'-Ay, Wonnie, Wonnie. Mi hermoso y malhumorado Wonnie. Ahí te equivocas. Sé absolutamente todo sobre tí. TODO...'
La codicia es el deseo desordenado por poseer riquezas, bienes o simplemente posesiones.
Es deseo obsesivo. Deslealtad. Traición delib...
—Señor Shin —una voz femenina lo hizo cabecear y se sentó derecho— ¿Se siente usted bien?
—¿Por qué lo preguntas?
Su secretaria hizo un gesto desorientado que sólo duró unos pocos segundos, pero pareció componerse rápidamente y con una sonrisa sincera sacudió la cabeza, restándole importancia al asunto. —Oh, por nada señor. Creí notarlo un poco distraído.
Hoseok frunció los labios. Distraído era decir poco. Toda su atención estaba todavía en la cama con HyungWon. Habían sido unos días extraordinarios. Todo era tan perfecto que hasta estaba pensando en tomarse unos días y llevarlo de viaje. Sólo los dos, lejos de todo, haciendo el amor día y noche. Como habían estado haciendo las últimas dos semanas. Apenas si salían de la cama. HyungWon estaba animado. Dormía hasta tarde, pasaba algunas horas en la biblioteca o en el estudio que había montado para él en la planta baja, incluso lo había llamado algunas veces para enseñarle algunos proyectos en los que estaba trabajando.
—Ven, necesito tu opinión sobre esta canción —HyungWon lo arrastró de la mano escaleras abajo para meterlo casi empujones en el estudio—. No es lo mejor que hice pero me gusta cómo va quedando.
Hoseok tomó asiento, sintiéndose entusiasmado con el entusiasmo ajeno. Le encantaba ver sonreír a HyungWon. Era precioso ver cómo sus mejillas se abultaban y su mariz perfecta se arrugaba un poco del lado derecho. Tenía que hacer esfuerzos enormes para no echársele encima y poseerlo cuando eso pasaba.
Pronto la música llenó todo el espacio y Hoseok se vio moviendo la cabeza ligeramente al ritmo de la música. Por supuesto que no era la música a la que él esta a acostumbrado, de hecho hasta podía afirmar que jamás la había escuchado hasta que conoció a HyungWon. Pero le gustaba. Lo hacía sentir joven y con ganas de divertirse haciendo alguna locura.
—Me gusta —dijo con sinceridad— tiene mucha energía. ¿Tiene un nombre este estilo?
HyungWon sonrió satisfecho. —Trance podría decirse. Quise probar un sonido nuevo. ¿De veras te gustó?
Hoseok asintió. —Por supuesto. ¿Por qué iba a mentirte? Admito que no soy muy versado en estos géneros, pero es agradable al oído y dan ganas de bailar.
La cara de HyungWon se iluminó con una sonrisa enorme y dejó los auriculares a un lado para luego echarle los brazos al cuello.
—Me encanta cuando hablas con palabras elegantes... 'no soy muy versado en estos géneros...' —rio—. Uh la lá, señor francés.
Hoseok levantó las cejas a la par que cerraba las manos sobre la cintura delgada. —¿Te estás burlando de mí, ranita? —movió la cara para dejar un beso en la punta de la nariz.
—No, de hecho me encanta escucharte hablar con términos elegantes. Aprendo muchas cosas contigo.
Hoseok hundió la cara en el hueco del cuello y aspiró. —A mí me encantas tú.
—¿Tienes que irte a trabajar? —el tono bajo de la voz ronca de HyungWon lo hizo estremecerse de deseo—. Me aburro solo todo el día.
Hoseok desvió su mirada a un costado. —¿Te gustaría hacer un viaje?
HyungWon se alejó unos centímetros para mirarlo a la cara. —¿U... Un viaje? ¿A dónde?
—Bueno, no sería muy lejos. Tengo una casita de campo a un par de horas de aquí.
HyungWon no respondió de inmediato. Estaba abrumado por todas las sensaciones que se habían agolpado en su ser en las últimas semanas. Por algunas extraña razón, su cerebro parecía adormecido. De deseo principalmente. Wonho era un amante excepcional. Atento, dominante y a la vez dulce. Pendiente de su placer y que fuera del detalle de que estaba en aquella casa por la fuerza, lo trataba como un rey. Pero había algo más que lo había descolocado de manera completa. Por primera vez se sentía acompañado. Se sentía escuchado. Después del sexo, ambos se quedaban horas hablando de todo. Wonho le preguntaba cosas, se interesaba por sus sentimientos sobre cada tema que abordaban, le preguntaba sobre su trabajo. Y eso lo hizo sentirse vulnerable y a la vez, decepcionado. Había estado con JinYoung por algunos años y no recordaba que su novio alguna vez hubiera ido a verlo trabajar, o siquiera recordaba haberlo hecho escuchar algo de lo que estaba preparando. JinYoung jamás había entrado a su estudio si no era para buscar algo en específico o pasar una franela de vez en cuando. Y ahí estaba ese hombre hermoso, buscando cosas sobre djs para luego mostrárselas con una sonrisa tierna pintada en la cara y que nada tenía que ver con ese gladiador enorme que lo empalaba casi todos los días hasta dejarlo hecho un saco de huesos temblorosos. Entre sus brazos se sentía seguro y eso lo descolocaba más allá de su comprensión. Porque sabía que todo eso que estaban construyendo no era más que una ilusión cimentada en un secuestro. Había escuchado sobre cierto vínculo de dependencia que creaban algunas víctimas privadas de su libertad, pero lo descartaba apenas esa idea tocaba su cabeza. Pero esa no era la única duda que rondaba su cabeza. ¿Wonho había hecho eso alguna vez antes? El solo pensar en que Wonho hubiera retenido a alguien antes que él, le ponía los pelos de punta. ¿Qué iba a hacer Wonho con él cuando se aburriera de tenerlo en su casa? Y lo peor de todo, ¿qué iba a hacer él si alguna vez Wonho lo dejara libre? Todas esas preguntas lo asaltaban de vez en cuando y todo quedaba olvidado cuando Wonho lo besaba.
—Si, me gustaría... —dijo sucumbiendo a las caricias lentas que Wonho le estaba dando a su espalda.
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HyungWon cayó en la cuenta que no estaba al aire libre desde hacía poco más de un mes. Iba con la cara pegada a la ventanilla, después de que Wonho le había vendado los ojos y sacado cuando estaban ya en la carretera. Se maravilló con los árboles, con los colores del cielo, incluso bajó el vidrio para poder respirar con fuerza. Era increíble que ahora, viendo cosas que siempre habían estado ahí, al alcance de su mano, recién estuviera descubriéndolas. Y entonces se dio cuenta que su encierro había empezado hacía mucho tiempo atrás, no esa noche en que Wonho decidió que quería tenerlo a su lado. Se sintió un idiota. Había tenido la cabeza metida en la tierra como un avestrúz y no se había dado un minuto para apreciar todo lo que lo rodeaba. Al final estaba teniendo demasiadas cosas por las cuales agradecido con Wonho.
La cabaña quitaba el aliento. HyungWon abrió la boca admirado y encantado apenas bajó del auto.
—¿Una casita de campo? Wonho, ¿esto es una casa de campo para tí? ¡Esto es un maldito palacio! —exclamó sin despegar la vista de la construcción de dos plantas.
Wonho rió mientras bajaba un bolso del maletero y se paraba a su lado. —Bueno, ¿te gusta o no?
HyungWon lo miró y rodó los ojos. —Estás loco...
Wonho le apoyó una mano en la espalda y lo empujó suavemente hacia la entrada. —Vamos, podremos darnos un baño y luego ir a caminar un poco por el bosque. ¿Qué dices?
—Si a todo. Pero primero me gustaria comer algo.
Wonho tiró el bolso sobre uno de los sofás rústicos de la sala y se le acercó con esa mirada que HyungWon ya conocía tan bien y que le encantaba.
—¡Hey! —balbuceó cuando dos brazos grandes lo alzaron y lo estamparon contra la pared— estaba hablando de comi... Oh... —Wonho había movido las caderas y HyungWon pensó que tal vez la comida podía esperar.
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