TRINTA Y UNO

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JIANG CHENG

—Necesito tiempo. — Xichen estaba de espalda a mí mientras se
arreglaba la ropa, luego de haberme limpiado cuidadosamente con
una toalla. Dejó lo que estaba haciendo y se giró hacia mí, como si
hubiese visto al mismo diablo.

Quise reír, porque estaba totalmente seguro que esa misma expresión
debí de haber tenido cuando me di cuenta de quién era realmente.

—¿Tiempo? —preguntó mientras arreglaba su cinturón, aún con su
mirada puesta en mí.

—Sí, ya sabes, esa cosa...tiempo. —me moví inquieto de un lado a otro.

—¿Cuánto tiempo? —demandó con un gruñido.

No sé de qué diablos se estaba quejando.

—El tiempo que crea conveniente y necesite. —dije rotundamente.

—No lo sé, esta cosa de tiempo...

—No te estoy pidiendo permiso, Xichen, simplemente te lo estoy
advirtiendo. —Él no dijo nada, simplemente se quedó mirándome por un largo tiempo, como si estuviera loco. Tal vez lo estaba.

—Bien, pero seguiremos teniendo sexo. Mucho sexo. —Dijo mientras
se acercaba hacia a mí de manera lenta.

Me burlé.

—Creo que nunca has hecho esto del tiempo.

—No. —admitió, encogiéndose de hombros.

—No habrá sexo, no habrá contacto sexual entre tú y yo. —dije mientras bostezaba, estaba cansado y él lo notó.

—Vamos a la habitación, estás cansado y no me vendría mal
acurrucarme con mi cálido y futura esposa.

—No, eso no va de esa manera...

—No me importa, Jiang Cheng, no te estoy dando tiempo. —Sus manos
fueron hacia mis mejillas y me dio un beso moja en mí ropa interior.
—Joder, estoy duro de nuevo. —gruñó, embistiendo sus caderas contra las mías, su ereccion dura y grande.

Toma una de mis manos y la lleva hacia su polla. Empiezo a acariciarlo con mimos, porque siendo sincero conmigo mismo, había extrañado su polla.

Sus labios se hicieron cargo de mi cuello, besando y mordisqueando
mi piel, y dejé escapar un gemido. Lamentablemente ya no me
acordaba el porqué estaba enojado con él.

—Hmmm...extrañé esos deliciosos sonidos, cariño. —apreté su polla
en mi mano. —De rodillas. Necesito esa deliciosa boca tuya en mi
polla, ahora. Y quítate la camisa, necesito ver esas tetas.

Quedé de rodillas delante de él, mis ojos a la misma altura que su
pene. Quité mi camiseta y mi sostén de nuevo. Dejé un par de besos
por encima de su pantalón, recibiendo un gemido de su parte, y me hice cargo de su cinturón, pantalón, y bóxer, para tomar la pesada carne en mis ansiosos dedos.

—Di 'a', cariño, voy a alimentarte. —Jadeé mientras introducía su gruesa carne en mi boca. —Eso es, gatito... tómalo todo.

Joder, amaba la forma en que me hablaba totalmente sucio.

Saciado -luego de haber tenido sexo tres veces- me estiré en la cama y miré de manera perezoso como Xichen se hacía cargo de todo antes de llegar y tomar el lugar a mi lado, en la cama

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Saciado -luego de haber tenido sexo tres veces- me estiré en la cama y miré de manera perezoso como Xichen se hacía cargo de todo antes de llegar y tomar el lugar a mi lado, en la cama.

—Ven aquí. —dijo mientras me tomaba en sus brazos y me enjaulaba
con su cuerpo. Su boca fue a mi oreja mientras una de sus manos me
acariciaba el trasero. —No te estoy dando tiempo cariño.

Y si era totalmente sincero, yo tampoco lo quería.

Me desperté cuando el sonido de un llanto se registró en mis oídos

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Me desperté cuando el sonido de un llanto se registró en mis oídos. Xichen murmuró y dejó un beso en micabeza.

—Voy por ellos.

Asentí, suspiré y me levanté para ponerme algo de ropa. Cuando Xichen llegó con ambos bebés, ninguno estaba llorando.

Me acerqué y tomé a Jingyi de sus manos y le dejé a Yu, quien
estaba embobada mirando a Xichen mientras la sostenía contra su
musculoso pecho. Suspiré. La vista era hermosa.

Jingyi empezó a moverse inquieto, reclamado mi atención. Miré esos
hermosos ojos ocre que brillaban hacia mí y besé su cabecita, encontrando reconfortante su olor de bebé.

—¿Qué vamos a hacer ahora? —pregunté a Xichen, quien levantó la
vista de Yu.

—¿A qué te refieres?

—Con nosotros.

Él sonrió y se acercó hacia mí, con cuidado de no chocar ambos niños
que aún estaban en nuestros brazos. Besó mis labios dulcemente y murmuró:

—Vamos a vivir.





Fin

Embarazo Del Mafioso 'Adaptación 'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora