Final 1

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El auto fue estacionado a las afueras del sitio de Campers. Miró una vez más la pequeña nota que sostenía entre sus manos.

Definitivamente ésta era la dirección que le había dado la jóven en la disco, no podía equivocarse.

Dejó salir el aire que llevaba atrapado en los pulmones hacía unos segundos.

—Bien Steve, es tu momento. —vió su reflejo en el espejo retrovisor y muy seguro salió del auto.

¿Qué tan malo podría ser esto?

Se suponía que nada, en absoluto. Al contrario, lo volvería a ver...

Comenzó a caminar por entre las casas, buscando la indicada pero ninguna coincidía con la descripción que llevaba escrita de esta.

—Cuarenta y cinco, sesenta y tres. —murmuró para él mismo. —Cuarenta y cinco, sesenta y tres. —volteó a sus espaldas y pudo ver casi brillar el número como una especie de luz. —Te encontré...

Con sigilo se acercó y subió los tres pequeños escalones que había en la puerta, y así, con los nervios recorriendo su cuerpo como un tipo de virus mortal, tocó la puerta dos veces, causando ese eco tan común.

Volteó a todas partes inquieto, con una de sus manos sujetando el borde de su chaqueta en un acto de vigor. Miró el reloj de su muñeca y con desespero intentó golpear de nuevo la puerta.

Pero fue innecesario, ya que ésta se abrió dejando ver a un hombre maduro y de rostro serio.

—¿Si?, ¿qué necesitas?

—Ahm, yo, eh... —las palabras trabándose con torpeza dentro de su boca. Se maldijo mentalmente por ello y cerró los ojos para tomar la calma que aún quedaba en él. —Estoy buscando a Eddie, Eddie Munson. Me dijeron que vivía aquí.

Y Steve notó como el rostro del sujeto cambió tan súbito que fue extraño.

—¿Quién eres? —la voz esta vez fue con sosiego.

—Mi nombre es Steve, y soy amigo de Eddie. Yo lo conocí hace unas semanas y...de la nada, desapareció. —explicó queriendo mantener su casi inexistente tranquilidad. —Ayer una de sus amigas me dió su dirección, por eso estoy aquí y, por cierto, ¿quién es usted?

El hombre soltó aire con desgano. Abrió la puerta y dió paso al castaño, que entendió rápidamente que debía entrar.

—Yo soy Wayne, su tío. —estiró su mano para poder estrecharla con el menor, que no dudó en aceptar el saludo y la estrechó en seguida.

—Mucho gusto.

—El gusto es mío, Steve.

Hubo un silencio, que muy exasperante, el castaño rompió.

—¿En dónde está él?

Wayne sonrió por la desesperación de Steve.

—¿No sabías lo que ocurría con Eddie, cierto? —¿ocurría? ¿qué podía ocurrir con él?. Steve negó. —Muy bien Steve, antes de que puedas verlo, necesito que sepas algo muy importante, ¿okay?

—Sí. Está bien.

Wayne asintió.

—No tengo idea de porque Eddie no te dijo esto pero, mi sobrino no estaba bien. Su condición no era la mejor y él...

—No estoy entendiendo nada.

El rostro de Steve demostraba la confusión y molestia que estaba teniendo.

Wayne tomó aire antes de seguir hablando.

—Verás, cuando Eddie cumplió los tres años de edad su madre comenzaba a notar ciertos comportamientos en él que no debía tener un niño de su edad. Los cambios de humor tan repentinos no eran normales y mi hermana no dudó en llevarlo al médico. Éste no observó nada extraño en la primera visita, más sin embargo, el segundo día sus resultados fueron certeros y muy visibles. El diagnóstico que arrojó fue una severa crisis de bipolaridad. —los ojos de Steve se agrandaron por lo antes dicho. —El niño era bipolar y no se podía hacer nada contra eso, tan solo sobrellevar su enfermedad. Y eso estaba bien, hasta cierto punto, pero no contaba con que al morir su madre en un accidente automovilístico cuando él tenía diez años, todo el tratamiento que recibió por siete largos años se fuera a la basura.

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⏰ Última actualización: Sep 01, 2022 ⏰

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Maniac || Steddie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora