Cocinemos una nueva receta llamada ¿amor?

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La maestra Garibaldi floto por la sala como un fantasma, vio a cada una de ellas y subió una pequeña escalera que daba acceso a una pizarra y un escritorio y silla.

- Bien, ya nos presentamos, el plan que les daré será hacer más tristes aún sus vidas dentro de mi casa de estudios- dicho esto, esos ojos hundidos y quisquillosos de la maestra pasaron por cada una de las asistentes a la clase.

- El sobrepeso es una enfermedad asquerosa y despreciable que... ¿Por que no están anotando?

Todas saltaron de sus asientos y comenzaron a escribir en silencio e intimidadas por aquella figura femenina que era más una ente malhumorada que una profesora de gastronomía.

Se escuchaba de fondo como la maestra se esforzaba en dictar la clase, repetía muchas palabras con una monotonía singular mientras que el martillar de sus tacos hacía un ruido metálico en el suelo. Solo se escuchaba esa voz vieja y apagada y algunas tintas fluyendo de los bolígrafos.

Todas menos Iris prestaban atención al discurso acerca de "los peligros de la comida para una señorita moderna", todas menos Iris.

Iris estaba totalmente perdida, su cuerpo estaba en la clase de la maestra, pero su alma, su alma solo miraba a Jade. Iris noto sus hermosos cabellos que brillaban con la luz natural, bajaba por esa frente hasta toparse con unas finas cejas, ver una nariz bien perfilada y una boca que la seducida y mecía entre los labios rojos y carnosos que tenía, Iris bajo más, vio atenta la caída natural del cabello de Jade y como las puntas bien cerradas y conservadas de el cabello reposaban descansando sobre los hombros uniformados de la chica. Iris noto un movimiento, su corazón se acelero, escucho como los pies oponían resistencia al aire de unos pasos suaves, escucho el rosa de los cabellos y su bamboleo hasta que una frase le despertó de su sueño romántico. Ella solo sintió un suave toque de un ángel en el hombro derecho
- ¿Iris, Iris?; ¿te encuentras bien?- dijo Jade tomándola de el hombro derecho

- Eh, emm, ¿Qu? ¿Qué?, si presente señorita Garibaldi

Todo el salón emitió una sonora carcajada y Jade se sonrojo.

- Vaya vaya ¿Con que hay una que esta muy perdida?, muy bien, para mañana todas deberán traer merengues resueltos y estables como esta en la página 6 de nuestro texto 

- ¡Pero eso es injusto!- rezongo Jade 

-Sao ¿No es así?- respondió sin dudarlo la amargada maestra-cocinera 

- S si señorita Garibaldi 

- Muy bien, no hay problema señorita Sao no lo haga- replico con un tono calmado y sospechosamente malicioso

Todas en general tenían en si mismas una mezcla de horror y frustración en ese mismo instante 

- Me oyó bien señorita, no lo haga- acto seguido la miro fijamente a los ojos para luego pararse en medio del salón y decir- muy bien muchachas, una de entre todas dice que no hará el deber asignado, yo no tengo nada en contra de eso, es más un regalo que un acto de rebeldía para mi, así que todas deberán entregarme cinco copias de ....

El anuncio fue interrumpido por la queja general de todas en la clase 

-Serán diez copias entonces de la receta de el pastel de merengue de la página 15, quien no traiga las copias no entrara a la sesión de aprendizaje y por ende tendrá cero en una casilla ¿Entendido niñas?

- Si señorita Garibaldi- respondieron todas a coro con un temor más que respeto por la educadora.

La gastrónoma salió sin siquiera decir una palabra del salón, fue increíble lo infeliz que podría demostrar ser Mirtha Garibaldi. Todas miraron con odio a Jade e Iris.



Elévame, cámbiame, disfrútameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora