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Valeria:

Durante mis días atrapada en el territorio del diablo ocupo mis pensamientos en lo que habrá sucedido en el exterior, pienso en mi tía, en las clases que he dejado a la mitad, incluso en mis clientas.

¿Qué sucede?

¿Estarán buscándome?

Sonrio de solo pensarlo, siendo ella debe estar buscándome, moviendo la tierra hasta dar conmigo y lamentablemente sintiéndose culpable, aunque no es culpa suya que un psicópata me secuestrara.

Tomo una bocada de aire. 

¿Acaso tenia oportunidad de haber salido de esto? Sin importar que me cause un deseo cuando este cerca, sé que de haberme resistido hubiera acabado en peores condiciones.

Las puertas de la habitación se abren y Alek ingresa a la habitación, una sonrisa cruza mis labios y me aparto de la ventana.

—Desea verla en el cuarto de baño, segundo piso.

Se gira después de dar la información.

—No hablas mucho ¿No?

Y no, no obtengo respuesta.



(***)



Se siente el calor al estar parada frente a esa habitación, las puertas se abren y me obligan a ingresar, me sueltan con brusquedad y cierran las puertas dejándome adentro.

Suspiro percibiendo el vapor que se acumula en el aire, impidiéndome la vista, los ojos se me cierran y en medio de mi poca visibilidad, alcanzo a ver un cuerpo...

Su cuerpo apoyado contra una de las esquinas de la alberca temperada, la habitación es enorme y aunque apenas distingo sus ojos, sé que ellos se las arreglan para mirarme y aun así logra causar estragos.

Trago saliva y me quito la bata quedándome en bragas y sujetador, acerco los pies a la alberca y mis dedos tocan el agua un segundo, antes de entrar a la profundidad.

—Vaya, tienes un Spa incluido. —Muevo las manos sobre el agua caliente apartando los ojos solo un segundos.

Camino hacia él, hasta que sus ojos los distingo con claridad.

—¿Me presumes tus cosas?

—No tengo nada que presumir, ahora ven aquí.

Tira de mi mano, pegándome contra su cuerpo, sus brazos tonificados me rodean la cintura.

—No soy una prostituta.

—No te he traído por eso, no solo por eso. —Aclara. —Me serás útil.

Cierro los puños.

—¿Y para que exactamente?

—Todo a su debido tiempo, abogada.

Busca mi boca capturando mis labios en un beso fogoso, no tiene caso negarme y le correspondo, el me abre el sujetador con un solo movimiento y destruye mis bragas, Nikolay me levanta de los muslos y envuelvo las piernas alrededor de su cintura, me hace girar colocando mi espalda contra el filo y se viene contra mi boca mientras me sujeto de su cuello.

El calor en el ambiente me hace sudar como a él, sus manos asesinas se deslizan por mis senos y me aprieta la piel bajando hasta mi sexo, no hay lugar que no toque, pero su favorito es mi canal.

Abogada del Diablo (#9 Hijos de la Mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora