V E I N T I U N O

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Suena la alarma temprano en la mañana y corrí a alistarme para ir a México con los gemelos.

Sonó mi tono de llamada, era Liet.

—¿Ya estás lista? —me pregunta.

—Si, ya casi estoy lista —le contesté aunque aún no había empezado a vestirme.

—Está bien, después voy por ti —me dice colgando la llamada.

Me puse una falda corta de color verde con estampado de cuadros, un suéter negro, una chaqueta que hace juego con la falda y unos tenis negros.

Salí de mi habitación, bajé las escaleras y vi que mi mamá estaba en la cocina.

—Mamá ya me voy con Liet a México.

—Está bien mi niña, cuídate —me dice con una sonrisa—. ¿No se te queda nada?

Lo pensé por un momento y sí, como siempre se me quedaba algo, esta vez era la maleta. Subí corriendo hacia mi habitación y la agarré de arriba de mi cama. Ya estaba todo adentro porque anoche me dormí bastante tarde metiendo todo.

Volví a bajar las escaleras y salí de mi casa.

—Que te vaya bien —me dice mi madre mientras cierro la puerta principal y le doy una sonrisa.

Llamé a Liet por teléfono para que viniera a recogerme.

—Ya estoy lista —le digo cuando cogió la llamada.

—Dame un minuto y llego, estoy cerca de tu casa.

—Está bien —le digo colgando la llamada.

En muy poco tiempo Liet llegó en su carro violeta, me sonó la bocina lo que me hizo taparme los oídos y le sonreí.

—Ven sube —me dice con una sonrisa.

Me dirigí al auto, abrí la puerta y me subí. Liet iba muy bien vestida (como siempre) con un ancho pantalón rojo, una blusa corta de color blanco con varios letreros en rojo que decían "Cola" y unos tenis blancos.

—¿Para donde vamos? —le pregunto curiosa al darme cuenta de que no se dirigía para el aeropuerto.

—Para la mansión —dice mirando el camino con una sonrisa.

—Pero...

—Ya verás —me interrumpe.

Me quedé todo el camino con la duda de como íbamos a tomar un avión desde la mansión.

Llegamos y entramos por la cochera hasta un lugar al que no recuerdo haber estado.

Me quedé boquiabierta por lo que vi.

—Este es mi jet privado —me dice con una sonrisa.

Eso nunca lo esperé.

—¿Desde cuando tienes el jet? —le pregunto alzando una ceja.

—Regalo de los quince —me dice sin quitar la sonrisa de su rostro.

—Wow —digo contemplando el jet—, es gigantesco.

En eso llegó Fred con el mayordomo y nos subimos al jet para ir rumbo a México.

El jet por dentro era mucho más grande. Tiene dos cabinas donde en cada una de ellas se encumbra una cama. Además tiene un largo pasillo lleno de asiento de color blanco en los cuales nos sentamos los gemelos y yo haciendome quedar entre ellos dos.

El mayordomo de los gemelos llamado Elliott tomó el control del jet y arrancó el vuelo.

Todo el viaje fue muy tenso ya que ninguno de nosotros dijo nada. Fred se la pasó metido en sus juegos en el celular y Liet había quedado profundamente dormida apoyada en mi hombro.

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Estaba recostada en el hombro de Fred. En ese momento me di cuenta de que me habia quedado dormida; y apoyada en Fred. Rápidamente me separé de él como si no hubiera pasado nada.

Después de unos minutos llegamos a México. Nos encontrábamos en la casa de los abuelos de los gemelo.

Es un lugar muy hermoso rodiado de árboles. Está construido de madera oscura; a una esquina se encontraba una piscina con un pequeño lugar donde sentarse a su lado.

Nos revivió la abuela de los gemelos.

—Bienvenidos —nos dice dándonos una cálida sonrisa y dándoles un fuerte abrazo a los gemelos.

—Vengan, pasen —dice con una sonrisa.

Nos adentramos en la casa, era muy hermosa. En el televisor había transmitiendo un anuncio sobre una carrera de caballos para hoy a las cuatro de la tarde.

—Melo ¿Quieres ir? —me dice Liet entusiasmada.

Un futuro a tu lado (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora