xiv. Los enemigos y guardianes, ojo a ojo están y solo una espada los dividirá

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—Oh, cielos. ¿Podrías por favor dejar de llorar? —Su voz resonó en el lugar cuando levanté la cabeza de mis manos. Me quedé en el suelo, exhausta. El sudor me corría por la cara mientras me dolían los dedos con cada movimiento—. Vamos. Levántate y demuestra que eres capaz.

—¿Podrías simplemente callarte? ¿Por un segundo?

—¿Por qué? ¿Temiendo que puedas escuchar una verdad que golpee cerca de casa?

—Estoy cansada, Beatrix, pero de alguna manera encontraría la fuerza para golpearte tan fuerte en este momento que...

—Entonces hazlo —siseó desde el otro lado del mesón. Tensé la mandíbula, respirando con dificultad. Colocó el lápiz detrás de su oreja y mantuvo mi mirada, endureciendo la suya—. Ay, ya . Pero no te atreverías. ¿Por qué? Porque solo eres una niña asustada esperando que alguien la rescate. Dependes de la gente. Eres débil. Quieres encontrar a alguien que se haga cargo de lo fregada que estás.

—No presiones, Beatrix —advertí en voz baja mientras usaba el dorso de mi mano para secarme el sudor de la frente—. Estás caminando sobre hielo delgado aquí.

—¿De verdad quieres mi ayuda?

Se puso de pie, colocando sus manos sobre la superficie del mesón.

El invernadero por la noche era el lugar más fácil que podíamos encontrar donde no tendríamos que explicarnos por quedarnos despiertos hasta tarde. Aparte del hecho de que teníamos que asegurarnos de que el profesor Harvey estuviera completamente ocupado con otras cosas para siquiera pensar en venir allí. Desde colarse de la torre de las hadas hasta tener que caminar de noche al círculo de piedra con fines de entrenamiento. Había pasado una semana y había mejorado apenas un poco, a pesar de la nueva personalidad de la pelirroja.

—¿O simplemente estás desperdiciando mi tiempo?

Levanté la cabeza, inclinándola hacia un lado—. Tengo un gran deseo de freírte la lengua ahora mismo.

—Agh —rodó la cabeza—. Si solo te detuvieras con la charlita e hicieras algo por una vez en tu vida, sería una buena conversación. De lo contrario, esto solo parece ayer. Cero mejoras. Eres una pérdida de poderes.

Sabía que mis ojos habían brillado ante sus palabras. La sensación de picazón en la punta de mis dedos hizo que sus expresiones faciales cambiaran a una de satisfacción. Quería hacerme enojar, pero una cosa que sí sabía era que cuando uno estaba enojado, la magia era incontrolable y no me arriesgaba a cometer el mismo error dos veces.

No obstante, mi cuerpo se enfrió casi inmediatamente después de que ambas vimos caer al suelo el libro de la historia de la magia tradicional que ella había tomado prestado de la biblioteca ayer por la tarde, haciendo ruido en el lugar tranquilo. La suave lluvia de afuera incluso pareció cesar por el momento. Fue un parpadeo. Pero había sucedido.

—¿Qué te hizo el pobre libro, Nini? —Ella sonrió, arrodillándose para recogerlo y colocarlo de nuevo en el escritorio. La miré, escéptica—. Bueno, gracias a las hadas que fue esto y no algo más grande, como una de las plantas venenosas... Sin embargo, eso sería genial para mover, ¿no es así?

—No lo moví.

—Trabajas bien cuando estás molesta —ignoró mi declaración. No lo había movido. Sentí un hormigueo en mis dedos pero estaba tan cansada que ni siquiera levantaría una pluma. No había sido yo. Cómo ella había dicho antes, no sería capaz de hacerlo.

—Perdón por reventar tu burbuja pero no lo hice.

Agarré la banda elástica de mi cabello flojo y la apreté alrededor de él, formando una cola baja. Miré el reloj en mi muñeca y me troné ligeramente el cuello hacia un lado. Mis pies se detuvieron cuando la planta que estaba frente a mí en uno de los escritorios cayó al suelo, esparciendo los pedazos con rastros que ensuciaban ahora el suelo. El profesor Harvey no estaría feliz si lo encontraba así mañana cuando se despertara.

The lost of the hearts || Fate: The Winx SagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora