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-¡Mierda!

Las dos mujeres mayores que llevaban media hora rezando sobre sus rodillas, la giraron a ver con tal expresión de injuria que por un solo momento quiso reírse ahí mismo.

Con sus penetrantes y juzgadores ojos aún sobre ella, Ningning salió de la iglesia a la que se había metido para resguardarse un poco del frío que hacía en las calles, aunque de hecho el frío calando sus huesos ya era lo de menos. Necesitaba encontrar más goma de mascar.

O bien, algo que masticar, y el puesto de veladoras y la idea de cera en sus dientes, la incomodó tan pronto el pensamiento llegó a su mente.

Por mucho que amara el olor a incienso de aquel lugar, este mismo la hizo desear algo más:

Una cajetilla de cigarros y una coca cola de cereza.

La cajetilla de cigarros era la que necesitaba remplazar por goma de mascar; la coca cola... bueno, de hecho, esto tampoco le hacía bien, pero como suelen decir «no es como que la tome todos los días».

El café a tres cuadras de la iglesia, tendría que ser.

Tenía hambre y sueño, pero estaba muy cansada como para masticar o recostarse.

Todo sea por los seis meses de abstinencia que cumplía precisamente hoy. Ya había recaído dos veces, la tercera era la vencida y de verdad necesitaba cumplirlo, cumplirse. La doctora le había dicho que era posible sentir leves ansias alrededor de este tiempo, y Ningning de verdad quería ganarles.

Así que, debía masticar y hacer la lucha por recostarse cuando llegara al hotel donde se estaba hospedando.

El ambiente del café era tibio, con un delicioso aroma colgando de las flores y candelabros que lo adornaban. Los traga luces dejaban entrar la tarde nublada, tarde que se enredaba con las amarillas luces del lugar, proyectando su elegante apariencia a las sillas y mesas de madera.

-Bienvenida ¿puedo tomar su orden?

-Hola, gracias - entre cerró sus ojos observando las opciones - será un café negro frío con bastante hielo, un té de toronja, miel y té negro y - dijo, chequeando todavía el menú y la sonrisa de la chica detrás del mostrador - un cheese bagel, por favor, pago con tarjeta.

Tal vez debió pedir una galleta o algo mientras esperaba su orden llegar a la mesa.

Morder sus uñas no le iba a servir de nada, pero tampoco debía gastar lo que iba a necesitar para gasolina.

-Su orden estará lista en aproximadamente quince minutos.

-Gracias.

Gracioso cómo una buena parte de seres humanos combate el frío con frío, - para nivelar las temperaturas - excusan algunas personas. Ningning solo ordenó lo que siempre ordena en cualquier café, así hubiera tres metros de nieve allá afuera.

Y hablando de nieve.

Parecía que el alborotado clima, como la furiosa tierra y el decepcionado tiempo, también traían cosas buenas, personas buenas que no esperó encontrar ahí, a horas de distancia, a kilómetros de su infierno.

-¿Buns?

Su largo cabello, como sus largas pestañas, danzaron en su dirección, lejos de la sombras y justo al balcón de la luz, dejando ver aquel par de ojos expresos, besados por pequeñas espumas.

Ningning apretó su billetera y el recibo que le acaban de entregar, rasgando su rostro con una sonrisa que pintó sus mejillas de rosado.

-No puede creerlo ¡Buns!

daTUra | JaeDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora