Capítulo 28

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Narrador: Béatrice Marie

Disfruto un lindo tiempo con todos. Cuando Adrienne vuelve, su hijo de inmediato me identifica como la chica de la revista y me sorprende lo educado que es al halagarme. Realmente es un pequeño caballero.

No solo hablo con Toby sino también con June, quien estaba de muy buen humor al levantarse tarde. Todos se comportaron muy bien conmigo y eso es algo de agradecer. No muchas veces te encuentras con gente tan agradable por la mañana.

Aunque todo lo bueno tiene un final y lo supe cuando vi a Gerard hablando con Adrienne. Ahora lo miro con otros ojos. Debe estar sufriendo por esa mujer, no hay duda.

—Béa, si quieres llévate una porción de torta de frutilla. La comes en el camino.

Una sonrisa aparece en mi rostro de inmediato. Trajo una torta de frutilla, pero me daba pena comer un pedazo porque ya había desayunado. Y bueno, no puedes decirle que no a Adrienne o se enojará.

Pero me es difícil comerla cuando está Gerard cerca y conduce en el auto descapotable.

Siento como si todos me miraran.

Para animarlo un poco, le rozo con la crema de la tarta la nariz y noto cómo hace una pequeña sonrisa triste.

—¿Qué te parece si conduzco yo?

—No sé si estés preparada...

—Iré lento, por favor.

—Excédete los veinte kilómetros por hora o no llegaremos nunca.

Me deja sentarme como conductora y se queda de copiloto. Le dejo la tarta en sus manos y me alegra que él al menos pueda comerla... Aunque yo tenía tantas ganas.

Pongo un poco de música. Ha salido nuevamente la canción de Je t'aime moi non plus pero con un cambio de cantante, ahora es Jane Birkin la que está. Adoro eso. Simpatizo mucho con ella.

Creo que eso no le gusta a Gerard a juzgar de lo desesperado que está por no mirarme, así que cambio la emisora hasta que encuentro un tema de The Beatles. Ahí llego a ver alivio en su rostro.

Michelle empieza a sonar y lo escucho cantando en voz baja.

Creo que no es mala idea interrumpirlo ahora que está cómodo, pero no me deja articular palabras cuando habla primero.

—¿Tú crees que me asimilo a Tomas? ¿Crees que yo soy como él solo porque trabajo para él?

—No. Tú eres Gerard, su guardaespaldas.

—Sí, pero ¿crees que esas mujeres me odien al igual que odian a Tomas?

—Bueno... Entiendo por qué la gente, las mujeres, lo odian. Él tenía negocios muy feos, eso no es muy agradable.

—No, ni a mí me agradó al enterarme.

—Y no creo que te odien, Gerard, pero sí te temen. Eres su guardaespaldas y supones una amenaza para su integridad porque él tiene contactos turbios. ¿Sabías que es amigo del gobernador y este mismo es un violento con June? Me enteré gracias a Annie y creo que no pueden dejar pasar eso, no la mayoría.

—Pero no tengo la culpa de lo que él hizo.

—Proteges, bajo tu propia decisión, a alguien que arruinó a mujeres.

—Ni siquiera sabía que traficaba mujeres. Es más, él ni siquiera es lo que todos creen.

—¿Qué quieres que te diga? La gente juzga en base a lo que escucha y ve. No puedes contarle a todo el mundo que no lo sabías y no puedes culparlos por no creerte. Estamos en una sociedad que procesa muy rápido las cosas y como se le da la gana.

Me sorprende el tono maduro que adapto. Nunca pensé llegar a estar tan apegada a París como para hablar así. Solo han pasado casi cinco meses y ya estoy dentro como alguien más.

No, es más, mi personalidad es rara cuando me veo desde su punto de vista. Gerard se está acostumbrado a charlar conmigo, pero yo no me acostumbro ni a hablar conmigo misma.

—Qué frustrante es verte crecer y decir verdades.

—Oh, no digas eso.

Ambos nos reímos y como un consuelo lo miro durante unos segundos.

—Ey, para mí siempre serás un hombre increíble. Ahora que Tomas está cambiando de aires asegúrate de mostrarte como eres y no como "deberías ser".

—Lo haré.

Llegamos al hotel y soy recibida por Maxime... Genial. Para nada me quejé del poco tiempo que tengo para mí misma hace solo unas horas.

—¡Béa! Mírate, preciosa, estás renovada.

—Lo sé, a ti también se te ve bien. ¿Saliste?

—Sí, hay productores que me quieren en su película. Ya puedo dejarme de hablar con el desubicado de Tim.

Me da un beso en los labios antes de seguir con su palabrerío y me siento contenta de que acabe con esa amistad tóxica, pero dudo que haya sido por los motivos correctos a juzgar de la forma en la que habla de sus productores.

El mundo del cine me interesa y desde que salgo con Maxime ambos nos beneficiamos del otro. Él a mí me presenta a todo ese mundo cada vez que podemos y yo a él le doy una nueva imagen, hago que la gente quiera trabajar con él. Pero, para mi lamento, a veces se siente como si solo me usara para que los paparazis hagan su trabajo.

Puedo enamorarme de él si tan solo me muestra quién es realmente y no se deja llevar por toda esta alegría pasajera que lo acerca a la soberbia.

Cuando La Luna Sale [Primer Libro de la Trilogía Grandiose]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora