Capítulo 2

43 7 0
                                    

Narrador: Béatrice Marie

Es extraño estar acostada en el pasto de París. Es decir, no es muy diferente al del campo, pero resulta algo molesto notar cómo todos giran a mirarme. ¿Estaré haciendo algo mal? No me pueden juzgar, estoy disfrutando de la sombra de un árbol y leyendo. Mi padre me ha dicho que es lo que una mademoiselle debería hacer.

Tengo en manos un libro: Orgullo y prejuicio... A ver, es lo único aceptable que tenía en la biblioteca de mi hermano Eugene. Creo que lo compró apurado pensando que trataba de abogacía y no se tardó en leer la parte de atrás. No puedo juzgarlo, hubiera hecho lo mismo con ver esta portada tan sosa.

La verdad es que está en inglés, así que entiendo poco y nada. Pero ¿qué puedo hacer? Tomas no ha venido a buscarme y yo tengo que aguantar aquí, como puedo, intentando estar cómoda y verme como una mademoiselle.

En cuanto me aburro de la lectura, me doy la vuelta y observo a una chica de cabello corto y negruzco, muy negruzco. Es la única que se encuentra en frente de la fuente y de un perro bonito. Parece salida de una pintura dramática, una parecida que tenemos en casa. Abre la boca y suelta aire mientras observa a la nada misma.

Es preciosa. No es similar a las otras mujeres, por eso mismo me interesa muchísimo. Hasta siento una vibración extraña en el corazón. Nunca vi a nadie con esa clase de belleza, pero tampoco con tanta frialdad en su mirada.

Cuando se gira a verme, me sorprende ese cambio. Y a pesar de que la gente ya me ha mirado de esa forma, solo me queda refugiarme una vez más en el libro, al menos hasta que se marcha del brazo de un hombre.

Me dirijo hacia su lugar solo para entender qué es lo que le sucedía, qué es lo que tan enganchada la tenía, y solo me encuentro con un texto.

Lo leo una y otra vez. La verdad es que no tiene mucha lógica para entristecerse. Rosa y Margaret. Amantes y cursilerías amorosa. Me encanta el amor, pero no las cartas refinadas y llenas de palabras extrañas. Me hacen sentir idiota.

Lo que la profesora Mary me enseñó no va tan lejos. Solo tengo lo básico.

—Mademosielle Marie. ¿Está usted perdida?

Esa voz contra mi oído me asusta y hace que retroceda un paso para atrás, casi cayendo sobre la fuente. Pero para mi sorpresa, el hombre me sostiene y hace un gesto burlesco.

Sus ojos negruzcos, lejos de tener algo de vida, me dan a entender que se trata de Tomas Bernard, el amigo de mi hermano y quien se encargará de alzarme en lo alto de la sociedad. Algo así dijo Eugene.

Solo opto por reírme mientras le pido disculpa. Él me sonríe, pero nunca creí que su sonrisa fuera sincera. Parece un hombre completamente vacío, lleno de atractivo físico que sobrepasa sus sentimientos.

Sé que puede sonar estúpido, pero Tomas no parece real. Su cabello nunca ha crecido desde los cuatro años que lo conozco y no le ha salido ni una sola arruga a pesar de que tiene treinta y dos años. Pero por, sobre todo, nunca vi sus ojos adquiriendo alguna expresión.

Los ojos hablan, eso está asegurado. Pero los de Tomas se quedan mudos, casi parece que no aprendieron a expresarse y por eso debe complacerse con achicarlos para demostrar emoción, agrandarlos para simular sorpresa y dejarlos quieto para dar a entender que... No lo sé, es difícil entenderlo.

—Me ha hecho esperar un poco —digo cuando me sujeto de su brazo para que me guíe.

—¿Le molesta?

—No, solo me llamó la atención.

—Tienes que acostumbrarte, Béa. Estás en una posición más baja que yo y tengo deberes de los que ocuparme. Puedo tardar, porque te estoy por dar una vida de ensueños.

Sus manos están en el volante y su mirada es condescendiente, como si lo dijera con amabilidad. Pero no lo sé... Nunca entiendo qué debería pensar de él. Por el momento solo me ofrezco a sonreírle, porque agradezco lo que hará por mí de ahora en adelante.

El paisaje es hermoso en primavera. Honestamente prefiero el invierno, pero se siente como si los colores se volvieran más cálidos y adaptables a mis ojos. Incluso noto una gran cantidad de gente caminando de un lado para el otro, más de la que habré visto en Colliure, un pueblito en el que mi hermano estudia abogacía. Quizás incluso ya terminó.

Hay vestidos preciosos. No puedo creer lo que ven mis ojos. Se nota la tela suave y los tonos cálidos. El rojo es el que más llama mi atención. Quizás quede un poco indecente en mí al ser tan blanca y rubia, pero ansío probarme uno de esos que lleguen por encima de la rodilla. En el campo tengo que ser muy rescatada con mis vestimentas. Casi siempre usaba pantalones para no manchar los únicos seis vestidos que guardaba para alguna gala.

No soy exactamente incivilizada, pero creo que me va a costar un poco acostumbrarme a lo que es París. Todos caminan con apuro y visten a la moda. Parece que a ninguno le falta un solo centavo y me aterra la idea de que vean mis faltas.

—Llegamos al Hôtel George-V o, mejor dicho, tu hogar de ahora en más. Lamento que sea de tan bajo nivel.

Observo detalle por detalle en cuanto entro y no me lo puedo creer. Es gigante, marca las 5 estrellas con grandeza y tiene gente con traje. ¿Está bromeando? ¿Esto es bajo nivel? A mí ya me está subiendo la sangre a las mejillas por la fascinación.

—Es fabuloso, ¿por qué dice que es de bajo nivel?

—Estaba bromeando. Tal excelencia nunca llegaría a tus pies de no ser por mí. Por favor, subamos rápido.

Le sigo el paso. No entiendo por qué va tan rápido, pero algo me dice que tiene que ver con el entorno. Nos observan mal... No, a mí me miran mal.

Odio que la gente no simpatice conmigo.

—Bueno, esta es la habitación —dice casi sin aliento. Creo que esta es la primera vez que lo veo tan humano, cediendo ante su respiración.

Dejando de lado los sofás rojizos y las personas charlando en la sala de abajo, mi habitación se ve mucho más rescatada. Tiene un tono marrón suave y unos cuadros que decoran todo. Pero hay uno que me llama la atención y me lleva a señalarlo.

—Eres como una niña pequeña —dice Tomas que goza de ser un poco más alto que yo y pone su mano sobre mi cabeza, señalando la misma pintura—. Tamara and demon.

—¿Cómo?

—Se llama "Tamara and Demon" la obra y fue creada por Mijaíl Vrúbel. Es un demonio aquel ser de extrema belleza, parece que la está seduciendo. En su mirada se le nota lo maligno. Según lo que sé está inspirado en un poema y es de la época del simbolismo.

¿Cómo puede saber todo eso?

—¿Todo? Es muy poco a comparación de lo que un experto podría decirte. Pero supongo que me acerco a un experto con mi conocimiento. De todas formas, tú eres muy ignorante, cualquier cosa que te diga te va a sonar como verdad.

Es un poco arrogante, pero es algo a lo que me tengo que acostumbrar mientras asiento y me da una palmada. Creo que no está muy cómodo hablando conmigo, porque se aleja. Antes de irse me anuncia que mañana será un día agotador.

Ya lo creo. Este día fue muy entretenido, incluso si apenas está anocheciendo. Pude saber de la historia de los lugares más extravagantes e incluso un poco más de este hotel. Según lo que me dijo, se han hospedado The Beatles en 1964, una banda inglesa que tiene mucho éxito. Incluso me ha dejado unos CD's para que los reproduzca en esta cosa extraña.

Estoy un par de minutos intentando encontrarle la vuelta a esta máquina y cuando logro introducir el disco Rubber Soul, el tema de Michelle se empieza a reproducir.

Es calmo, un poco soso, pero me adentra bastante con su música a este mundo que está debajo de mis ojos. ¿Qué me espera a mí para esta sociedad formada a la perfección?

Poco a poco voy cerrando los ojos y me estampo contra la ventana. Es alucinante todo lo que hay a mi alrededor. Nunca soñé con algo tan increíble.

Cuando La Luna Sale [Primer Libro de la Trilogía Grandiose]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora