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Si su mamá lo escuchara, lo haría bajar de nuevo para subir como un señorito.

Y lo que menos necesitaba ahora eran distracciones.

El reconocible y molesto tono de llamada, pilló por segunda vez, acelerando el ritmo de su corazón, provocando que las manos le sudaran frías y fueran resbalosas sobre la manija que lo separó del resto del mundo; se cruzó de dedos y arrugó su rosadita nariz, pidiendo que, por favor respondiera, que, por favor, levantara el teléfono, y lo hizo.

—¿Bueno?

—¡Qué bueno que respondes!

—¡Lele! – Su voz sonaba viva, reflejando la sonrisa que le provocó recibir aquella llamada inesperada.

—Hola, primo.

—¿Cómo estás? Oye, tú nunca me llames, ni siquiera me escribes ¿creciste solo o qué? – Ahí estaba su tono sarcástico y chacotero.

Tenía razón, Chenle nunca llamaba, rara vez escribía, se la pasaba viendo partidos de básquetbol o bien, jugando con Jisung en línea, a veces hasta olvidada avisarle a su mamá que ya había llegado a la escuela y solo lo recordaba cuando de vuelta a la casa, miraba a la elegante mujer con sus manos sobre su esbelta cintura.

Pero hoy era diferente.

—Lo siento, quería saber cuándo es que viajas este año a Seocho-gu.

—¿Por qué? ¿Ya me extrañas?

—De hecho, sí – Chenle siempre fue sincero, y muy directo.

El mayor en la otra línea se quedó en silencio, el calor de sus mejillas encendiéndose por ese comentario, alcanzó a Chenle en la otra línea.

Había cerrado con seguro y metido en su bañera a su limpia bañera con zapatillas, sabía que la puerta estaba cerrada, pero el correr la cortina le aseguraría que nadie lo iba a escuchar ni ver en ese estando tan ansioso.

—Solo quería saber si podrías adelantar ese viaje.

El mayor del otro lado, quizá parado frente a una ventana con vista a la gran ciudad, hizo un sonido de pensamiento, evaluando algunas cosas.

—No creo que haya problema en hacerlo, de hecho, el mes que viene lo tengo libre y-

—¡No, no! No puede ser el otro mes.

—¿Por qué no?

—Es que... necesito verte.

—Lele ¿qué está pasando? – Rió algo nervioso, tratando de hacerle entender al menor que podía contarle lo que sea.

—¿Crees que podrías venir pronto?

—¿Qué tan pronto?

Chenle se mordió el labio con demasiada presión. De haber estado llena la bañera, se habría sumergido en el momento en el que su primo le preguntó su motivo. No sabía cómo decírselo y tampoco sabía cómo no preocuparlo. Él y Jaehyun tenían la misma edad y se conocieron desde muy pequeños, por lo que su lazo iba más allá de la conexión con sangre o apellidos.

La luz amarilla que rebotaba en el mármol del baño, se deslizó por su cabello, colgándose en sus pestañas, creando destellos en sus pupilas, como pequeños soles o gotitas de miel que se congelaban al ver el gesto fruncido y preocupado del chico.

Estaba sentado, hecho un ovillo, abrazándose a sus piernas y tragándose sus ganas de llorar.

En situaciones así, Jaehyunnie siempre era quien lo acurrucaba en un abrazo, y le repetía constantemente que todo estaría bien aun cuando el mundo se estuviera acabando.

daTUra | JaeDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora