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Ese sentimiento punzante, tan filoso que es capaz de corta de pronto un respiro, ese que se siente cuando se recibe una llamada inesperada o desconocida, provocando una corriente incómoda desde los ojos, hasta las yemas de unos fríos dedos. Ese sentimiento que reseca la garganta, borrando en esa arenosa garganta, toda palabra que se pudiera emitir, transformándolas en una pared y soga borrosa.

A Chenle nunca le gustaron las llamadas de números desconocidos, a nadie le gustaban las llamadas de números desconocidos, o en este caso, números con los que no se relacionaba tanto.

Estaba saliendo del gimnasio donde estuvo un par de horas con unos compañeros del equipo de pingpong, luego de haber tomado una pequeña ducha – no por la práctica, sino porque se sentía ansioso por algo; – y avisarle a su madre que no tardaba en llegar.

Era el día libre de la señora Kim, y quería que la pasaran juntos en casa, haciendo la cena y viendo algo en la televisión, probablemente un partido de básquetbol o un documental de esos que entretenían demasiado a su madre.

Pero todo ello se detuvo en el primer tono de las campanas de su teléfono, haciéndose dos y luego tres...


Llamada entrante...

Jungwoo


Era raro que Jungwoo lo llamara, sobre todo ahora que se estaba preparando para entrar a la universidad con su novio Mark y al resto del grupo que se graduaba este año.

No era que no se llevaran bien, y tampoco significaba que, por no hablar a diario, no siguieran siendo cercanos o se preocuparan por el otro. Pasaba que la diferencia de edad, y las ocupaciones de cada uno, no los hacían coincidir mucho en horarios y lugares de encuentro. Sabía que el hermano de Dodo lo adoraba, y él también lo hacía, pero la última vez que habían hablado por teléfono, ya sea por mensaje o por llamada, fue hace unos tres meses, justo para el cumpleaños del menor.

Y entonces la inquietud con la que había despertado aquel día, volvió a hormiguear en su piel.

—¡Lele, Lele! ¿Por qué tardaste en responder? ¡Leleeeee!

Siempre el Jungwoo que recordaba, eso lo hizo sonreír.

—¡Junguwu! Estoy saliendo de práctica.

—¿Sigues en la escuela?

—Saliendo de ella ¿por qué? ¿Necesitas algo? No creo que Mark siga aquí.

—No, no tiene que ver con Mark, lo cual es raro – rió, sonando mucho más risueño de lo usual – de hecho, te llamaba para otra cosa.

Chenle lo pudo escuchar revolviendo unas cosas, quizá también iba en el auto o estaba tirando su habitación por la ventana por lo fuerte que se escuchaban algunas cosas estrellándose con otras.

—No consigo hablar con mi hermano desde hace tres días, trato de no molestarlo... o al menos no mucho cuando está en exámenes o bajo mucho estrés, y él no se encierra en sus estudios sin avisarnos a mamá y a mí en dónde estará o qué estará haciendo.

—¿No dejó siquiera un mensaje?

—Nada, lo cual no es usual de él, si no lo hace por llamada, deja un mensaje diciendo: exámenes y una carita de feliz, pero esa carita que sabes que es sonreír a través del sufrimiento.

Así que ni Jaehyun ni Doyoung habían dejado mensaje de que estarían fuera.

—Lamento decirte que no sé nada, pero si de algo sirve, tampoco he sabido de mi hermano desde cuatro días.

daTUra | JaeDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora