37.

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Hoseok se posó sobre la espalda de la criatura. Hidra no reparó en él, absorta como estaba en Anya. Ella tenía la piel cubierta de sangre, estaba magullada y tenía cortes, y parecía una amazona dispuesta a todo por ganar la batalla. 

Él metió una mano fantasmal en el cuerpo de Hidra y agarró su espíritu. El monstruo gritó, consiguiendo que Hoseok se encogiera. Si hubiera estado en forma corpórea, aquel aullido le habría estallado los oídos. Presa del pánico, Hidra se lanzó hacia Anya, pero él tiró de nuevo de su espíritu y la mantuvo en su sitio. 

Hobi sabía que le estaba causando un gran dolor. El monstruo chilló de nuevo, pero permaneció inmóvil. Anya saltó, más y más alto, y rápidamente, le cortó una de las cabezas. Cuando cayó al suelo, mientras Hidra daba alaridos, Anya provocó llamas en su mano y las aplicó en la herida antes de que pudiera formarse otra cabeza. 

Las llamas de color naranja derritieron la piel, la frieron, la destruyeron y cauterizaron la herida. Hidra sufrió espasmos y se agitó de rabia. Estaba furiosa, y usó sus últimas fuerzas para lanzarse hacia Anya. 

Hoseok la mantenía agarrada mientras Anya le cortaba la segunda cabeza. Repitió la misma operación con las llamas, aunque tuvo que soportar el mordisco de un par de serpientes. Se encogió de dolor, pero mantuvo activas las llamas. La criatura se quedó flácida y cayó al agua del lago. Su rugido final resonó durante varios minutos hasta que, por fin, se desvaneció. 

El se quedó inmóvil durante un minuto, asombrado. 

¡Lo habían conseguido! 

Anya cayó al suelo, jadeando, pero sonriendo también. Hobi flotó hasta su cuerpo e intentó entrar en él, pero era como si hubiera un escudo entre su forma corpórea y su espíritu. Frunció el ceño. 

Lo intentó de nuevo. Fracasó. 

¿Por qué no podía entrar? 

«Estás demasiado débil». 

 Aquel pensamiento le golpeó la mente. Estaba débil, sí, pero debería poder entrar. Si no podía... 

Lo intentó una última vez, pero no consiguió nada. Sólo podía flotar allí, impotente. Miró a Anya. Ella se arrodilló junto a su cuerpo. 

 —Vuelve— le dijo, mirando a su espíritu, y sonrió con cansancio— Yo te curaré las heridas. 

Hobi lo intentó de nuevo. Tenía que acariciarla al menos una vez más. Sin embargo, permaneció exactamente donde estaba. 

—Hobi...— dijo ella con preocupación— Esto no tiene ninguna gracia. ¡Vuelve a tu cuerpo inmediatamente! 

—¡No puedo! 

Pasó un momento hasta que Anya reaccionó. Sacudió la cabeza violentamente, y en su rostro se reflejaron el pánico y la incredulidad. 

—Anya... 

Era mejor así. Él lo había sabido desde hacía días, y lo sabía en aquel momento. Su cuerpo moriría, y no habría nada con lo que Cronos pudiera amenazar a Anya. Ella sería libre y conservaría la Llave Absoluta

—No te rindas...— le dijo entre sollozos— Por favor, sigue intentándolo. 

—Anya... 

—No vas a morir, ¿me oyes? ¡No vas a morir!. 

—Anya, por favor. 

Mientras hablaba, Muerte rugió con más furia y dolor que Hidra. De repente, Hoseok se sentía como si se estuviera quemando, y también comenzó a rugir. 

2. Besos Oscuros // Jung Hoseok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora