Capítulo 10

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Narrador: Anaïs Moreau

Mi encuentro de ayer con Béatrice ha sido muy bueno. La verdad me esperé que fuera mucho más torpe o tonta con sus palabras, pero aprende rápido y no me resulta nada alterante sus exaltamientos a la hora de hablar. Es más, toda esa noche estuve de buen humor porque me recordó mucho a mi hermana: Charlotte.

Ahora me encuentro con mucha inspiración delante de mi tocador. Incluso estoy dejando que mi madre vuelva a hacerme ese peinado precioso llamado "caos de mariposa". No tiene mucho sentido, le puso este nombre cuando yo era una niña y ahora que he crecido me sigue gustando lo bien que me deja los rulos.

El pelo corto me queda bastante bien. Es mi estilo por completo, además me resulta mucho más cómodo. Antes solo lo tenía largo porque sino mi padre me llamaba "marimacho" y ahora me encuentro a mí misma con una nueva cara.

—¿Qué harás hoy, mariposita?

—Pensaba en escribirle una carta a Charlotte para invitarla a comer.

Sé que esas palabras no son fáciles y hacen que cuando mi madre termine el peinado, me mire muy seriamente desde el espejo. ¿Cuánto faltará para que pierda la cabeza?

Ni siquiera pasan cinco segundos antes de que ella me tome del pelo y yo tenga que reprimirme los gritos. La ventana está abierta, si grito armaré un escándalo. Pero mi cuero cabelludo es delicado.

Mi madre odia la simple mención de su hija mayor. Desde que ha desaparecido por completo de nuestras vidas no soporta saber nada de ella y, como si fuera poco, Charlotte hace tres años dejó de responder mis cartas. Solo tengo la ayuda de una de mis primas que también está en Canadá para saber que está viva y sana.

Mi madre suelta mi cabello y empieza a clavar sus uñas en mis hombros. Tiene uñas larga y rojas. Y mi piel no tarda en tornarse colorada. No puedo decir nada que aporte para ella. Solo tengo que mantenerle la mirada con seriedad y así se dará cuenta que está actuando mal.

Vivir con una madre enferma de la cabeza te prepara para esto.

Cuando ella me observa, se echa a llorar. Quisiera saber qué pasa por su cabeza para correr hacia atrás de mi cama. Y la verdad no sé por qué voy a mirarla, no tiene sentido. Está encerrada con los brazos en las piernas y hecha una bolita. Daría muchísima pena para cualquier persona. Pero a mí solo me genera rabia.

¿Qué mierda sucede con ella? Parece que la maltratadora soy yo. Pero yo nunca hubiera preferido a mi esposo antes que mi hija, como muchas veces ha hecho ella y que me ha traído traumas a MÍ que era una niña.

Soy una rencorosa. Me duele aún el pasado y que a mi madre le haya importado tan poco como para delatarme delante de mi padre, sabiendo que sería la única en recibir azotes.

—Quieras o no ella vendrá aquí.

—¡No lo entiendes! Ella nos abandonó, nos dejó tiradas como si no sirviéramos de nada. Tu hermana nos odia, Anaïs, nos odia.

—A ti te debe odiar que eras tremenda con ella.

—¡Oh! ¿Entonces no te dolió cuando a los veintisiete años se fue? ¡Se fue, se fue! Tú la buscaste durante tres años y no le interesó saber de tu existencia, te sentenció.

—No fue así.

—¡Se escapó con un hombre y nos dejó porque son sus instintos! ¡Es una puta ofrecida!

Que mi madre me venga a decir la versión que ella cree no hace más que enloquecerme. Quiero golpearla, necesito hacerle daño... Pero ¿qué sería de mí si me dejara llevar por mis impulsos violentos? Solo me volvería como mi padre y es lo último que quiero.

Cuando La Luna Sale [Primer Libro de la Trilogía Grandiose]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora