—¿La has visto?
Apoyé la cabeza en mis brazos cruzados mientras estaba acostada debajo de mi cama. La oscuridad era cómoda y relajante... Si tan solo Sky no estuviera en la habitación de Stella hablando de mí y las paredes fueran tan finas como papel encerado.
—No es un bebé. Y Alfea no es tan pequeña. Si no les quiere hablar, es su problema. Tú por tu parte, deberías pasar la página.
Bufé en silencio.
Seguro que eso le diría.
Me haría más fácil ella la vida si le dijera siempre lo mismo a los dos justo cuando lo necesitara.
—No digo que sea un bebé. Sé que puede arreglárselas por su cuenta. Es solo que... Silva me dijo que casi cruza la barrera el otro día y todos sabemos que ya no es una zona segura.
— Ay, ¿tienes miedo de que le pase algo? —se rió con sarcasmo—. Sky, si viniste aquí para hablar de ella entonces, eres libre de irte a que Brandon o literalmente cualquier otra persona te escuche balbucear. No estoy interesada.
No pude evitar poner los ojos en blanco. Después de respirar profundamente, rodé hacia afuera, parándome sobre mis pies. Arreglé mi ropa y mi cabello. Tomé un par de zapatillas blancas y me las puse antes de salir de mi habitación con sumo cuidado. Afuera, me crucé con un par de ojos verdes y una expresión confusa, dispuesta a hablar. Pero antes de que Terra me delatara, puse mi dedo sobre mi boca, dándole una mirada de advertencia.
—Habla y acabaré contigo —articulé.
Frunció el ceño pero mantuvo la boca cerrada.
Me escabullí de la suite y me dirigí hacia la biblioteca en el primer piso. Teniendo mucho cuidado con mantener mi distancia, logré poner mis manos en el libro que el profesor Aluxio el miércoles pasado pidió leer. Además de la tarea de psicología, el anciano que daba la materia era mejor que el profesor Ross para no hacerme sentir extraña en este lugar. Se sentía más en familia que él.
Yendo a la parte de atrás de la biblioteca, me escondí apoyando mi espalda contra la pared.
—Calm Reservoir —murmuré, pasando mi mano por las viejas páginas polvorientas con flores verdes y doradas en las esquinas. El lago se veía muy diferente a lo que era ahora. Su agua pardusca se volvió negra oscura y el entorno grisáceo se tornó verde cauteloso lleno de pinos con niebla muy baja. Cualquiera pensaría que no era el mismo lago, pero la magia de su interior demostraba que lo era según el profesor Aluxio. En sus palabras: Cualquier poder que tuvieras, era neutralizado con solo tocar o nadar en sus tranquilas aguas. El mismo poder que tenía Ross. Y de igual forma, dependía de preferencias y qué tanto podías soportar los sapos que se la pasaban a los alrededores.
Por mi parte, había decidido hacerlo un haz bajo la manga puesto a que resultaba ser útil si te convertías en prisionero de los poderes de cualquier ser solo por el tacto y no me apetecía un regaño de Ross. Un balance necesario creado por la propia naturaleza.
—Con que tú tienes el libro que busco.
Mi cabeza se levantó ante el sonido de la serena voz femenina. La pelirroja sonrió levemente, mostrando sus blanquecinos dientes rectos. Levanté una ceja mientras ella bajaba hasta que estuvo sentada frente a mí. Todo mi cuerpo se tensó y desconfió de sus movimientos.
—Soy Beatrix.
La observé con la mandíbula apretada antes de regresar a sus redondos ojos marrones—. ¿Y por qué debería importarme?
—Estoy buscando amigos y pareces ser la única a la que no le gusta cotillear y vomitar arcoirís cada que habla —explicó con diversión. La chispa retorcida en sus ojos me dio una pista de que extrañamente estaba siendo honesta—. Además, tenemos la misma clase. También tengo que leer ese libro... Así que empezaré otra vez. —Cruzó sus piernas cubiertas por medias negras y botines con algo de tacón corrido—. soy Beatrix.
ESTÁS LEYENDO
The lost of the hearts || Fate: The Winx Saga
FantasyNini no es un hada normal. Y la directora Dowling lo sabe bien. Sus poderes no han existido en miles de generaciones. Y ser maldecido con ellos, era muy raro que sucediera. Basada en la serie de Netflix «Winxs: The Fate Saga».