xvii. Los héroes sin honor son polvo y ceniza

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Solo cuando sabes quién eres y de dónde vienes, aprendes a controlar todo lo que te rodea. Tú decides cómo te afecta. Tú decides cómo reaccionas y si tu respuesta cambiará o no algo en otra persona. O incluso a ti mismo... Con ello en mente, si tan seguro se sabía un poco sobre la vida, ¿cómo es que una persona que nunca se ha visto antes era capaz de hacer dudar a uno incluso de las cosas más pequeñas?

Nunca había querido respuestas tan desesperadas como entonces.

De todos los momentos en los que había anhelado una familia normal, este mismo los eclipsaba a todos. Me picaban los dedos y mi estómago se retorcía como un pretzel.

—Niniveth —Mi nombre me detuvo en el pasillo de camino a clase. Apreté los libros en mis manos y tensé la mandíbula—, ¿una palabra, por favor?

¿Cómo es que esa vocecita engañosa estaba jugando tanto en mi cabeza?

Nunca me había disgustado Silva. En realidad, era uno de los pocos profesores que no podía importarme menos. Sabía, sin embargo, que estaba cansado de mí. Además, era bastante inteligente, haciendo que Brandon o Sky husmearan en mis problemas para informarle más tarde. Pero aparte de eso, no solía hablarme directamente.

—¿Hice algo, profesor? —el tono de inocencia pasaría por alto cualquier sospecha que pudiera crear.

—No, solo necesito hablar contigo sobre una situación.

—Ya. ¿Alusivo al profesor Ross?

—Brandon y Sky, en realidad. —Se aclaró la garganta y asentí brevemente, manteniendo mi rostro lo más inexpresivo posible—. Están mejorando más rápido de lo que esperábamos. El profesor Harvey les dio un ungüento y volverán a la normalidad y a practicar a partir de hoy. Cómo ya sabrás, las heridas resultaron no ser razón para alarmarse. Por suerte.

—Por suerte —coincidí. Moví la cabeza—. Nos vemos, entonces.

—Sé que te colaste en el pasillo de los chicos ayer y anteayer.

Me dirigió esos ojos tipo «te conozco» mientras su voz se volvía ligeramente acusativa. Enderecé la espalda, sosteniendo los libros contra mi pecho con los brazos cruzados. Con que sí sería ese camino que agarraría. Mala elección.

Me había colado para comprobar que estaban bien, intentar buscar una forma de explicar lo que había visto y me habían dicho, pero me hice cobarde.

—Así que pensé en dejarte saber sobre ellos —añadió.

Posicionó sus manos en su cadera.

—Y antes de decir cómo se relaciona esto con cualquier cosa que te importe, seré el primero en informarte que vas a ser parte del primer batallón. Vas a ir y empezar a entrenar mañana por la mañana. Así que las primeras clases que tenías con el profesor Aluxio, la profesora Lyra o el profesor Gant, se pospondrán hasta nuevo aviso.

Tan pronto como mi cerebro procesó las palabras, entrecerré los ojos—. ¿El batallón? ¿Quiere que entrene? —repetí, desconcertada. Las palabras en mi boca se sentían graciosas.

—¿De dónde viene todo esto? Tal vez pueda controlar algunas cosas ahora, pero decir que seré parte del batallón no tiene ningún sentido, profesora Silva. No he tomado la clase de combate porque no la ofertaron para mí este semestre luego se que la retiré el año pasado. ¿Qué pasa con todas las otras hadas? No estoy tratando de subestimarme, por supuesto. Pero ciertamente no debería estar en la parte superior de su lista. Así que paso.

—El profesor Ross cree que deberías estar entrenando con los estudiantes de tercer y cuarto año.

Ya, qué mentira tan ventajosa y fabricada.

The lost of the hearts || Fate: The Winx SagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora