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El frío de su sonrisa, se esfumó en el ocaso que se desnudaba sobre la terraza en la que estaba. Sus manos dentro de las bolsas de chamarra, su piel besándose con el naranja del sol, su corazón sintiéndose raramente bienvenido y sus ojos muriendo por girarse a verlo.

Los velos del cielo, le sentaban bien a Haechan. Lee Haechan.

Le sonreía de vuelta al sol, a aquella estrella de gran tamaño que era tan solo su reflejo. Le hablaba, o quizá le estaba hablando a él, pero el tenerlo ahí, amarrado a sus ropas de invierno, rodeado de un olor a miel y Chanel, lo estaban distrayendo. Y aunque quería dejar de verlo de reojo y hacerlo como una persona normal, Mark sabía que, si se giraba, su corazón daría un vuelco desconocido, y la altura del lugar, no iba a ayudarle una vez este se le saliera por la boca.

Las veces que Mark sintió su pecho re acomodarse entre sus costillas, sus brazos calmarse en el aire, su cara doler de tanto reír... todo era por Haechan, aquel chico cuyos ojos guardaban las galaxias nunca antes descubiertas por el sentido humano.

Y eso lo hacía sentir mal.

Recordar a Jungwoo en un mal estado, mientras él se recostaba bajo las faldas del atardecer con otra persona, lo hacían sentir mal.

—¿En qué piensas? – El menor lo sacó de su pensamiento.

Y aunque quería hacerlo pasar por alto, Haechan de alguna manera se las había ingeniado para saber cuándo metía y no. Era como si es tan poco tiempo, el moreno besado por venus, supiera todo sobre él, y eso lo asustaba, no por mal, sino porque le gustaba, de alguna forma eso lo hacía de su mayor interés, aunque, no quería pensar que estaba hablando desde el punto herido por la indiferencia de Jungwoo, es decir... el solo pensar que era indiferencia lo que recibía de su novio, cuando el mayor tenía toda la carga de la muerte de su hermano, lo hacía sentir como un completo animal, un idiota egoísta de su dolor. Jungwoo estaba pasando por todo esto ahora, era claro que él no era una prioridad, no lo era ni aun con todo lo que quería decirle...

—Lo siento.

—¿Te disculpas por pensar o por hacerlo mientras te contaba que muero por un helado con doble topping de chocolate?

El mayor sonrío ampliamente. Haechan tenía algún tipo de obsesión por el helado, y eso también le gustaba.

Caramelos por nicotina.

Haechan reconoció la incomodidad en los hombros de su acompañante y casi se pellizca así mismo por preguntar algo que claramente, no era de su incumbencia, y que, además, lo haría sentir mal, lo arrebataría fuera de su burbuja y le recordaría cuáles eran en realidad, las posiciones de ambos, antes y durante el tormento que ensordeció a todo el pueblo.

Haechan sabía quién ocupaba la mente de Mark en ese momento, y sintió celos, celos de alguien cuyo corazón estaba siendo drenado por el dolor, por una pérdida eterna que lo ahogaba entre las aguas más oscuras de su mente.

Mark intentó abrir sus labios, y luego intentó decir algo, pero las palabras parecían haberse dormido.

Con la poca valentía que vibraba bajo la pena y la molestia infantil de no ser el único en los pensamientos del mayor, Haechan chocó su hombro con el del otro y esbozó una sonrisa al ver el brillo de aquellos ojos oscuros.

—Vamos, chico sin habla, quizá algo de dulce te despierte la lengua.

Aquel sonido que ahora adoraba más al tenerlo tan cerca, retumbó entre sus costillas y rió con Mark.

Pero Haechan se conocía, era tremendamente terco, y no cedería hasta obtener lo que quería, aunque eso fuera tibio dolor y habladuría fría. Lo sabría aceptar con una sonrisa y lo platicaría más tarde con su almohada, a gritos.

daTUra | JaeDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora