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Nikolay:

Tengo uno y mil problemas, problemas que borro cuando me veo arrastrándola conmigo.

Me la voy a coger.

Nada me lo impedirá.

Valeria empieza a sacudirse e intentar de escapar de mis brazos como si tuviera oportunidad, es una acción bastante vergonzosa e inútil para una mujer como Valeria Markov y el que haga atrasar más el momento entre nosotros me llena de furia.

La arrojo sobre la cama y todo mi peso se recuesta sobre ella, las muñecas se le manchan con la sangre que cubre mis manos, sangre que no pertenece a mi cuerpo, pero si a esos inservibles policías que pusieron a custodiarla, como si pudieran evitar que yo llegaría a ella.

En un acto desesperado ella me abofetea la cara, subiendo mi furia y rodeando la habitación en silencio.

—Que parte de no dejarte ir no has comprendido, abogada. —Le recuerdo.

—No puedes aparecer aquí después de...

Sigue furiosa y eso me calienta.

La vista se le nubla con lágrimas de rabia y hago espacio visualizando su figura tentadora, debajo de mí se ve tan frágil, tan delicada que terminare rompiendo esta noche.

La polla me duele, recordándome a que vine y cuando le he hecho esperar por este coño nuevo, tengo hambre de carne nueva y más cuando todavía tengo el sabor de su sexo en mi boca, el recuerdo de los jugos esparciéndose por mi barbilla mientras chupaba y el líquido tan delicioso que no dejaba de salir.

Necesito follarla, darle de probar lo que se ha estado perdiendo, porque después de tenerme taladrando su coño, ella no será la misma.

—¿Quieres una disculpa?

—¿El diablo pide disculpas?

Sujeto la navaja que guardo mostrándosela y la veo pasar saliva nerviosa cuando la coloco sobre su cuello.

—No debes temerle a esto ni a mí.

—Tienes una navaja en mi cuello... ¿Qué debo sentir? —Me recrimina.

—Solo excitación. —Su mirada cambia al oírme.

—Estas loco. —Murmura pasando saliva otra vez.

—Lo entenderás ahora.

Sonrio bajando por la blusa rota y la hago ingresar por la tela, su cuerpo reacciona ante el frio de la punta del objeto que se desliza por su piel de porcelana y muevo a un lado la tela con la misma navaja, el filo llega a la curvatura de las tetas redondas y provoco una nueva reacción en la abogada, la jodida reacción que esperaba y engorda más mi polla.

Los ojos se le cierran.

—Ábrelos. —Ordeno y lo hace. —Siénteme por completo.

La punta llega al pezón y capturo los ojos llenos de deseo, la sonrisa ya instalada en mi cara crece mientras hago los movimientos circulas con el objeto.

—Tiene los pezones muy duros, abogada.

—Te odio.

—No lo creo.

Las piernas se le mueven y el estómago se le encoge al bajar la punta por el vientre plano, corto los shorts que yo mismo mancho con la sangre de mis manos y desgarro las bragas que son una puta molestia.

Su sexo queda al aire y mi lengua empieza a salivar.

—Siempre tan lista, tan preparada para el diablo, Valeria.—Le abro las piernas al observar el líquido esparcido entre los muslos.—¿Has extrañado mi boca?

Abogada del Diablo (#9 Hijos de la Mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora