Capítulo 7. Los hechos

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Ronnie y Kali dejaron la cabaña del bosque inmediatamente

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Ronnie y Kali dejaron la cabaña del bosque inmediatamente. Ahora que sabían que Jane no estaba ahí, habían acordado salir del pueblo esa misma noche e ir en busca de los chicos para avisar que su viaje hasta Hawkins había servido para nada y que debían hacer un nuevo plan.

Mientras conducía de regreso al motel, la ojiazul estaba comenzando a alterarse.

—Nada de esto tiene sentido, Kali —comenzó, con voz temblorosa—. A nosotras nos pasa algo, tenemos pesadillas, dolores de cabeza, y en mi caso, alucinaciones; hay algo allá afuera que está matando adolescentes; y Jane no está en Hawkins... Piénsalo con detenimiento. ¿Por qué se habrá ido? ¡Porque algo está mal con este pueblo!

—¡Ronnie! —llamó Kali, alzando la voz—. ¡Cálmate! No podemos actuar si tú no te controlas.

—Lo siento... Es que... —no terminó la frase, no tenía ninguna excusa.

—Está bien, Ronnie —musitó Kali, lentamente—. ¿Recuerdas los días que pasamos juntas en el bosque, luego de escapar del Laboratorio? Tú estabas tan nerviosa y asustada. Creías que Brenner estaba justo detrás de nosotras. Y yo siempre... trataba de tranquilizarte, hacía que contaras cada árbol que pasábamos o que hicieras ejercicios de respiración. ¿Los recuerdas todavía?

Ronnie sonrió de lado. Eran recuerdos agridulces, pero jamás se iba a poder olvidar de ellos. Siendo adolescentes de catorce años, corrieron durante varios días por el bosque, alejándose del infierno en el que estaban metidas. De las dos, Kali era la más calmada, la que siempre guardaba la compostura, y la que tranquilizaba a Ronnie para que pudieran seguir huyendo.

La ojiazul respiró y exhaló profundamente tres veces. Más sosegada, le respondió: —Por supuesto, Kali, y ahora que lo pienso, eres tú la que saca esta parte ansiosa de mí.

Kali soltó una pequeña risa. —Posiblemente sea eso.

Unos minutos antes de llegar a su destino, Kali retiró el camuflaje del auto. De noche era mucho más difícil que la gente las mirara con desconfianza, pues nadie les ponía la suficiente atención debido a la oscuridad.

Sin embargo, cuando pasaron cerca de un auto, que iba en dirección contraria por la carretera, éste detuvo su marcha y se dio la vuelta para seguirlas.

—Mierda —masculló Ronnie, viendo por el espejo retrovisor—. Vienen detrás.

—¿Y ahora qué? —gruñó Kali, mirando al auto que se acercaba a gran velocidad—. ¿Qué esperas para acelerar, Ronnie?

La ojiazul seguía cuidándolos por el espejo. —Un poco más... —murmuró, y cuando el auto estuvo muy cerca, aceleró a fondo, haciendo que las llantas rechinaran y saliera humo del piso, ocasionando que el auto frenara bruscamente.

Ronnie sonrió con satisfacción y se alejó rápidamente del auto, dejándolo atrás.

Al llegar al motel, las chicas comenzaron a recoger sus cosas con urgencia.

NICE TO MEET YA  || Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora