgia de un pasado no vivido le gritara ella no era mala. Recordó a fallecida esposa y sus días juntos aún con la culpa colgada de cada escena.
*******
Pasado.
—Te amo Artur— dijo su esposa mientras bordaba un pañuelo. Estaban sentados en el saloncito viendo el jardín, era uno de esos días bellos de verano.
Artur se quedó callado, no era de mentir, si no sentía algo simplemente no lo diría y con ella mucho menos. Siempre le aseguró que sentía algo por ella, pero el amarla era algo abismal lo cual no entendía, Moldovan conocía el concepto del amor a través de los ojos melancólicos de Nadia, lastimosamente no por su propia experiencia, era algo que no había experimentado fuera del cariño por sus hermanos.
Nadia sonrió bajando la mirada, sabía lo que su falta de respuesta significaba el no la amaba todavía, ella estaba segura él tenía mucho amor por dar, solo necesitaba un poco de ayuda y ella estaba dispuesta a esperar eternamente. Esa palabra le sabía extraño porque él futuro no le parecía claro si no oscuro.
Levantó la mirada del bordado con una radiante sonrisa esperanzada ignorando ese sentimiento etéreo de pérdida.
—Lograré algún día me digas Te amo, también—su declaración fue tan tierna y resuelta que logró derrumbar un poco del muro en el interior de su esposo, lamentablemente no viviría para escucharlo decir ésas ansiadas palabras. Pero su obra permanecería intacta en él.
******
Decidió darle espacio a la mujer, tomó asiento en la otra esquina, tan callado como le era normal.
Ruxandra aún estaba mareada por la pérdida de sangre, se arrepintió de haber actuado tan torpemente, su vida no era para morir así, había sobrevivido a tantas cosas que parecía un desperdicio irse sin dar más de sí misma, debía aferrarse a la idea de que su existencia tenía un propósito el cual no había encontrado. Se recostó del lado opuesto a su herida, vio la silueta del hombre antes de cerrar los ojos, quizás mañana dejara de sentirse tan miserable.
Iorghu permaneció afuera buscando leña para hacer alguna fogata, iba distraído hasta escuchar un ruido, volteó listo para matar lo que fuera resultando ser un siervo, suspiró aliviado, regresó al refugio con la carga de leña.
La tarde caía rápidamente, decidió sería buena idea preparar un guiso para la mujer, si es que no había muerto todavía. Colocó la madera cerca de la entrada, se tardó un poco en encender el fuego pero lo logró, puso un par de rocas alrededor y encima la olla, hecho el agua de su cantimplora algo cansado.
—Deberemos pasar por algún río— susurró al ver que quedaba vacía.
Se dedicó a preparar la comida con los trozos de verduras que quedaban en sus reservas, esta vez no pudieron cobrar por el trabajo mucho menos recibir pago en comida o bebida.
Dentro de la cabaña, Artur observa a la mujer, la marca en su mejilla con la forma de un diamante, se veía demacrada y muy ojerosa, además sus ropas aparte de horribles olían muy mal. Decidió hacer algo. Las hojas secas y ramas crujieron ante el peso del hombre que se movía para salir del pequeño refugio llegando el ruido a oídos de Ruxandra.
Caminó derecho perdiéndose entre los arbustos pidiendo a su amigo vijilarla.
Después de horas de espera interminables cuando ya los ratos del sol avisaban el amanecer al lado del camino escuchó una carreta. No era calse de persona pero por esta vez lo haría, se tapó el rostro con un pañuelo y se lanzó al ataque logrando el conductor se detuviera dándole la oportunidad de propinarle un golpe que le noqueo, los dos hombres y la mujer en la carreta bajaron asustados, el cazador esculco entre las pertenencias de los viajeros hasta encontrar lo que buscaba, luego les dejó ir. Regresó al refugio con su botín, la invitada había despertado de nuevo esta vez más animada, esperaba sonriente la sopa que el joven Iorghu le ofreció. Moldovan entró y le lanzó el vestido que hurto para ella. Ruxandra los contempló por un rato, eran preciosos... los ojos se le aguaron y como la herida no le dolía tanto pudo salir apresurada del refugio para probarse la ropa, se quitó el vestido harapiento ante la estupefacción de ambos hombres, voltearon las espaldas pero Artur no pudo evitar mirar un poco. El cuerpo de la extraña aparte de casi esquelético estaba cicatrizado, era como un jarrón quebrado en miles de fragmentos, llevaba el dolor en el cuerpo. Algo se removió en su interior, quizás algo de pena, se obligó a retirar la mirada.
Ruxa lloró al terminar de colocar el último botón en su lugar, esos hombres no la conocían y sin embargo la estaban ayudando. Nadie había demostrado tanta amabilidad hacia una mujer como ella, alguien de tan baja calaña usada como un trapo por quien pudiera pagar el precio. Sonrió con dulzura, con agradecimiento a ellos y al mundo entero. Quizás era su nana cuidándola desde el cielo a través de esos extraños.
****
El ejército Húngaro se preparaba para terminar su invasión en Transilvania, lo único que los detenían era la amenaza vampírica, pero luego de su trato todo estaba arreglado.
Vasil vio por el ventanal atraves de las cortinas de seda las siluetas de los caballos de sus invitados partir, se volteó para contemplar a su esposa en el suelo, estaba llena de semen y vino mezclado con sangre profundamente dormida. Se acercó a ella.
Cómo desearía poder tener al menos un sentimiento por ella fuera de la lujuria, pero no lo tenía, por absolutamente nadie. Era un ser vacío sin ningún interés más allá del placer, la soberbia y la ira. Nunca entendió la razón de su existencia, jamás comprendió su propósito. Él simplemente vivía por complacer a su padre y al consejo, cuando llegó Kinga con su plan creyó éso le daría un propósito y saciaria su sed incontrolable pero el resultado fue una sed de sangre y placer sin límite. Y aquí estaba, llevando miseria y destrucción por un deseo de autorealizacion el cual entre más se acercaba más le hacía temblar porque no sabía si finalmente encontraría ese propósito tan ansiado. Solo había una razón que lo mantenía, un sola que se convirtió en un ancla.
Salió del salón pensativo, donde fuera que iba sus empleados se espantaban al verlo y eso no le molestaba, aunque tampoco le agradaba, le daba lo mismo, le daba lo mismo su mujer, sus amantes, su ejército, la vida de todos sus subordinados, eran simples peones. Se dirigió a las catacumbas de NightShadow allí, entre la inmundicia de los traidores y prisioneros los cuales gritaban y rogaban por morir, él encontraba otro placer, el de ver el sufrimiento de otros, pero había alguien... alguien cuyo sufrimiento le conflictuaba entre placentero y fascinante. Llegó a la puerta de madera chapada en hierro, buscó la llave en su bolsillo y abrió, entre las sombras del calabozo se asomó el rostro de ella, la persona cuyos ojos no le daban igual.
—Jenica— dijo saboreando cada sílaba.
Sonrió satisfecho de ver el odio en sus ojos café, una sonrisa a la cual no podría ponerle nombre o emoción porque ella le daba esas sensaciones, esa humana feroz fue lo único que no pudo poseer y aquello que representaba dolor en su oscuro ser.
Continuará
Una disculpa enorme haberme perdido una semana 🥺
En disculpa en unas horas estará listo el siguiente episodio 💖
ESTÁS LEYENDO
Sangre Pura (historia Original Corta)
VampirosEl cazador Artur Moldovan está tras la bestia más temida, los vampiros. Sabe que no será fácil matar a esas criaturas, pero es la última esperanza de un aterrado poblado en la vieja Transilvania. Ruxandra, la mujer de la Sangre Pura, la que destruir...