Creo que había pasado un tiempo desde la última vez que realmente sentí que algo andaba mal conmigo. Únicamente conmigo. Existía una sensación corriendo por mis venas que me aseguraba que no estaba inventando cosas. La mayoría de las veces que crucé la barrera, no había querido hacerlo. Caray, la mayoría de las veces era como si mi mente se volviera negra y no pudiera controlar mi propio cuerpo. Igual que ayer. ¿Sería algún tipo de euforia en el que entraba que no me dejaba recordar?
Y aun con el «lo hiciste bien, Nini» de Dowling y Silva, no creía haberlo hecho realmente bien. Ni siquiera regular ya que se suponía que una parte importante de la tarea estaba enfocada a no perderse y nos tomó bastante tiempo regresar a los autos que ya habían empezado a irse para cuando llegamos. El que Sky no se lo mencionara a nadie no significaba que no había ocurrido. Claro que todavía exigió respuestas a mis declaraciones durante todo el camino a casa y de regreso a los dormitorios. Me siguió hasta la biblioteca y se quedó allí hasta que exploté y expliqué mi sospecha; no obstante, si pudiera encontrar a Sam y hacerle las preguntas adecuadas, tal vez obtendría mejores conclusiones, e incluso unas más racionales.
Encima de eso, aunque Riven me había dado una mirada de soslayo un par de veces aquí y allá, nunca fue más allá de eso, lo que también me llevó a cuestionarme si mi conversación con él realmente había ocurrido. ¿Podría haberlo inventado también?
Sostuve mi cabeza entre mis manos, apoyando mi frente contra la mesa de roble en la biblioteca. Saltarme la clase no era la mejor idea con todo lo que estaba pasando, pero quedarme allí con el profesor Ross en un espacio cerrado me volvería loca si siguiera suponiendo que me había equivocado, o que casi lo había hecho, al menos. Si yo moría, ¿se sentiría culpable? ¿Aliviado? ¿Se pondría triste? ¿Qué haría o diría mamá? Ella aguantaba la tristeza con tanta facilidad, las lágrimas correrían por sus mejillas por un par de segundos, sería más rápido que el canto de un pájaro antes de correr a esconderse en invierno. ¿Se arrepentiría de no prestar atención a mis solicitudes de intercambio de escuelas de antes y se sentiría frustrada por no escuchar su propio instinto una vez que le dije que prefería quedarme aquí que mudarme a otro lugar?
¿Brandon haría algo al respecto? ¿Se enfadaría?
¿Qué haría Sky? ¿Si me encontraba? ¿Si me encontraba en las mismas condiciones que tenía antes con la situación de la tormenta? Sabía que se sentiría culpable, pero, ¿qué más?
—Estás perdiendo todo lo genial de ti, Nini —Una voz plateada de mujer hizo que abriera los ojos pero no moviera la cabeza. Vislumbré una falda negra y la parte inferior de un suéter de ganchillo azul real. Alzando un poco más la vista, estaba el rostro de la pelirroja con un labial carmesí y una sonrisa sarcástica. Esa vez, con un maquillaje más elaborado. Base, polvos, rubores y mucha máscara de pestaña—. Me sorprende que no estés en clase.
—No tenía ganas —respondí simplemente, cerrando los ojos de nuevo. Bostecé—. ¿No deberías estar tú en clase?
Escuché que la silla a mi lado se movía y luego supuse que se sentó. Su mano descansó sobre la mesa—. Ya sabía la lección... ¿Pasó algo ayer? ¿Durante la misión?
—¿Por qué?
—Riven escuchó a Sky con Brandon.
Hizo que mis ojos se abrieran con un ligero ceño fruncido en mi frente. Me senté derecha, inclinándome hacia adelante—. ¿Riven escuchó a Sky decir qué? ¿Exactamente?
Se encogió de hombros—. Algo sobre que no te sientes bien. Quiero decir, no te lo digo en plan de que le hagas pasar un mal rato a Riven. Le juré que no lo mencionaría. Sin embargo, como amigas —sonrió—, pensé que debería preguntar al respecto. Estoy preocupada.
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The lost of the hearts || Fate: The Winx Saga
FantasyNini no es un hada normal. Y la directora Dowling lo sabe bien. Sus poderes no han existido en miles de generaciones. Y ser maldecido con ellos, era muy raro que sucediera. Basada en la serie de Netflix «Winxs: The Fate Saga».