VEINTIOCHO

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JIANG CHENG

Un mes después.

Tracé con cuidado la cadenita de oro que estaba alrededor del cuello
de mi hijo, esa que Xichen había mandado hacer para cada uno de
ellos. Mi pequeña Yu estaba durmiendo plácidamente, pero su bello hermanito  Jingyi me miraba con sus ojitos ocre, como los de su
padre.

Un mes ya había pasado desde que había dado a luz a mis pequeñitos. Por lo tanto, había tenido una semana para acostumbrarme a los extraños cambios de tener que despertarme a la hora en que escuchaba un grito.

Sun An y mi mamá se comportaban como dos ángeles tratando de
ayudarme, ambas habían hecho su camino a las habitaciones de
invitados que tenía mi casa para ayudar lo más que podía con los
bebés. También Lan Zhan se había mudado; no sé con cuál propósito, pero lo había hecho. Cuando lo vi con una maleta y entrando a la casa
como si fuera el jodido rey de la casa, simplemente dijo que era por
protección, y yo me encogí de hombros. Disfrutaba de su compañita
aunque nunca lo admitiera delante de él.

Me impulsé suavemente hacia adelante y atrás en la mecedora, y no
me tomó más de cincos minutos conseguir que Jingyi se durmiera.
Colocando un suave beso en su frente, me levanté para dejarlo en la cuna.

Encendiendo el monitor de la habitación, tomé el de la cómoda y salí de la habitación hacia la cocina. Cuando iba bajando las escaleras, la
puerta del enfrente se abrió y Lan Zhan entró con una caja en manos, y al verme sonrió.

—Ahí estás. Tengo algo para mis sobrinos. —Puso la caja con cuidado en el suelo. —Ven, acércate. —me apuró.

Terminé de bajar los escalones y me acerqué con cuidado a la caja,
arrodillándome junto a Lan Zhan.

—¿Qué es? —pregunté con cautela.

—Sólo abrelo, Jiang Cheng. —Frunciendo el ceño, abrí la caja con cuidado, y jadeé ante lo que vi.

Un pequeño cachorro Pastor Alemán dormía plácidamente en la cajita,
y al escuchar el movimiento y por supuesto mi jadeo, sus ojitos se
abrieron.

—Oh, Lan Zhan... no tenías que hacerlo.

Me levanté con el cachorro en manos, y Lan Zhan imitó mi movientos.
Abracé al perrito a mi pecho.

Miré a Lan Zhan quien ahora tenía la mano en la nuca y estaba algo
ruborizado. Él iba a decir algo, pero nunca tuvo la oportunidad, porque
tanto Sun An como mamá entraron en la habitación.

—Oh, A-Cheng... ¡que lindo perrito! —exclamó mamá acercándose a mi
lado.

—Lan Zhan los trajo para los gemelos.

—Que lindo de tu parte, Lan Zhan. —esta vez habló Sun An y le dio una
mirada que no entendí. En su lugar, le pregunté a Lan Zhan:

—¿Wen Qing está aquí?

—Te está esperando en el porche, junto a Huaisang—dijo, mientras aún
miraba a su mamá.

Dejé al perrito con mi mamá, no si antes darle también el monitor de
los niños, y me moví rápidamente hacia el porche. La casa tenía una
zona delantera construida a un lado de la casa, consistía en un
quiosco de madera, con muchas flores alrededor haciéndolo ver como
un pequeño paraíso en la tierra.

Ya Wen Qing y Huaisang estaban ahí con limonada sobre la mesa, y no dudé ni un segundo en que Lan Zhan las había conseguido.

El pelo rubio de Wen Qing era movido por la brisa, haciéndola ver como
una modelo lista para una foto junto con sus grandes lentes de sol a la
moda; y Huaisang, vestida con un traje de oficina me hizo saber que
venía del trabajo, su cabello negro totalmente lacio brillaba desde
donde estaba.

—Mírate, si ya te ves como toda una mamá.

Sonreí y negué con la cabeza. Wen Qing nunca cambia.

—¿Cuándo piensan tú y Lan Zhan tener los suyos? —Tomé asiento en
frente de ambas y agradecí cuando Huaisang me entregó un vaso de
limonada. Cuando sorbí, casi escupo todo. Escuché la suave risa de
Huaisang y la estruendosa de Wen Qing. —Mierda, se supone que no puedo tomar alchol, estoy amamantando.

Wen Qing despidió el comentario con un gesto de mano.

—¿Y ahora, de qué querías hablarnos?

—Si, lánzalo, A-Cheng. —dijo Huaisang, cambiando el vaso. —Toma. Este sí es limonada.

—¿Están tratando de emborracharse?

—Algo así. —Dijo, antes de volver a beber de su vaso.

Hice un puchero porque ellos pudieran beber y yo no. Tomando un
trago de mi bebida sin alchol, les compartí mi inquietud.

—En el parto sentí cosas raras...

—Dos bebés saliendo de tu, son algo raro para sentir. —me reí ante eso.

—No es de eso que hablo, Wen Qing. —Dije, luego de haberme calmado.

—¿Entonces de qué?

—Había un hombre, de ojos verdes en la sala de operaciones...

—¿Doctor? ¿Enfermero? —ofreció Huaisang.

—No, no era ninguno de ellos. Este se sentía inusual, hasta besó mi
frente cuando tenia ambos bebés en brazos, como si fueran de él o
algo así. —Traté de explicarles cómo me habia sentido, pero creí que
estaba fallando a lo grande dado por sus caras de absoluta confusión.
—¿Saben qué? Olviden lo que dije, sé que no me van a entender.

—Cariño... — Wen Qing tomó mi mano en la suya, con la otra frotando mi mejilla. —sé que lo extrañas...

—No, no es eso...

—Sí lo es, A-Cheng. —esta vez fue Huaisang quien habló. —Y aún no sé
porqué tratas de ocultarlo. Digo, es normal, y si no estuvieras así, diría
que no habías estado enamorada de Xichen.

—Eso no explica nada.

—Sí lo explica. Lo extrañas tanto, que en ese momento no pudiste evitar imaginarlo ahí.

No dije nada, porque en una parte él tenía razón, extrañaba tanto a Xichen.

Al parecer dejé que mi expresión de dolor se mostrara. Ambas se
colocaron a mi lado y me abrazaron, mientras las lágrimas caían por
mis mejillas. Y, estaba tan concentrada en mis pensamiento, que en ningún momento recuerdo haberles dicho que el extraño se sentía como Xichen

Dos horas más tarde, estaba con unas muy borrachas Wen Qing y Huaisang, a lo que me vi obligado a decirle a Lan Zhan que vieniera por ambos

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Dos horas más tarde, estaba con unas muy borrachas Wen Qing y Huaisang,
a lo que me vi obligado a decirle a Lan Zhan que vieniera por ambos.

Mingjue se había aparecido para recoger a Mingjue. El hombre era algo
espeluznante, con esos ojos locos que a veces sentía que eran demasiado tristeza, pero brillaban con amor hacia mi amigo.

Y Lan Zhan simplemente sonrió mientras Wen Qing mascullaba algo acerca de sexo intenso.

Simplemente negué con la cabeza y me quedé mirando a ambas parejas desaparecer, cada uno siguiendo su camino.

Suspiré y entré en casa, tratando de concentrarme en mis hijos,
sabiendo que en algún momento, yo había tenido los que mis amigos
tienen ahora.






Falta poco para el final, ya que solo 3 capítulo y termina esta historia.

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