4. Números

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Multimedia: Abdel Abjah

Narra Astoria:

   La noche estuvo sumida en un nudo de sonidos exteriores que amenazaban mi serenidad. Sin hablar de la agudeza de mi sentido de alarma que se enfocaba enormemente en cuidar de Aisha que se encontraba al interior de la cabaña moviendose inquietamente entre el espeso pelaje de mi capa de lobo. 

   —¿No vas a dormir?— Me pregunto la pequeña mujer asomándose por el pórtico de la cabaña.

   —No. Cuando voy con mi equipo, montamos guardia cada 4 horas, pero ahora estoy sola y a pesar de que no es una área de peligro donde habiten criaturas sobrenaturales terrestres, puede haber algún forastero rondando en las cercanias. No quiero que nos tome por sorpresa otra vez—. Conteste recordando lo de la tarde.

   —Al menos toma tu capa, no te vayas a enfriar—. Se quito la prenda de los hombros y me la ofreció.

   —No te preocupes. Vengo de una manada glaciar, esta leve brisa no e nada para mi—Respondí inexpresiva—. Mejor pontela tu. No quiero que te vayas a resfriar—. No queria que nada malo le pasara a Aisha, suficiente tenia con haberse enfrentado a las Sirenas. 

   Ella me miró por un rato sin decirme nada, como si intentara adentrarse en mi pensamiento. Cuando decidí enfrentarla, nuestros ojos se encontraron por una milésima de segundo, inmediatamente Aisha aparto la mirada envolviendose en mi capa y quedándose dormida después de unos minutos, despidiendo de su cuerpo un aroma familiar que calmo mi corazon, después de unos minutos, yo también me encontré dormitando, pero siempre alerta.

   Cuando el sol estuvo en lo alto salpicando su primer rocío, Aisha había dejado de cubrirse el rostro con la prenda dejandome observar una sonrisa placentera que me lleno de ternura y esperanza, acomode sus cabellos suavemente con la punta de mis dedos cuidando que no se despertara, luego, me aleje caminando en dirección al árbol más alto que pude encontrar cerca de la cabaña para poder estar ahí cuando despierte.

   Hace unos días con ayuda de un arco y una flecha hamaya encantada pude enviar un comunicado para mandar a hacer una armadura de batalla para proteger a Aisha, aunque claro, no contaba con la noticia de que tenerla conmigo era arriesgar su vida gracias a su inexperiencia en el campo de batalla real. El destello esperado se abrió paso entre el cielo matutino permitiéndome localizar mi objetivo y antes de que pudiera perderlo, salte del árbol y lo tomé con el dedo índice y medio a forma de pinza para detener elegantemente la flecha sin cortarme, termine por aterrizar justo delante de la cabaña donde Aisha dormía hasta hace apenas unos minutos, pues ahora me dirigía una mirada curiosa con los ojos completamente inmersos en mi, quise responderle con una sonrisa pero no soy buena expresando nada salvo rugidos de batalla, en su lugar, solo la mire con un gesto sublime, serio pero con el rostro más relajado que de costumbre. Debo admitir que estar con Aisha me parecía benévolo, siempre agradecía esos gestos infantiles, serios y orgullosos ajenos a un Omega que me regalaba por potecitos de vez en cuando y que la hacían tan especial. Me daba la impresión de que se olvidaba que ella es un Omega y yo una Alfa y me ve simplemente como una mujer normal que representa una posible amistad, me hace sentir, feliz, tranquila, como si no tuviera el cargo de una manada a mis hombros. Aisha representaba una ventana a la libertad para mi.

   Me moví rápidamente a la derecha para poder esquivar un objeto punzo-cortante que iba directo a mi cabeza, fallando en su cometido y terminando justo un par de milímetros alejado de la oreja derecha de la Omega, intente correr a su lado para auxiliarla pero un segundo objeto se aproximo, esta vez a ella, me adelante, en el aire lo tome por la hoja y en un audaz salto lo devolví a su origen.

   —Vaya, fallé— Admitió una voz con sarcástica decepción justo al lado de Aisha y proporcionandole un enorme susto —. ¡Buenos reflejos, Capi!— Admitió Amala, mi subordinada desprendiéndose de su capucha, poso su mirada en Aisha recorriendola de arriba a abajo y terminando en un gesto de inminente reprobación.

El Alfa Prometido [Chicaxchica] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora