10.

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Anya permaneció alejada de Hoseok durante veinticuatro horas. Hacia el final, estaba nerviosa y no podía dejar de preguntarse si él iba a aparecer. Cada pequeño ruido que oía la sobresaltaba. Hacía que se le acelerara el corazón. 

Había recorrido varias veces toda su casa de la playa, había intentado ver una película, y había terminado encerrándose en su habitación preferida, la habitación de los tesoros. Allí guardaba todos los recuerdos que había ido robando durante los siglos. Se había puesto todas las joyas de la reina Isabel y había jugado a los dardos con la daga del rey Jorge V. Había tomado zumo de fresa y kiwi en un cáliz episcopal, y le había puesto un bigote a la Monna Lisa original. 

¿Qué pensaría Hoseok de sus tesoros?, se preguntó. 

¿Se desmayaría, horrorizado por aquel mar de contrabando? 

Probablemente. Es un aguafiestas. 

O quizá la entendiera, pensó esperanzadamente. Quizá, después de luchar durante tanto tiempo con su demonio, se daría cuenta de que el robo era su modo de proteger a los humanos del lado más oscuro de su propia naturaleza. 

Bueno, eso, y que le gustaban las chucherías. Y sí brillaban, mucho mejor.

Anya suspiró y salió a la playa. 

«No va a venir», se dijo con desilusión, mirando las olas del mar.

El sol se había puesto, había salido y se había vuelto a poner. En aquel momento el cielo estaba teñido de violeta y naranja y arrancaba destellos al mar azul. La arena le hacía cosquillas entre los dedos de los pies, y el aire estaba perfumado de olor a coco. 

Había luchado con Hoseok y lo había besado allí y por eso no quería marcharse. 

¿No era tonta por echarlo de menos? 

—Probablemente— dijo ella, moviendo la arena con los dedos del pie. 

Al cabo de un rato, se puso un escaso biquini de cintas que se ataban en las caderas. Si él hubiera vuelto, se habrían peleado otra vez, y a ella se le habría salido un pecho "accidentalmente" del biquini; él habría comenzado a sudar, la pelea se habría convertido en un retozo y se habrían besado nuevamente. 

Se habrían acariciado otra vez. Anya suspiró. 

«Eso no va a ocurrir». 

La brisa suave le lanzó un mechón de pelo a los ojos. Ella se lo retiró tras la oreja y frunció el ceño. 

¿Qué estaría haciendo Hobi? 

¿La echaba de menos? 

¿Siquiera un poco? 

¿Estaba ideando la mejor manera de matarla? 

Probablemente, aquel idiota estaba contento de estar lejos de ella. 

—¡Eso no vale! 

Entornó los ojos y apretó los puños. Si él no acudía a ella, tendría que ser ella quien fuera en su busca.


...


Los Cazadores habían llegado antes que ellos al "Templo de Todos los Dioses". 

La diminuta isla apenas había comenzado a alzarse sobre el mar unas semanas atrás, y hasta el momento, el resto del mundo desconocía su existencia. Por tanto, los Cazadores tampoco deberían conocerla. 

Entonces, ¿quién se lo había dicho? 

Lo que sabía Hoseok lo sabía por Anya. Cuando ella había ayudado a Namjoon, los había ayudado a todos revelando la situación del templo y explicándoles qué intenciones tenían los dioses: devolver el mundo al antiguo estado de adoración y sacrificios de sangre hacia ellos. 

2. Besos Oscuros // Jung Hoseok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora