#Pendiente

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'No te vayas. Quédate, por favor. No quiero estar solo esta noche.'
 
Hoseok se giró hacia él y apoyó una mano sobre la cómoda. Big Yay se desenroscó lentamente y reptó por la superficie de madera, ondulando su cuerpo oscuro hasta enroscarse en sí misma con la cabeza en alto, mirando hacia la cama. HyungWon apretó las sábanas un poco más contra su pecho.
 
—¿Es el whisky el que está hablando?
—preguntó apoyándose contra la cómoda. Estiró una mano y acarició la cabeza de su mascota que emitió un siseo que le dio escalofríos a HyungWon. —A propósito, espero que lo hayas disfrutando. Era un whisky de colección.
 
HyungWon se incorporó y quedó sentado con la espalda apoyada en el respaldo de la cama.
 
—Te lo pagaré —dijo intentando proyectar confianza en su voz, pero fallando en el intento. Le dolía un poco la cabeza y sentía los ojos pesados.
 
Hoseok se acercó a la cama mientras HyungWon seguía con atención cada movimiento felino de su cuerpo. El pantalón brillaba con cada paso que daba, emitiendo un sonido sedativo y relajante. La V pélvica de Wonho se marcaba majestuosamente, resaltando una vena que se perdía debajo del pantalón del pijama. HyungWon no podía apartar los ojos de él y casi no se dio cuenta que Wonho había escalado encima suyo y se acaballaba sobre su regazo. Sintió las nalgas fuertes y duras sobre su miembro y jadeó por la sorpresa. Wonho apenas ladeó la cabeza y miró de soslayo las manos del dj que se aferraban a las sábanas como si fueran a desaparecer de repente.
 
—Estás tenso, ranita —la voz de Wonho de golpe sonaba más ronca y profunda. Sus manos apretaron con suavidad las piernas de HyungWon que tuvo que morderse los labios para evitar sonar tan complacido... y desesperado. Wonho sonrió de costado y se inclinó hacia adelante, arrastrando la cara contra el hueco de su cuello. Esta vez HyungWon jadeó por lo bajo cuando la lengua tibia hizo contacto con su piel. Cerró los ojos sintiendo el corazón latiendo contra sus sienes. No pudo evitar querer tocarlo. Necesitaba hacerlo. El alcohol estaba dando vueltas por su sistema y le hacía perder el sentido común. O eso es lo que HyungWon estaba deseando creer. Él no estaba haciendo eso. No estaba enterrando su mano en el cabello suave y negro ni su boca estaba buscando los labios contrarios. No. Un movimiento de cadera sobre su pelvis fue suficiente para hacerlo suspirar ruidosamente y con la vista desenfocada levantó la cadera buscando la deliciosa fricción que lo hacía querer perderse en esa sensación increíble.
HyungWon sintió como unos dedos calientes abrían su bata y sonrió con impaciencia, disfrutando de las sensaciones en su cuerpo y saboreando la victoria de antemano.
 
Otro gemido salió de sus labios y pudo sentir a Wonho sonreír contra su boca.
 
—Apenas te toqué, bebé y ya estás hecho un desastre —comentó Wonho. HyungWon notó un tono de orgullo en su voz. Sus ojos febriles recorrieron su rostro y sonrió al verlo sonrojado. —No sabes lo hermoso que te ves así. Eres un bonito desastre, uno muy muy bonito —murmuró volviéndose a inclinar para devorar su boca con un beso audaz y totalmente atrevido. —Me siento muy afortunado en este momento.
 
Wonho se hizo a un lado de golpe y HyungWon protestó con un resoplido molesto.
 
—Wonho...
 
—Shhh, bebé. Sólo déjame deshacerme de estas sábanas. Quiero tocarte sin nada que me moleste.
 
HyungWon dejó caer la cabeza aliviado y no pudo dejar de notar que Wonho estaba bien dispuesto. Cerró los puños, casi emocionado. Wonho rápidamente volvió a gatear sobre la cama y en un pestañeo la bata de HyungWon voló por el aire. HyungWon reprimió un gritito que quedó a la mitad porque Wonho ya estaba sobre su boca de nuevo. Wonho era un besador maravilloso. Su boca era suave y llena, sus besos pasaban de ser delicados a ser demandantes y profundos mientras sus manos estaban por todo su cuerpo, apretando, reptando hacia arriba y hacia abajo.
 
—Dios santo... —murmuró con la respiración pesada e irregular.
 
Una mano grande y fuerte viajó hacia abajo tirando del elástico del bóxer. HyungWon levantó la cadera para que la prenda saliera con libertad.
 
—¿Estás tan impaciente como yo lo estoy, bebé? —preguntó Wonho, travieso.
 
Wonho no podía ni quería quitar los ojos de la imagen etérea que proyectaba ese hombre de ensueño. Los labios rojos por los besos recientes, las pestañas largas enmarcando esos ojos que lo tenían deslumbrado, las mejillas arreboladas, el pelo oscuro disperso contra la almohada. Una visión perfecta que se deshacía en jadeos suaves y gemidos musicales contra su boca y su cuerpo. Su hambre por ese hombre crecía a pasos agigantados y no creía poder reprimir el deseo de estar dentro suyo.
 
—Deseé esto por mucho tiempo —musitó mientras besaba la piel del abdomen plano de HyungWon. Miró hacia arriba un segundo, lamiéndose los labios con hambre y tiró del bóxer hacia abajo, rodándolo por las piernas largas soltando un gemido al ver que su hermoso dj estaba más que despierto y esperando por él. Se mordió el labio inferior y besó el interior del muslo dorado. Se sentía tan bien. El disfrute pleno de conseguir lo que se buscó por tanto tiempo. Totalmente ido y con el placer casi escapando de su cuerpo se aventuró a dejar un beso sobre la cabeza del hermoso miembro rosado de HyungWon. Este curvó la espalda tensándose primero para luego relajarse con un suspiro feliz.

La cabeza de HyungWon era un manojo de sensaciones desordenadas. En el fondo de su cabeza, la culpa martillaba sin mucha fuerza para ganar terreno, pero el impulso por querer liberarse del peso que estaba sintiendo en su bajo vientre estaba siendo demasiado fuerte para ignorarla. La boca de Wonho estaba por toda su piel y él sólo quería perderse en la sensación húmeda de esa boca experta le estaba haciendo vivir. Esos labios eran un shock de adrenalina para sus terminaciones nerviosas y todo su cuerpo se estremeció cuando por fin, Wonho cerró su boca alrededor de su erección. Su pecho vibró de placer. Un placer único. Un placer culpable, pero bienvenido. Un placer por el que quería volver a pasar una y otra vez.

—Así es, bebé... Disfruta —HyungWon intentó responder pero parecía haberse olvidado de cómo hacerlo. Su boca sólo era capaz de soltar gemidos cada vez más escandalosos mientras que la lengua de Wonho trazaba pequeños zurcos por toda su extensión que palpitaba ansiosa por más atención.

—Oh, Wonho... —sus dedos se entrerraron en el cabello oscuro. Su cabeza parecía fundirse en cada caricia, en cada lamida. —Ven aquí...

Wonho levantó la cabeza para mirarlo.

—Quiero... Quiero besarte...

Wonho sonrió y gateó para luego dejarse caer sobre HyungWon que no dudó en echarle los brazos al cuello para besarlo con prisa.
Wonho estaba extático. Cerró los ojos ante la sensación abrumadora de los besos que estaba recibiendo. —Por favor, quítate esos malditos pantalones.

Wonho soltó una risita pero no se hizo rogar y una vez que se deshizo de ellos, volvió a subirse al cuerpo ajeno. La sensación de sus pieles desnudas rozándose les arrancó gemidos a ambos y pronto se encontraron rodando sobre las sábanas de seda.

—Bebé —Wonho respiraba con dificultad— dime ahora si quieres continuar con esto, porque una vez que empiece no seré capaz de detenerme.

HyungWon sonrió y acercó la cara para rozar sus labios con los de Wonho. —Lo siento, pero el que no cree ser capaz de dejarte salir de la habitación esta noche soy yo... Tú vas a terminar lo que empezaste esta mañana.

Wonho ladeó la cabeza y sus labios se curvaron en una sonrisa seductora.

—Oh, bebé... No sabes lo que estás diciendo. Pero si eso quieres, yo estoy aquí para obedecer.

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