VEINTINUEVE

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JIANG CHENG

Yu y Jingyi miraban al perro de una manera graciosa desde sus sillas
de suelo para bebés de solo un mes y varios días. El perro, al cual le
había puesto por nombre Casper, miraba con alegría a los niños.

Miré fascinado cómo Jingyi extendía una mano tratando de alcanzar al
perro, Casper tomó eso como una señal y puso su hocico en la mano.

Suspiré. Los niños y yo estábamos prácticamente solos, excepto por
los guardias de seguridad.

Lan Zhan y Wen Qing habían salido en una cita, lo que aproveché para mandar a Sun An y a mamá a hacer algo para que no estuvieran encerradas en casa.

El timbre sonó y yo fruncí el ceño. Nadie sabía de esta casa, excepto
los que sí debían de saber.

Miré a los niños y extendí la mano detrás del cojín del mueble donde
estaba sentado, cerrando los dedos en el metal frío, antes de ponerme
en pie. La vida me había enseñado de mala manera a siempre estar
protegido por cualquier cosa que vaya a pasar.

Rápidamente hice mi camino hacia la puerta, no sin antes chequear a los niños por última vez. Miré por la mirilla de la puerta, y la persona
que estaba en frente estaba de espalda a mi.

Toqué el botón que me comunicaba con el equipo de seguridad. Lo
bueno de haber sido el casi esposo de un mafioso, es que no se
pensaba a la hora de gastar dinero en seguridad, y por supuesto, la
puerta bloqueaba cualquier sonido para que no saliera de la casa.

—¿Sí, señor?

—Qin, ¿quieres explicar quién está en frente de mi puerta? —Hubo
una risa ronca de su parte.

—Creo que debería verlo por usted mismo, ya que yo mismo no lo
creo. —suspiré.

—Espero que no me arrepiento, Qin. Sino, pondré una bala en tu culo.

—Como usted diga, señor.
Volví a mirar por la mirilla, pero nada. La persona seguía de espalda.
Palpando por última vez el metal en la cinturilla de mis pantalones, abrí la puerta.

LAN XICHEN

Abrió la puerta. Y por poco mi corazón se para.

Jiang Cheng es el hombre más hermoso que he visto en mi vida.

Sus hermosos ojos me miraban de modo interrogante, su cabello
negro largo y espeso, ese que recordaba bastante bien entre mis
puños a la hora de tener sexo salvaje, estaba suelto. Vestía unos pantalones de chándal negro, donde podía ver claramente el contorno de la pistola. Casi reí ante eso. Mi bebé no había aprendido mucho.

La camiseta era del mismo color que los pantalones, esa camiseta que
se estiraba en su delicioso pecho. Pechos que estaban grandes y que,
por supuesto, daban de comer a mis hijos. Mis hijos eran totalmente
suertudos.

Ambos nos quedamos mirándonos por unos segundos, y sabía que
él no podía reconocerme porque aún seguía con los lentes de contacto, y me había dejado crecer la barba.

—¿En qué puedo ayudarlo? —abrí la boca para hablar, pero un grito
agudo desde el salón de la casa que conocía como la palma de mi mano, sonó.

Mis hijos tenían unos pulmones de oro.

Jiang Cheng, se dio la vuelta y se apresuró dentro de la casa, dejando la
puerta abierta.

Nota mental: azotar el trasero de mi 'mujer' por dejar la puerta abierta.

Lo seguí adentro y, hablando de traseros, este era el totalmente
delicioso.

Cerré la puerta y no creo que él no lo haya notado. Llegué donde estaba él para verlo arrullando a Yu en su pecho.

—Tranquila, mi amor. Papi está aquí. —Susurró para la niña, pero
pude oírlo. Luego de lo que para mí fueron como veinte minutos, -
podría pasar la vida entera viéndolo con nuestros hijos- volvió a hablar
con mi hija, pero en un tono más bajo. —Eso es, mi niña. Tengo
suerte de que Jingyi siga durmiendo aún. —La dejó cuidadosamente
en el asiento de nuevo, aún seguía de espalda.

Y el sonido de mi voz me sorprendió, ya que no pretendía hablar:
—Hemos hecho unos bebés hermosos.

Pude ver cuando mi voz penetró en su cerebro, y sus hombros se pusiero tensos.

Lentamente se dio la vuelta. Fue una buena cosa que Yu estaba en
su asiento, ya que Jiang Cheng se desmayó.

JIANG CHENG

Abrí mis ojos algo desconcertado y miré hacia los lados. Estaba en el
sofá de mi casa, pero por mi bien no podía recordar cómo llegué aquí.

Alguien pasó su mano por mi cabello y me estremecí.

— A-Cheng...—Esa voz... No me lo había imaginado.

Me levanté de un salto del sofá, maldiciéndome luego por haberme
movido tan rápido. El extraño que estaba pensando seriamente que
tenía la misma voz que Xichen me sujetó antes de que cayera.
Cuando me recompuse, me alejé de su toque.

—¿Quién eres y qué haces en mi casa? —pregunté, enfrentándolo,

— A-Cheng...

—¡¿Quién diablos eres?!

— Jiang Cheng, cálmate, vas a despertar a los niños.

¡Oh, Dios, los niños! Busqué a mi alrededor y vi a mis angelitos que
aún estaban durmiendo, y el perro estaba a su lado.

Hice una mueca. Casper no sería de mucha ayuda si cualquier cosa
pasara, pero bueno.

Me volví hacia el extraño.

—Aún no ha respondido a mi pregunta.

—Soy yo. Xichen.

No, no, no, no, no, no... Xichen estaba muerto...¿Verdad?

— Xichen está muerto.

El extraño llevo sus manos a los ojos e hizo algo antes de volver a
mirarm...no, malditamente no.

Esos ojos, esos mismos ojos que había extrañado me estaban
mirando, y casi me desmayo antes sus palabras.

—No, no estoy muerto, Jiang Cheng.

Mi mano simplemente voló, y no me di cuenta de lo que hice hasta
que ya fue tarde.

Embarazo Del Mafioso 'Adaptación 'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora