Sueños tormentosos acerca de su pasado sacaron a Veronica Diop de su rutina en Nueva York. Si bien, llegó a Hawkins con la esperanza de solucionar su problema, quedó atrapada en una serie de percances que, con el tiempo, sólo se pusieron peor.
Bajo...
Esa noche, Ronnie no había podido dormir nada. Después de infiltrarse en Pennhurst, regresaron a Hawkins sólo para encontrar a los demás chicos aterrados. Vecna estuvo a punto de llevarse a Max, y lo peor de todo, es que él mandó un mensaje para las telepáticas:
"Las siguientes serán ustedes"
Si antes creían que las cosas comenzaban a salir mal, ahora estaban mucho peor. Ronnie solo deseaba abrir los ojos y despertar de esa pesadilla en la que estaba metida.
Muy temprano por la mañana, Nancy entró al sótano apresuradamente.
—¡Despierten! —exclamó—. ¡Chicos, despierten!
Kali le lanzó a Nancy una mirada asesina. Tenía media hora que Ronnie por fin se había dormido, y para su suerte, no había comenzado a soñar nada malo todavía.
—Lo lamento, Kali —suplicó Nancy—. Pero esto es importante —aseguró, al tiempo que alzaba unos dibujos que no tenían forma.
Kali rodó los ojos, pero movió a Ronnie de su regazo para despertarla.
—¿Qué pasa? —preguntó la ojiazul, soñolienta, mientras se sentaba en el sofá.
—Lo siento, Ronnie, sé que no has dormido bien, pero debemos irnos —avisó Nancy, con impaciencia. Detrás de ella, estaban Max y Dustin, despertando a Lucas y a Steve.
Ronnie frunció el ceño. —¿A dónde?
Nancy prosiguió a armar una especie de rompecabezas en la mesa de centro. —Aquí —contestó—. Esto es lo que Max vio ayer en su encuentro con Vecna.
—¿Una casa? —preguntó Kali, confundida. Ni siquiera le había puesto atención al rompecabezas.
—No es cualquier casa —Ronnie negó, observando los dibujos—. Es la casa de Víctor Creel. ¿Recuerdas, Kali? El vitral con rosas.
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Ronnie estacionó su Camaro detrás del auto de Steve y bajó junto con Kali, Max y Lucas. Estaban frente a una casa abandonada de aspecto espeluznante.
—Sí, nada atemorizante —comentó Steve, al observar la vieja casa.
Todos se acercaron a la entrada. Steve y Nancy comenzaron a retirar los clavos de la madera que obstruía la entrada, mientras que los demás esperaban ansiosos.
De pronto, Steve se volteó para mirar a las telepáticas. —¿Están seguras que no pueden hacer esto por nosotros? ¿Con sus poderes mentales y eso?
Ronnie alzó una ceja. —No tenemos esa clase de poderes, idiota.
—Bien, lo lamento —contestó Steve, de mala gana. Y se dio la vuelta para seguir sacando clavos.
—¿Qué se supone que buscamos en esta pocilga? —preguntó Kali, recelosa.
