DOCE

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Dos días después de que le había hecho una pregunta a ese chico que lo volvía loco, Xichen se encontraba sentado en el sillón de la casa de Jin Guangshan, hombre que había matado a Meng Shi, la mamá de Jin Guangyao, uno de sus buenos amigos.

Las cosas desde ese día no se encontraban para nada bien. Pensando que el viaje lo podía distraer de sus malditos pensamientos que siempre conducían hacia jiang cheng, lo cual, lamentablemente, no lo había conseguido.

Dejó de pensar cuando la puerta se abrió antes de que las luces fueran encendidas. La cara de Jin Guangshan hizo sonreír a Xichen, el hombre había sido advertido

—Jin Guangshan, hombre, no te quedes ahí. Vamos, pasa... estás en tu casa. —Sonrió cínicamente.

El hombre lo miró de manera desafiante, y no era de esperar menos, es lo que normalmente se hace cuando alguien está en tu casa y no sabes quién es. Mentira. Normalmente salías corriendo y empezabas a gritar. Eso lo haría alguien normal y corriente, pero Jin Guangshan no era nada de eso. Él tenía cola que le pisen.

— ¿Quién eres tú? — Xichen resopló antes de poner sus ojos de color ocre intenso encima de la silueta de Jin Guangshan.

— ¿Desde cuándo puedes tutearme?

—Desde que has pisado mi casa sin mi consentimiento y permiso.

—Tienes razón. — Xichen se puso de pies y empezó a  caminar como si de su casa se tratase. —Pensé que para ser un alto funcionario, y sobre todo, una personas sucia... — Xichen detuvo sus palabras al igual que sus pies y lo miró, con una sonrisa de disculpas. —no lo tomes a mal, digo sucia en el ámbito de que ambos trabajamos en el mercado de las drogas. —Hizo una mueca, haciéndose el ofendido. — ¿O me equivoco? —Los ojos de Jin Guangshan por un momento se abrieron antes de volver a su estado de normalidad.

—¿Quién eres tú?

—Oh, ¿no te había dicho? Lo siento por mi falta de educación. —La sonrisa que Xichen le regaló fue algo más como de un depredador sonriendo a su presa. —Mi nombre es Lan Xichen. Tendré el placer de asesinarte hoy. —Explicó sin más, mientras se arreglaba el gemelo de la camisa.

—¿De qué diablos hablas? —Preguntó bruscamente Jin Guangshan

Lan Zhan salió del lado derecho de donde estaba parado Jin Guangshan aún con la chaqueta de su traje en manos.

—No entiendo qué vio Meng Shi en ti. —Habló, poniéndose detrás de Jin Guangshan. Éste dio un salto y se dio la vuelta, mirando a Lan Zhan con desconfianza. —Eres gordo, enano y calvo. —bufó. —Tantas veces que coqueteé con ella y no me miró, simplemente porque era un niño. ¿Pero, tú? ¡Vamos, hombre! —se cruzó de brazos — ¿Que hiciste... —lo miró de arriba abajo. —para que se fijara en ti?

Jin Guangshan dio unos pasos hacia atrás, chocando con una mesa en el proceso, lo que lo detuvo de su huida.

—Yo no hice nada. —habló lentamente.

—¿Nada? —preguntó Xichen, acercándose al hombre.

—Mirad, muchachos, yo no he hecho nada, así que no sé porqué están aquí.

—Es fácil. —respondió rápidamente Xichen.

—Mataste a Meng Shi, y eso trae consecuencias. Mi amigo, su hijo, está muy enojado. __ Lan Xichen se quitó la chaqueta azul del traje y la se la dio a Lan Zhan, quien le entregó una semi automática. Se arremangó la camisa y sonrió al hombre tembloroso que estaba enfrente de él.

—Dime, amigo, ¿qué tan jodido es esto?

—No puedes matarme.

Xichen sonrió y negó varias veces. Este era uno de esos momentos en que se sentía Dios, se sentía un salvador cuando tenía en las manos la vida de personas como estas.

— ¿Qué quieres apostar? —Jin Guangshan no respondió. —¿Sabes? Me gustas. No has negado que has sido tú quien ha matado a Meng Shi y has aceptado tu muerte como un verdadero hombre. — Xichen palmeó su mejilla con la mano dos veces, dio un paso atrás y alzó la mano con la pistola. —Me gustó la plática que tuve contigo, pero ¿estás listo? —el hombre no dijo nada y eso cabreó a Xichen, así que preguntó de nuevo. —¡¿Estás listo?! —Gritó

—No sé qué decir

—Eso dicen todos. —se quejó Lan Zhan detrás de Xichen.

—No es personal. —Dijo, haciendo una mueca antes de apretar el gatillo y ver como el hombre caía en el suelo junto a un charco de sangre.

—¿No es personal? —preguntó Lan Zhan con un tono de burla en su voz. Xichen se dio la vuelta para mirarlo, hizo una mueca y sonrió.

—Me gusta que las personas sepan que no es personal. —La puerta se abrió y algunos hombres de parte de ellos entraron. Él hizo una mueca. —Hubiese sido mejor matarlo en otro lugar.

—Da igual. Al final nadie sabrá quién lo hizo, solo somos un par de extranjeros. —El teléfono de Lan Zhan empezó a sonar y él se apartó de Xichen para tomarlo.

Xichen tomó la chaqueta y empezó a caminar fuera de la casa de Jin Guangshan, o mejor dicho, del difunto Jin Guangshan. Y, entonces, fue ahí cuando empezaron a llegar los pensamientos a su mente.

¿Cómo podía matar una persona y no sentir remordimiento? Todo era simple. Eran años y años de adaptación, y lo que Xichen tuvo fueron años y años para practicar.

—Tenemos problemas en el paraíso, hermano.

—¿Qué pasó?

Ambos subieron a la camioneta que lo estaba esperando afuera Luego de que ambos estuvieron cómodos y la camioneta empezó a moverse, Lan Zhan dijo:

— Murió el primo de jiang cheng, y él se desmayó. Según tengo entendido, eran muy unidos en su infancia... — Hizo una mueca. __debió dolerle.

— Gracias por el tacto, hermano. — Habló Xichen, sintiéndose algo enfadado.

— ¿Cuál es tu problema?

__¿Cuándo nos vamos? — preguntó, obviando la pregunta de Lan Zhan.

__Hoy mismo, ya no quiero pasar ni un jodido día en esta ciudad.

— Bien.

***

Dos días después del entierro de su primo, jiang cheng se en contraba sentado en el porche de la casa de su madre, dejando que el aire fresco y limpio que emanaba de los arboles alrededor de la casa llenaran sus pulmones.

Debía admitir que el tiempo que le habían dejado a solas lo agradecía. Bueno, no tan sola. Habia un guardia custodiando desde uno de los arboles escondidos, él lo sabía porque lo había mandado ahí... No quería que su hermana, ni su madre, preguntaran porqué tenía un séquito de personas detrás de él.

Jiang Cheng dejó reposar la cabeza en la espalda d e la mecedora de madera. En estos últimos días había empezado a notar que extrañaba a Xichen, confundiéndolo más de lo que ya se encontraba

Su mirada vagó a través del amplio patio de enfrente, cuando una camioneta Suburban de color negro brillante se estacionó con un chirrido de neumáticos. Su corazón se empezó a acelerar, de esta salió un Xichen con un traje de color negro y su cabello suelto, como tanto a jiang cheng le encantaba; sus ojos de color negro intenso estaban cubiertos por unas finas y costosas le ntes de sol. La forma segura en la que él caminaba la hizo suspirar sin darse cuenta.

En ese preciso momento, la puerta de entrada de la casa se abrió, revelando a la madre de jiang cheng. Ésta frunció el ceño al ver la camioneta parqueada enfrente de su casa , camioneta que no conocía de ninguna manera.

— Mami...

—¿Quién es? — Su mirada se centró en jiang cheng, y entonces lo supo. —¿Es el padre de tu bebé? — jiang cheng asintió cuidadosamente. —Menos mal que tu hermana no se encuentra.

Jiang Cheng se levantó rápidamente cuando Xichen pisó el primer escalón del porche y plantó una sonrisa. Se acercó a él y lo rodeó con sus brazos, sintiéndose seguro, cosa que la hizo estremecer levemente.

Luego de unos segundos, se separaron, y él miró esos preciosos ojos ocre que tanto lo volvían loco.

— ¿Qué haces aquí?

Embarazo Del Mafioso 'Adaptación 'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora