Valeria Caúl siempre fue una niña muy curiosa y juguetona, de pequeña era como tener una pequeña gatita entre las manos, siempre curioseaba su mundo y alrededores. A los tres años ya se escapaba de la cuna de madera de Ébano que sus padres le habían proporcionado con amor.
Era normal ver a la bebé gateando por aquella casona antigua, hija única siempre tenía libros y libros de la estantería de su padre, los leía y aprendía cosas. Especialmente le gustaban las enciclopedias que a sus cortos seis años no podía cargar ella misma.
Siempre era curiosa, en una ocasión vio un ratón blanco en su habitación. Un ser nuevo y raro para la pequeña niña de 6 años. Era una cosa blanca y peluda que era esponjosa, tenía ojos de color rubí y una cola larga y sin pelo, era raro y misterioso.
Ella lo agarro con sus manos y el ratón hizo un -squiik- cosa interesante. Siempre sacio su curiosidad y aprendía mucho.
Fue algo raro veía a todas estar locamente distraídas y perdidas por un chico, ella no tuvo esa sensación y por que se lo comento una amiga, creía que no había llegado su "príncipe azul", cosa errónea pero que se daría cuenta con el tiempo.
Sus padres siempre fueron estrictos y al ser conservadores la casa entera se dirigía mediante reglas cerradas y estrictas, vale repetir el término.
Se debían levantar a las 5 de la mañana, estar listos para acudir a una misa que duraba al rededor de 44 a 60 minutos, donde el párroco pronunciaba prácticamente que todo era blasfemo o un pecado.
Luego de eso era un pequeño almuerzo en donde ella escucharía a su padre sermonearle sobre la vida y sus constantes, a su madre dándole lecciones acerca de como ser una señorita y a los dos del por que vivir una vida gris y monótona era fantástico.
Ella no se animaba a romper las reglas, ni siquiera llegaba a pensar en eso como algo posible, su primer acto de rebeldía fue quedarse más tiempo de la hora acordada para dormir, algo patetico para un asesino, pero no para la "malvada Valeria"
Llego el día, ella fue al liceo de señoritas, era inevitable, no podía ni debía quedarse en casa siendo ociosa. Llegó y era alguien sociable y juguetona, siempre bromeaba con todas y alegraba el día, a todas, menos a sus padres, que deseaban una "niña de bien" segun las propias palabras del señor Caúl.
Paso el tiempo y Valeria creció, vio todo lo que pasaba en el liceo con sus compañeras, algunas estaban enfermas de eso que llamaban "amor", ella no lo aceptaba, puesto a que en uno de los discursos familiares los esposos Caúl decían cuanto se amaban, entonces ella penso "si vivir como ellos me da lo que llaman amor, yo no lo quiero".
Mientras todas estaban tontas viendo a los chicos de la comunidad, ella se enfocaba y estudiaba.
Un día vio que las corregidoras del instituto estaban ajetreadas, atareadas, más de lo normal. Había nuevo personal que debía ser introducido al liceo, las maestras de matemática inferior y superior, la señorita de Música y artes. Una nueva ama de llaves y una nueva enfermera, pues la anterior se jubilo.
Es ahí donde Valeria conoció a la señora Céspedes, Soraya Céspedes, todas casadas y con vidas ejemplares y una conserje, perdedora y que lamentable que contratar por piedad- dijo la directriz.
Eso le intrigo a Valeria ¿Contratar por piedad?, ¿Dónde se ha visto?, hasta que los pensamientos de Valeria fueron interrumpidos por un "esta enferma" de la directora. -o pobrecilla- pensó ella y se compadeció de la señora Céspedes.
La vida de Valeria transcurría con normalidad, hasta sus catorce años. Ella se había quedado tarde para poder defender su proyecto de biología, tenía miedo de la directora, así que se escondió detrás de las escaleras del laboratorio.
-Te amo con todas mis fuerzas- escucho una voz femenina, esperaba una respuesta de su romántico compañero hasta que
- Y yo a ti, es prohibido pero tu me tienes atada a tu corazón- escucho de una dulce y tibia voz femenina
¡Era Soraya!; ¡La conserje! ¡Y era Miss Katsa!¡ La profesora de música!
Se acerco y las vio, se besaban y Katsa apoyaba su cabeza en el pecho de Soraya, todos decían que eso estaba mal en casa, pero la pequeña Valeria sintió un calor, un calor humano, algo que no había en casa, por primera vez vio una escena romántica, donde sin pretensiones sexuales, una se entregaba a la otra en sus brazos y eran felices.
Se le escapo un pequeño llanto mientras cerraba los ojos y se abrazaba a sí misma, mientras corría una pequeña lágrima de amor puro por su mejilla, Soraya y Miss Katsa la miraban enternecidas en silencio.
-Hola pequeña ¿eres de mi grupo de primeros de música?- pregunto acercándose Miss Katsa
-S si señorita Katsa me llamo Valeria y hoy fue nuestra segunda clase
-Eso que sentiste pequeña- dijo Katsa- eso se llama amor
-A ¿Amor?, pe pero lo que es a amor lo tienen mis padres
-Así es-replico Soraya- como nosotras pequeña- dijo mientras miro tiernamente a Katsa
-Pero papá y mamá siempre se gritan y pelean y por eso el amor es malo- replico Valeria
-El amor es- dijo Miss Katsa- ver a la otra persona, no importa quien sea y que esta te ame y apoye, no importa si es un varón o alguien como nosotras, a veces- continuo mirando a Soraya- te puede enamorar su sonrisa, o su seguridad, o sus manos o abrazos.
A Soraya se le escaparon lagrimas al escuchar a su princesa azul, solo logro decir un -te amo- que salió del fondo de su ser.
Llevaron a Valeria en la vagoneta de Miss Katsa hasta su hogar con sus padres, dijeron que se había quedado en clase de música para afinar y aprender, que era fantástica con su voz y que le extendían una invitación al coro del liceo a sus padres. Ellos estaban satisfechos con tener una hija talentosa y ella tenía el fuego del amor que había encontrado dentro de si misma.
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Elévame, cámbiame, disfrútame
Teen FictionIris una estudiante brillante y prometedora dio todo por el deporte y brillo en ello Jade se dedico a un arte seductor que jugará con las emociones de la otra. Poco a poco una le pedirá a otra: Elévame, cámbiame, disfrútame. Esta historia se la debí...