Sueños tormentosos acerca de su pasado sacaron a Veronica Diop de su rutina en Nueva York. Si bien, llegó a Hawkins con la esperanza de solucionar su problema, quedó atrapada en una serie de percances que, con el tiempo, sólo se pusieron peor.
Bajo...
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Ronnie y Kali no contestaron la pregunta de Vecna, pero eso no importó, porque fueron transportadas a otro lugar. Ya no se encontraban en su visión neblinosa, sino en la casa Creel.
Era un recuerdo. Víctor entraba a su casa acompañado de su familia, Virginia, Alice y Henry.
—Como ustedes, no encajaba con los otros niños, algo estaba mal conmigo. Mis padres creyeron que un nuevo comienzo en Hawkins podría curarme. Eso era ridículo, como si el mundo fuera diferente aquí.
Las chicas telepáticas escuchaban su voz, pero él no estaba ahí, sólo el pequeño Henry. En ese instante, comprendieron otra perspectiva de la historia: Henry Creel era el responsable de todo. Él se había convertido en Vecna.
En el recuerdo, el niño caminaba por la casa, así que fueron tras él, lo siguieron hasta un baño en el primer piso.
—Pero luego, para mi sorpresa, nuestro nuevo hogar me proporcionó un descubrimiento. Me hizo sentir que tenía un propósito. Encontré un nido de viudas negras en un ducto. La mayoría les teme a las arañas, las detestan, pero a mí, me parecían infinitamente fascinantes. Como yo, son criaturas solitarias, y profundamente incomprendidas.
Henry tomó a una araña en el dorso de su mano, mirándola con fascinación. A continuación, lo siguieron al ático, donde lo encontraron dibujando viudas negras, al tiempo que las guardaba dentro de frascos.
—Las arañas son... el depredador más importante. Inmovilizan y se alimentan de los débiles, y así equilibran y ordenan un ecosistema inestable.
«Pero el mundo humano estaba alterando esta armonía. Verán, los humanos son un tipo único de plaga, que se multiplica y envenena nuestro mundo, todo mientras impone su propia estructura. Una estructura profundamente antinatural.»
La imagen cambió, y las chicas observaron a Henry, quien se plantó delante un reloj de pedestal, y comenzó a hacer girar las manecillas del reloj en todas direcciones, muy rápidamente.
—Donde otros veían orden, yo veía una camisa de fuerza. Un mundo cruel y opresivo, dictado por reglas inventadas. Segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, décadas. Cada vida una copia descolorida de la anterior. Despertar, comer, trabajar, dormir, reproducirse, y morir. Todos están esperando que todo termine. Y mientras, actúan en una obra terrible día tras día. Yo no podía. No podía cerrar mi mente y unirme a la locura. No podía fingir. Y me di cuenta, de que no tenía que hacerlo.
A continuación, la imagen volvió a cambiar. Ahora estaban en el jardín de la casa, y Henry tenía atado a un pequeño conejo silvestre, al tiempo que lo torturaba.
—Mientras practicaba, me di cuenta de que podía hacer más de lo que imaginaba. Podía llegar a los demás, a sus mentes, a sus recuerdos. Vi a mis padres como realmente eran. Ante el mundo, se presentaban como personas buenas y normales. Pero era mentira. Ellos habían hecho cosas horribles.
