Capítulo 40

12 1 0
                                    

Béatrice Marie

24 de diciembre... Hoy es 24 de diciembre y acabo de salir de una cita con Maxime. Me dijo que no podríamos salir por la noche y por esa misma razón quería pasar una merienda agradable. Lo malo es que también me llama para mañana.

No es que no me guste Maxime, pero mi mente ha estado tan concentrada en Anaïs que simplemente he ignorado un poco mi tiempo con él. Al final, Tomas me aclaró que solo es una relación "falsa" para el marketing, ya que busca que me vean como celebridad, una nueva actriz. Y no le va mal. Ya me han tomado para tres papeles. Todos el año que viene por suerte.

Pero es que todo me da igual cuando miro mis atuendos y a Annie, quien ha venido a ayudarme.

¿Qué se supone que me debo de poner?

—Yo te doy esas tres opciones, Béa. Luego, tú te encargas de elegir.

—Es tan complicado.

—Agradece que te doy opciones.

Le sonrío a modo de agradecimiento y ella repasa cómo se vería mi imagen con cada vestido.

Al final me termino quedando con un "azul grisáceo" —dicho por palabras de Annie—. Complemento el conjunto con unos aros de un color similar, demasiado refinados para mi gusto, un collar de oro con el símbolo de una mariposa y unos zapatos color crema de taco bajo.

Me fascina cómo se me ve, más porque este vestido es de tiritas, pero Annie me entrega un abrigo de lana que parece no proteger mucho del frío.

—Es solo para mantener las apariencias. Así queda muy bonito.

Ella me observa como una madre orgullosa cuando Francesca llega para hacerme los rizos. Está contenta de mí, de mi estilo... Y a mí me gusta mucho cómo me veo. Me permito sentirme linda.

Esta vez le he avisado a Tomas de que iré a un festejo de los Moreau y él se molestó solo un poco. Dijo "quería que te la pasaras con Maxime, pero si él tampoco colabora no puedo hacer mucho" y luego me deseó suerte.

Nuestra relación ha cambiado desde la vez que me internaron. Comenzó a tratarme como una persona humana y hablarme mucho de mi hermano. Creo que eso los distanció un poco.

La verdad, es tema de ellos. Estoy cansada de lidiar con relaciones ajenas. Solo me toca dar consejos, como hice con Anaïs y que salió bastante bien, ya que habla un poco más con Adrienne y pueden llegar a la comprensión mutua.

Me alegro mucho por ellas.

—Por cierto, Béa, ¿te has puesto tan linda para Gerard?

Esa pregunta me sorprende. Miro extrañada a Annie, hasta que recuerdo que no le conté que la invitación fue de Anaïs. Se lo aclaro con una media sonrisa y ella solo suelta un "ah". Parece incómoda.

—Me gustaba pensar que eras la pareja de Gerard. Ya sabes... Se ven bien en fotografías.

—Annie, cariño, no actúes como los paparazis por favor.

—Oh no, tranquila, parece que soy la única interesada en ustedes dos. Todos los demás se pelean por preguntarse muchas cosas sobre Maxime y tú.

—Mientras no nos acosen, no me molesta.

—Bueno, a veces se detienen y a veces vuelven. Todo depende qué tan buenos papeles elija Maxime.

—Lo ayudaré con eso luego. Cambiando de tema, ¿tienes planes para hoy?

—Sí... Tengo a dos personas en especial.

—¿En serio? ¡Oh! Dime a quiénes.

—A mi hermano y mi cuñada.

Ah... Bueno, eso es tierno. Pero dudo que su expresión sea la de verdadera felicidad. Además, está sonriendo de esa forma forzada que yo conozco muy bien.

—Pero está bien. Nunca tuve otras personas más que mi familia para pasar Navidad.

—¿Sabes qué? No te conformes con eso. Cambiemos un poco. Dejemos de hacer lo habitual.

Aunque ni yo entiendo mis palabras al comienzo, me doy cuenta de una idea brillante: juntarla con Tomas. Él nunca hace nada en estos festejos, eso me ha contado Gerard, así que sería un buen día para unirlos.

Quién sabe, quizás le hago el mejor favor del mundo a Annie y termina quedándose con él. Incluso puede que lo cambie para mejor.

Tomo su mano y cuando salgo de la habitación casi choco con Gerard. Está muy bien vestido, no como suele arreglarse para otros sitios. Hoy lleva un estilo tranquilo, casi para sorprenderse a juzgar de la camisa amarilla clara junto a la chaqueta y los pantalones marrones. Parece un tipo de discografía y cuando le hago esa broma, se pone unos lentos negros.

—Quiero tu disco Béatrice, mi bella flor de primavera.

—Con gusto y de paso me visto como una margaret

—Me gustan las margarets.

Ambos nos partimos en risas, tambaleándonos un poco. Tenemos chistes internos al respecto, tal como que así se visten los productores de CD típicamente yanques.

Annie me toca el hombro y me recuerda por qué estaba aquí afuera. Voy directo a la puerta de Tomas y toco con insistencia. Él abre harto y mirándome de mala gana.

—¿Qué sucede, Béa? Si vienes a buscar mi aprobación, todo eso te queda perfecto... Si fueras a una gala de cine. Pero qué más da.

—Gracias, Tomas. Pero vine para presentarte a tu acompañante.

Uso un poco de fuerza bruta para poner a Annie delante de sus ojos y noto cómo ella parece confundida. Pero no se sonroja como otras veces, sino que lo saluda mientras ladea un poco la cabeza. Se le nota encantada y a Tomas un poco menos frío.

Ella toma por completo la iniciativa y lo invita a dar un paseo por el museo para luego ir a un restaurante. A pesar de que Gerard no tiene fe en que Tomas acepte, lo hace y le cierra por completo la boca.

—No es tan malo —le digo en un murmuro al ver que se acercaban a nosotros.

—No es porque sea malo... Es que no le gusta festejar nada.

—Pues ha cambiado.

—Sí, veo.

Y los ojos de Gerard..., no sé cómo describirlos. Era una marea calma, casi muerta, viva de recuerdos enturbiados. Le aprieto la mano para quitarlo de ese lapso y me mira de la misma forma para luego forzar una sonrisa.

—La ha pasado mal... Merece algo de amor.

Se nota que alguien como Tomas la ha pasado mal. De lejos se nota. Y de cerca también. Aunque no sé si la solución sea Annie o él mismo.

A veces solo nosotros podemos recomponernos. No siempre va a haber alguien que nos salve.

Esto no es un cuento de hadas.

Cuando La Luna Sale [Primer Libro de la Trilogía Grandiose]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora